Capítulo 36 "Clase de cuidado de criaturas mágicas"

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Me encantó salir del castillo. El cielo era de un gris pálido, y la hierba estaba mullida y húmeda, cuando iba en camino hacia la primer clase de Cuidado de Criaturas Mágicas.

Draco hablaba con Crabbe y Goyle. Yo caminaba a su lado, en silencio,
mientras descendíamos por el césped hacia la cabaña de Hagrid, en el límite del bosque prohibido.

Sólo cuando vi delante tres espaldas que me resultaron muy familiares, supe que debíamos de compartir aquellas clases con los de Gryffindor.

Hagrid aguardaba en la puerta de la cabaña. Estaba impaciente por empezar; cubierto con su abrigo de ratina, y con Fang, el perro jabalinero, a sus pies.
-¡Vamos, dense prisa! -gritó a medida que se aproximaban los alumnos-. ¡Hoy
tengo algo especial para ustedes! ¡Una gran lección! ¿Ya está todo el mundo? ¡Bien, siganme!

Hagrid anduvo por el límite de los árboles y cinco minutos después nos hallabamos ante un prado donde no había nada.
-¡Acérquense todos a la cerca! -gritó-. Asegúrense de tener buena visión. Lo primero que tienen que hacer es abrir los libros...

-¿De qué modo? -dijo la voz fría y arrastrada de Draco.
-¿Qué? -dijo Hagrid.
-¿De qué modo abrimos los libros? -repitió Malfoy.

Sacó su ejemplar de El monstruoso libro de los monstruos, que había atado con una cuerda. Otros lo imitaron.
Yo volteé a ver a los demás alumnos para notar que unos, como Harry, habían atado el libro con un cinturón; otros lo habían metido muy apretado en la mochila o lo habían sujetado con pinzas.

-¿Nadie ha sido capaz de abrir el libro? -preguntó Hagrid decepcionado.
La clase entera negó con la cabeza.

-Tenéis que acariciarlo -dijo Hagrid, como si fuera lo más obvio del mundo-.
Miren...

Cogió el ejemplar de Hermione y desprendió el celo mágico que lo sujetaba. El libro intentó morderle, pero Hagrid le pasó por el lomo su enorme dedo índice, y el libro
se estremeció, se abrió y quedó tranquilo en su mano.

-¡Qué tontos hemos sido todos! -dijo Malfoy despectivamente-. ¡Teníamos
que acariciarlo! ¿Cómo no se nos ocurrió?
- Draco... -dije mirándolo seria, estaba siendo muy irrespetuoso-.
El solo me miro y luego se dispuso a acariciar su libro.

-Yo... yo pensé que os haría gracia -le dijo Hagrid a Hermione, dubitativo.
-¡Ah, qué gracia nos hace...! -dijo Malfoy-. ¡Realmente ingenioso, hacernos comprar libros que quieren comernos las manos!
- ¡Ya basta Draco! -lo reproche-.
Estaba acariciando mi libro, que finalmente se abría, cuando Harry dijo:

-Cierra la boca, Malfoy -le dijo él en voz baja.
Hagrid se había quedado algo triste yo solo quería que al ser mi clase favorita fuera un éxito.

-Bien, pues -dijo Hagrid, que parecía haber perdido el hilo-. Así que... ya
tienen los libros y... y... ahora hacen falta las criaturas mágicas. Sí, así que iré por ellas. Esperen un momento...

Se alejó, penetró en el bosque y se perdió de vista.

-Dios mío, este lugar está en decadencia -dijo Malfoy en voz alta-. Estas
clases idiotas... A mi padre le dará un patatús cuando se lo cuente.
-Draco, ¿Que te pasa?, cállate -dije ganándome su mirada de desprecio, al parecer estaba enojado conmigo-.

-Cierra la boca, Malfoy -repitió Harry.
-Cuida tus palabras, Potter.

-¡Uuuuuh! -gritó una alumna, señalando hacia la otra parte del prado.

Trotando en dirección a nosotros se acercaba una docena de Hipogrifos.

Tenían el cuerpo, las patas traseras y la cola de caballo, pero las patas delanteras, las alas y la cabeza de águila gigante. El pico era del
color del acero y los ojos de un naranja brillante. Las garras de las patas delanteras eran de quince centímetros cada una y parecían armas mortales. Cada Criatura llevaba un collar
de cuero grueso alrededor del cuello, atado a una larga cadena.
Hagrid sostenía en sus grandes manos el extremo de todas las cadenas. Se acercaba corriendo por el prado,
detrás de las criaturas.
-¡Id para allá! -les gritaba, sacudiendo las cadenas y forzando a las Criaturas a venir hacia la cerca, donde estabamos.

EL PEQUEÑO PRÍNCIPE-DRACO MALFOY FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora