Parte 5

104 2 0
                                    

Por la mañana, al despertar, vio que Lottie estaba todavía dormida y decidió salir sola a dar un paseo a caballo por el rancho. Así pues, se había duchado y vestido, y había corrido al establo a pedirle a Charlie, el amable anciano que se encargaba de adiestrar a los caballos, y que la había enseñado a montar al negarse Louis a hacerlo, que le ensillara uno. Sin embargo, cuando llegó al establo, Charlie no estaba allí, y en cambio fue con Louis con quien se topó. Nada más verlo, supo que habría problemas. Cuando algo lo irritaba, ladeaba la cabeza y entornaba un ojo de un modo característico, pero ella, que se había puesto a la defensiva automáticamente, no advirtió aquellos signos de peligro. Cuando Louis se enteró de por qué estaba allí, le dijo que volviera a la casa.

—Sé montar —protestó ella—. Charlie me ha enseñado-

—Me importa un bledo —gruñó él—. Mis hombres han visto huellas de osos en el perímetro del rancho esta primavera, así que no voy a permitir que te vayas por ahí sola-

Ella sintió que la invadía un profundo odio hacia él, un odio alimentado por el hecho de que él parecía no haberse dado cuenta siquiera de que en los últimos días estaba cuidando más su apariencia. Desde el primer momento se había sentido atraída por Louis, y se le había ocurrido que, tal vez, si lograra que él se fijara en ella, se mostraría un poco más amable. Una idea ciertamente absurda.

— ¡No me dan miedo los osos! —casi le gritó.

—Pues deberían dártelo —masculló Louis, mirándola de arriba abajo—. No tienes idea de lo que las zarpas y los dientes de un oso pueden hacerle a ese cuerpo joven y perfecto.

Ella se había quedado paralizada por sus palabras. Cuando al fin había conseguido su atención, reaccionaba como una colegiala asustada. Se apartó de él, y aquello pareció irritarlo.

—No te hagas la chica recatada conmigo. Probablemente sabes más de sexo que yo, así que, ¿por qué fingir? Dime, ¿con cuántos hombres te has acostado?

Aquello había colmado su paciencia. Había un cubo lleno de pienso sobre un barril a su lado, y lo agarró con intención de arrojarle su contenido a la cara, pero Louis fue más rápido. La agarró de las muñecas, sujetándoselas tras su espalda, y la atrajo hacia sí.

—Eso... —gruñó—, ha sido una estupidez. ¿Qué es lo que quieres demostrar?, ¿Que no te gusta lo que eres?

— ¡Tú no sabes lo que soy! —le gritó ella, dolida, mirándolo con aprehensión.

—¿Ah, no? - Las fuertes manos de Louis la atrajeron más hacia sí.

— Últimamente no has estado comportándote precisamente como una chica tímida —le dijo en un tono sensual que despertó nuevas sensaciones en su tenso cuerpo—: con esos vestidos entallados y escote en uve, lanzándome miraditas cada vez que nos cruzábamos... — le soltó las muñecas y sus manos se deslizaron por debajo del dobladillo de la blusa que llevaba puesta, tocando la suave piel de su espalda. Aquella caricia era increíblemente gentil, pero a la vez abrasadora—. Acércate más —murmuró, mirándola a los ojos. Sus piernas lo obedecieron sin saber qué hacían, y sintió un excitante cosquilleo al frotar sus senos contra el tórax masculino, aun a través de la ropa que los separaba. Las expertas manos de Louis estaban haciendo estragos en ella mientras recorrían su piel de satén y bajaban hasta sus caderas, apretándola más contra sí.

—Quiero besarte, _____ —susurró inclinándose, de modo que su aliento acarició los labios temblorosos de ella—. Y tú quieres que lo haga, ¿no es verdad? Lo has deseado durante días, meses, años... has sido consciente de esta atracción desde el día en que nos conocimos — su boca se acercó unos milímetros más a la de ella, de un modo tentador, mientras seguía acariciándole la espalda, logrando que se derritiera en sus brazos como un cubito de hielo—. Quieres sentir mis manos por todo tu cuerpo, ¿no es verdad, _____? —murmuró, inclinando la cabeza unos centímetros más, atormentándola al mover los labios mientras hablaba.

Mi Enemigo-Louis & TU- TeRmInAdADonde viven las historias. Descúbrelo ahora