VII

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Abrió la puerta lentamente, asegurándose de no hacer ningún ruido. Observó la sala y no había nadie, así que con tranquilidad cerró la entrada de la casa. Hasta que alguien prendió las luces, provocando que se detuviera.

¿Hasta cuándo aprenderás, niña? El sillón, no se había fijado en aquel mueble en el que siempre se sienta su tío. Sé porque haces todo esto y lo entiendo. ¿Pero arrastrar a aquel pobre chico? Lo meterás en problemas con sus padres, Soo Young.

La coreana se sentó en la entrada para poder quitarse los zapatos por unos de casa. Lo sé, tío. Pero debo hacerlo. Le brindó a su familiar una sonrisa cálida. Todo saldrá bien, ya verás.

El mayor suspiró. ¿Hasta cuándo seguiría ella con esa actitud? Pero dentro de todo, le aliviaba saber que Soo Young fuera así.

¿Recuerdas tus horarios, verdad? No quiero que tu madre este llamando luego para regañarnos. Se acercó hasta su sobrina y le acarició la cabeza lentamente, ella sonrió.

Tranquilo tío, aunque sea muy olvidadiza jamás me olvidaría de tomar mis pastillas. Además... Se separó de él para encaminarse a su habitación. Ahora debo preocuparme más por Jay, él es el que más a sufrido, lo he notado. En la escuela mencionaron algo sobre él y algunos rumores, ¿sabes de qué se trata?

El señor Choi hizo una ligera mueca de preocupación. Sé a que se refieren, ese rumor corrió hasta este vecindario, pero los que conocemos a Jay, sabemos la verdad.

"¿Saber la...verdad?"

¿Verdad? ¿Le sucedió algo a Jay? La carita de Soo Young se transformó a una de preocupación.

Lo lamento querida, no puedo decirte. Ese asunto es... algo fuerte. Pasó sus manos por la espalda de la menor, tratando de calmarla. No te pongas así, ¿sí? Dentro de esa escuela escucharás un montón de versiones, pero el único que sabe la verdad de los hechos es Jay.

Entiendo. La coreana asintió. Si el estadounidense quiere que lo ayuden, primero debería abrirse con ella. Y para la chica, veía esa posibilidad cada vez más lejos. Mañana tengo clases, debería irme a dormir y tú también, Woo Yun.

¡Soo Young! ¡¿Cuántas veces te he dicho que me llames tío?! ¡No me llames por mi nombre, jovencita! Le lanzó un cojín de los muebles y ella los esquivó divertida, y sin más, llegó a su habitación sana y salva.

Al día siguiente volvió a suceder lo mismo, Soo Young tomó muy temprano sus pastillas y empacó las que tenía que tomar para después. Vistió su uniforme y con mucho cuidado, volvió a saltar hacia el balcón de su gruñón vecino.

Se acercó a verlo y se percató que este dormía con los ojos abiertos, causándole algo de gracia. Revisó la hora y aún era un poco temprano para despertarlo, así que se aseguró que estuviera bien abrigado con aquellas cobijas blancas y lentamente empezó a inspeccionar su habitación.

"Trofeos, trofeos y más trofeos... parece que ha llevado una vida muy divertida de joven"

Seguía admirando los premios que había recibido el chico hasta que sus ojos fueron a parar a aquel bonito brazalete brillante, plateado, mejor dicho. Ese era el accesorio del que Jay jamás se separaba, se dio cuenta de ello. Además, él la noche anterior estaba por mencionar algo sobre este, ¿verdad? Observó al rubio nuevamente y delicadamente acarició su cabello, para luego hacer lo mismo con su rostro.

¿Sabes?, puedes confiar verdaderamente en mí... Jay. Susurró tomando su mano y rogando que alguna parte del chico delante suyo, la haya escuchado.

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Colors for you | Park JayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora