ꜥꜤ Capítulo❛ XII

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—¡Quiero unirme a las Fuerzas de Reconocimiento y matar tantos titanes como pueda, señor!

La mirada en los ojos del soldado Jaeger lo había decidido todo sobre si mismo. Esos orbes verdosos se oscurecieron y sus facciones se retorcieron en una retorcida sonrisa con los dientes presionados mientras citaba su decisión. No fue una gran impresión para Drossel, unirse a ellos y portar las alas de la libertad era de lo único que hablaba el moreno, pero entonces la misma pregunta recayó sobre ella y se congeló con el temple pasmado al reparar que está respuesta era su única elección de vida. Estaban sentenciando como seguirían viviendo a partir de ahora, si es que incluso lograban no caer en un fúnebre veredicto que los quitara del mundo por el miedo colectivo.

Una decisión no libre.

El comandante Erwin esperaba con una sutil paciencia, pero el capitán Rivaille volvió a hacerse notar con una connotación dura y despectiva. ¿Quieres vivir, mocosa? Elige. Su elección de palabras finalmente la abrumo, a sabiendas que se encontraba en el borde de toda esa situación. Jaeger no volvió a titubear, pero si esperaba con atención la respuesta que vendría de la castaña Drossel.

—Quién eres ahora, no importará en la corté. Serán juzgados y determinarán su futuro en unos días. Para ellos la solución es ejecutarlos sinó los torturan primero. —habló Smith, sus ojos claros puestos en la única fémina del lugar. Intentó ser persuasivo, sincero para ablandar la visible desconfianza de la soldado. Pero sus objetivos eran claros, necesitaba de los dos jóvenes para averiguar el origen de todo. Quería respuestas a problemas abismales.

—Erwin, me encargaré de este par. No le digas a nadie. No es que confíe en ellos. Si nos traicionan o hacen algo extraño, los mataré sin dudar, inmediatamente. Los superiores no deben quejarse, no hay nadie más adecuado que yo para hacerlo. Aceptaré que entrén a las Fuerzas de Reconocimiento.

La presencia de los soldados que llevaban la insignia de las alas de la libertad en sus uniformes se marcharon tiempo después y los días estaban contados para esos chicos apresados por las muñecas en una perpetúa posición solo libre para permanecer sentados.

El atardecer de otro día brotaba en el cielo con unas tonalidades cálidas y suaves en todo su esplendor, pero dos jóvenes adolescentes se encontraban imposibilitados de llegar a apreciar un cielo demasiado pronto. La espesa oscuridad en esas mazmorras los privaba de absolutamente todo, menos de la presencia del otro.

Un letargo silencio se demoró entre ellos luego de las horas transcurridas de la visita del la legión de reconocimiento, las últimas palabras del comandante dejaron atrapada en su mente a la de orbes avellana. Ella estaba cohibida en cierta parte de no poder dejar en claro cuales eran sus intenciones. Ella seguía perseguida ante los recuerdos niños y tortuosos donde no era capaz de recordar nada de lo que pudo ser capaz de hacer en una semejante forma que la distaban cruelmente de ser humana.

Feyre jamás se vió en una encrucijada más dura como la que tenía que afrontar ahora, y es que ella no sentía poder corresponder a tales actos por completo, o por lo menos aceptar que nuevamente debía ser encerrada por otros. Feyre se enlisto en las filas del ejército, si, ella esperaba hallar otra motivación a su vida, una que partió en felicidad junto a su padre y que terminó de volverse gris al lado de su madre. Algo la empujó, quizás solo era una excusa de una mente nublada, pero ella se había atraído a escribir su nombre en una larga lista de jóvenes que buscaban ganar sus vidas, traer monedas en sus bolsillos o vivir cómodamente en el interior, pero con sueños o aspiraciones y ella se sentía cómo un frasco vacío de todas esas emociones.

Distaba del resto desde el primer momento y a su vez brillaba con una tenue luz por su apariencia, esa suavidad tan frágil en el tinte de su voz y portando un cuerpo delicado que se alejaban de la musculatura habitual en cualquier soldado del ejército o cadete jóven. Y aún así ella sorprendió, ella se demostró que no era lo que aparentaba y se decidió a escalar a lo más alto, dar todo de si, nunca permitir que la pisaran y si intentaban hacerlo ella los sobrepasaría antes de darles la satisfacción.

𝐊𝐈𝐍𝐆𝐒𝐋𝐀𝐘𝐄𝐑 ━━𝐞𝐫𝐞𝐧 𝐣𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora