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lxv. mi bree, mi amor
Harry estaba siempre cansado. No importaba cuánto durmiera o que se pasara la mayor parte del día en la tienda sin hacer nada, el agotamiento no desaparecía. Su monotonía le volvía loco.
Cada vez que hacía repaso de los últimos meses, le costaba creer que verdaderamente hubiera pasado ya tanto tiempo desde que se marcharon. Echaba de menos su hogar, su familia, sus padres y su hermana. Pensar en Medea le dolía en especial, porque apenas había estado ahí. Le había visto muy poco, apenas había podido jugar con ella. Ya tenía más de año y medio. ¿Qué aspecto tendría? ¿Habría crecido mucho? ¿Sabría andar, hablar, o aún era demasiado pequeña para eso?
Lo mismo le sucedía al pensar en Teddy. Pese a que su sobrina era un año mayor, seguía siendo poco más que un bebé. ¿Cómo estarían las dos, en mitad de la guerra? ¿Cómo se habrían ocultado? Teddy estaría con Vega, seguramente también con Fred, Jessica y George. ¿Cómo les iría? A Harry le hubiera gustado saber algo de su prima, también de Jess, Sirius o Remus, pero las noticias no llegaban.
Quería creer que eso era bueno, porque si algo malo hubiera sucedido, se enteraría con seguridad. Se encargarían de que lo supiera, ¿no?
Y luego estaban Nova, Susan y Brigid. En Hogwarts. Con Snape y los Carrow. No podía imaginarse cómo debía ser eso. Vigilaba sus nombres con regularidad, usando el Mapa del Merodeador. Le gustaba pensar que, mientras los mirara, nada les podía pasar, aunque fuera un pensamiento absurdo. Lo había revisado antes, incluso sabiendo que no saldrían. Habrían ido a casa por Navidad. Cómo desearía Harry pasar las fiestas con su familia, con sus amigos. Tampoco sabía nada de Ron, aunque evitaba pensar demasiado en él. Ni de Prim, pero suponía que estaría oculta en alguna casa de la Orden, esperaba que con su familia.
Harry quería creer que todos estaban bien, pero resultaba difícil cuando no sabía absolutamente nada de nadie. Había tratado de preguntar a Bathilda Bagshot en Godric's Hollow, pero no había podido descubrir nada. No era una sorpresa, teniendo en cuenta que había sido con Nagini con quien había estado hablando, pero aún así resultaba desalentador.
Trataba de no hablar de ello con Hermione. El tema era demasiado deprimente para expresarlo en voz alta, incluso cuando era evidente que ambos pensaban en ello la mayor parte del tiempo.
Pero había un nombre en el que trataba de no pensar, incluso cuando estaba ahí en todo momento, hiciera lo que hiciera. Brigid le perseguía a cada instante del día y eso le estaba matando.
Se había planteado mandarlo todo a la mierda. ¿Por qué tenía que ser el héroe? ¿Qué había hecho Dumbledore por él para que aceptara de buen grado aquella tarea? ¿Realmente valía todo aquello la pena? Podría huir. Llevarse a su familia, a todos los que le importaban. Como cualquier otro mago de su edad hubiera hecho. No era ningún héroe de guerra ni deseaba serlo. Tan solo quería vivir otro día para poder llegar a ver los tiempos de paz junto a sus seres queridos.
