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Se levantó un poco apresurada, se puso su uniforme y salió por la puerta principal de su hogar. Esta vez Soo Young se había quedado dormida, se había pasado la noche anterior repasando para sus exámenes de recuperación. Así es, la chica al haberse transferido repentinamente a esa escuela que estaba un poco más adelantada en la que ella estaba, era comprensible que fallara. Sin embargo, un buen tiempo de la noche anterior se dedicó a molestar a su tío con aquella planta toda reseca, como ella decía, pero esos pequeños momentos valían la pena.

Giró en la esquina para así tomar el atajo que el rubio le había enseñado, unas cuantas veces no lograban alcanzar el autobús así que corrían por aquellas calles. Pero se topó con una figura masculina que interrumpió su paso.

Sonrió.

¿De verdad él la estaba esperando? Jay se movió de la pared donde estaba echado y se acercó a ella, un poco tímido.

Te demoraste la vida en levantarte, bicho raro.

¿Me estuviste esperando? El rubio la miraba avergonzado. Creí que te vería en la escuela, pero esto... Sonrió obvia.

No lo malentiendas, ¿ok? Nada más te quería agradecer por lo que hiciste ayer. Ambos chicos comenzaron a caminar juntos hacia la escuela. No me sentía muy bien, así que, gracias.

Mmm... Soo Young lo vió de reojo. ¿Me extrañaste por no despertarte, acaso? ¿No es así, cariño?

¡Cállate de una vez, bicho raro! Jay se sonrojó un poco mientras se exaltaba.

La coreana estaba sorprendida pero muy feliz, no se esperaba para nada que su vecino la estuviera esperando para ir juntos a la escuela. Eso indicaba que estaba yendo por buen camino para ganarse su confianza y eso, la emocionaba cada vez más. Llegaron a la escuela justo a tiempo, recibieron algunos regaños por parte del portero por no entrar a una hora adecuada antes que comenzaran las clases, y se disculparon. Entraron juntos a su salón y el bullicio que había dentro se detuvo. Sus compañeros se les quedaron observando hasta que llegaron a sus asientos y comenzaron a susurrarse.

Aquel gesto molestó a la chica.

Lógicamente hablarían porque ambos se saltearon las últimas clases pero, ¿tenían que ser tan obvios? Volteó a ver a Jay y su semblante serio había regresado, Soo Young suspiró triste. Las clases pasaron con tranquilidad, salvo la de matemática, ese profesor se les quedó mirando severamente dado que el día anterior se habían escapado y lamentablemente, le había dejado mucha tarea extra a la chica.

"¿Por qué siempre tiene que tomar su almuerzo al lado mío? ¿No tiene amigos?" Pensó una vez el chico llegado la hora del refrigerio.

Ambos almorzaban juntos en el invernadero de la escuela. Aunque no lo quisiera admitir, estar en aquel lugar junto a la chica lo hacía sentir feliz.

Hey, bicho raro. Soo Young con la boca llena se giró a verlo. Atrapa.

Sus reflejos funcionaron a tiempo y logró atrapar una pequeña cajita de jugo de mango, la favorita de la coreana. Se quedó procesando todavía por haber reaccionado tan rápido que en un descuido, Jay se había sentado a su lado. Tomó la cajita de jugo y lo abrió para volver a entregárselo a la chica, quien estaba más confundida.

Sé que esto no se compara con lo que tú hiciste ayer pero... ¿este jugo es tu favorito, no? Jay se puso un poco tímido, pero siguió. Sólo quería devolverte el detalle, sólo eso.

Soo Young acercó su mano a la frente del chico y comparó su temperatura con la suya. ¿No tienes fiebre verdad, Jay? Todo el día has estado un poco diferente conmigo. Acaso será... Se acercó un poco más al estadounidense, y él se puso un poco nervioso. ¿Te diste cuenta de tus sentimientos por mí?

Idiota. Alejó a la chica y su expresión era de arrepentimiento. ¿No puedes tomarte nada en serio, no? Preguntó molesto.

Lo único que me tomo en serio eres tú, Jay. Soo Young sonrió. Supongo que ahora podemos ser amigos, ¿no?

Extendió su mano al frente del chico, justo como en el primer día que se conocieron. Jay correspondió al gesto de ella, esta vez con mayor convicción.

Todo estaba dicho, y por primera vez, el rubio le dedicó una sonrisa cálida a su vecina. En el fondo él aún tenía sus dudas, pero algo le impulsaba a pensar diferente. Una pequeña corriente se formó al tomarse de las manos, por lo cual se separaron.

Amigos. Y los dos sonrieron.

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Colors for you | Park JayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora