XXVI

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—¡Feliz cumpleaños, Soo Young!

Apenas la coreana entró a su casa fue recibida con tal saludo efusivo, asustándola, para después echarse a reír nerviosa. Era su cumpleaños, ¿cómo había podido olvidarlo? Supuso que todas esas preocupaciones que estaba viviendo últimamente la hicieron no recordar su fecha especial. Jay se acercó a ella y le susurró cálidamente: "Feliz cumpleaños, amor. De nuevo". Le había alegrado que el chico haya regresado a la normalidad, desde que salieron del hospital Jay estaba muy callado y de vez en cuando, escuchaba sus sollozos en la noche. 

¿Habría algo salido mal en sus citas al psicólogo? Cuando ella quería abordar el tema, su novio lo evitaba sutilmente y la comenzaba a llenar de besos y abrazos, poniéndose más cariñoso de lo normal. A Soo Young no le molestaba claro, pero presentía que algo no andaba bien. Sin embargo, esta misma noche lo averiguaría. 

—¡Yah, Jay! Gritó Hana. —¡No te acapares a la cumpleañera para ti solo! Recuerda que debe conocer a nuestros amigos. 

—¡Sí, cierto! Respondió él. —Soo Youngie, te quiero presentar a los hermanos Shim, Sam y Jake. Son buenos amigos míos. 

—¡Hola! Gracias por haber venido. Sonrió la coreana. —Jay y los chicos me hablaron mucho sobre ustedes. 

—¡Queríamos conocerte, Soo Young! ¡Cuando Jay nos contó que tenía novia no lo podíamos creer! Dijo Jake recibiendo un empujón del estadounidense, riéndose. 

—Desde un inicio, ya sabía que en cualquier momento caería por mí. Respondió con arrogancia mientras los demás se reían. —Y por lo que veo, no vinieron solos. Sonrió.

—Ahora, los llamo. ¡Seungie, Min Ki! ¡Vengan, Soo Young y Jay los quieren conocer! Hee Seung y Min Ki acudieron al llamado de Sam, aunque el primero estuvo algo avergonzado por el apodo cariñoso de ella. 

—Sammie, te he dicho que no me llames así cuando estamos en público. Se escondió detrás de su novia, algo tímido. 

—¿Qué pasa, Seungie? ¿No te gusta tu apodo, amorcito? Gritó desde lo lejos Ni-Ki.

Hee Seung fue a perseguir al menor de todos, siempre que ellos se encontraban el japonés no desperdiciaba la oportunidad para molestarlo. Alguien entró por la puerta, Soo Young volteó y una enorme sonrisa apareció en su rostro.

—¡Sunoo! ¡Estás aquí! —La chica fue corriendo a abrazar al chico, quien solo se dedicaba a sonreír.

—Sunoo, creí que ya no llegabas. —Comentó Jay acercándose.

—Mi jefe alargó mi turno en el café, pero por nada del mundo me perdería el cumpleaños de Soo Youngie. —Abrazó más fuerte a la chica y dejando algunas cosquillas, recibiendo una sonora risa por parte de ella.

Y así, fue como la fiesta de cumpleaños de Soo Young comenzó. Sung Hoon puso un algo de música como fondo, pero al ver que Jay jaló a su novia al centro de la sala para  bailar, le subió el volumen. Todos se fueron uniendo de a pocos al baile extraño que se encargaron de crear Jung Won y Hee Seung, provocando la risa de todos. Curiosamente empezaron una pequeña guerra de baile entre las chicas y los chicos, y estos últimos se quedaron sorprendidos ante las habilidades para el baile de ellas. Luego, se animaron a jugar al escondite dentro de la casa, sugerencia del japonés por supuesto. 

Sin darse cuenta el tiempo se les había pasado volando, llegando a la hora de cantar el cumpleaños. Todos fueron hasta la sala, y Jay entró con el pastel en sus manos. Soo Young gritó de felicidad cuando observó que era de vainilla, aliviando al chico. Todos cantaron la famosa canción de cumpleaños y cuando la chica pidió su deseo, todos aplaudieron haciendo algo de escándalo. Llegada la hora de la despedida, decidieron tomarse una foto todos los presentes. A fin de cuentas, el grupo por fin se había juntado.

Los chicos salieron juntos hasta el café donde trabaja Sunoo, dejando a la pareja en la casa. Jay cerró la puerta del hogar y fue donde su novia para abrazarla y dejarle varios besitos en su rostro. Soo Young no desaprovecharía la oportunidad y también hizo lo mismo, extrañaba esas muestras de cariño del chico. Se separaron y Jay la miró a los ojos, comteplándolos. ¿Cómo podría vivir sin nunca más ver esos ojitos que lo miraban con tanto amor? Sí pudiese pedir un deseo, pediría que ambos fueran eternos para estar siempre juntos.

—Te tengo una sorpresa, bonita.

—¿Todavía hay más? —Preguntó divertida a la vez que era jalada por el chico, llevándola hasta el techo de su hogar.

Con cuidado, se sentaron uno al lado del otro, observando su vecindario. El chico sacó de su bolsillo una pequeña cajita, provocando ansías en su novia. La tomó de las manos, miró sus ojos para después plantar un suave beso en sus labios.

—Soo Young, ¿aceptarías casarte conmigo?

Decir que la coreana solo se había sorprendido sería mentira. En ese momento todo su rostro se tornó rojo de lo apenada que estaba, llevándose una mano a su boca. ¿De verdad hablaba en serio? ¿Lo estaba imaginando? Jay sacó un anillo muy bonito de la caja, para ponerlo en el dedito anular de ella, sonriéndole.

—¿Tu cabeza está hecha un lío, no? —Río. —Sé que te lo estoy diciendo muy de repente pero... te amo tanto Soo Young. —Acarició la cabeza de la chica. —Estuve pensando que cuando entremos a la universidad, podría comenzar a trabajar y con esos ahorros, alquilar un departamento para los dos. ¡Oh! ¡Y también estuve pensando en que lugar casarnos! ¿Te parece bien ir a Jeju-

Su conciencia de nuevo la mataba, intentaba sonreír pero esa presión en su pecho era más fuerte. No. No podía seguir aguantando ver a Jay de esa manera, haciendo planes como si ellos fueran a estar siempre juntos. Hasta que por fin, pronunció las palabras que tanto miedo le provocaba decir.

—Jay, me voy a morir.

No quería escuchar de la boca de ella esas frías palabras, mucho menos la coreana quería decirlo de tal manera pero... no podía seguir escondiendo su realidad. Notó como el agarre en su mano se intensificó, alertándola. El chico la miró a los ojos procurando que sus lágrimas no salieran.

—¿No te parece bien la isla? Entonces podemos ir a tu ciudad natal, amor. Siempre he querido saber donde vives y... conocer a tus padres y... podemos ir a...

Muy tarde. Las lágrimas ya se estaban mostrando. Volteó el rostro evitando mirar a la chica, sabía que no aguantaría ver esa expresión triste de su rostro. Intentó levantarse pero Soo Young se lo impidió, tomándolo de la camisa. Se volvió a sentar al lado de ella, temblando.

—¿Ya lo sabías, verdad? ¿Por eso actuabas tan raro desde que salimos del hospital, no? No me digas que...

, Soo Young. Ese día el doctor me contó todo. Yo no sabía que estabas tan mal... soy un idiota por no darme cuenta...

—No lo eres, Jay. Yo jamás te comenté nada al respecto porque no creí que... podríamos llegar a formar una relación más que solo vecinos. Pero... te contaré todo. Absolutamente todo. Aunque es un poco largo.

Jay, aún con los ojos algo rojos, tomó a la chica de la cintura para acercarla más a él. Suspiró lentamente y trató de calmarse un poco y le brindó un intento de sonrisa.

—Adelante. Tengo todo el tiempo del mundo, bonita.

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Colors for you | Park JayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora