Parte 7

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Louis se había sentado al borde de la cama y la había atraído hacia sí, acunándola, mientras trataba de tranquilizarla susurrándole palabras que ella no comprendía en medio de sus sollozos. _____ notaba los fuertes latidos del corazón de Louis contra su mejilla, y cuando él vio que estaba más calmada y los truenos habían pasado, la soltó, depositándola de nuevo sobre el colchón y los almohadones, con una sonrisa tierna en los labios.

—¿Estás mejor? —le preguntó levantándose.
— S... sí, gracias —balbució ella, aturdida.

Louis se quedó allí de pie, observándola con una expresión extraña en el rostro. Ella tampoco podía apartar la mirada de él: el cabello mojado, la camisa medio desabrochada... Era la primera vez que estaba a solas con un hombre en su habitación a esas horas de la noche, y su temor debió traslucirse, porque de pronto, Louis se dio la vuelta, maldiciendo entre dientes y salió del dormitorio.

Después de aquello, él la trató aún con más frialdad que antes, y _____ por su parte se esforzó aún más por evitarlo. Era indudable que algo había ocurrido durante los segundos que estuvieron mirándose de aquel modo tan intenso. Ella no estaba todavía muy segura de qué había sido, pero recordaba vivamente las sensaciones que había experimentado cuando los ojos azules de Louis habían descendido hasta el escote de su camisón, y habían trazado cada suave curva de sus pequeños senos bajo la tela semitransparente. Aquel recuerdo aún la llenaba de rubor.
Justo en ese momento llamaron a la puerta y Lottie asomó la cabeza.

—Baja a comer algo, _____ —le dijo—. Mamá está cortando lacón para hacer unos sandwiches.

—¿Es que ya no trabaja para ustedes la señora Peake? —inquirió _____ mientras iba junto a su amiga.

Recordaba con mucho cariño a la empleada del hogar de los Tomlinson.

—Oh, por supuesto que sí —replicó Lottie mientras bajaban las escaleras—. Está visitando a su hermana, y por eso estará fuera unos días. Y, por cierto, le daría algo si viera las lonchas de lacón tan finas que está cortando mi madre —añadió con una sonrisa maliciosa—. Pobre Louis...
_____ sonrió sin querer.

—Pues sí, pobre, porque si tu madre come como un pajarito, él es un pozo sin fondo.

Lottie se echó a reír.

—Qué mala eres, _____... Es normal, tiene mucha actividad. Y, en cualquier caso, no creas que se muere de hambre cuando no está la señora Peake: cuando mi madre se da la vuelta, va a la cocina y se resarce ampliamente saqueando la nevera.

Cuando llegaron al rellano, el pulso de _____ se aceleró, pero su nerviosismo no tenía razón de ser, ya que al entrar en el espacioso comedor comprobó que Louis no se encontraba allí. Sólo estaba Jay, sentada frente a una humeante taza de café.

—Ah, ya estan aquí... —las saludó sonriendo al verlas aparecer—. Espero que tengan apetito. Miren, aquí tienen pan de molde, unas lonchas de lacón, queso... y una magnífica ensalada.

_____ tuvo que reprimir una risita. Apenas había pan de molde para un sandwich por cabeza, las lonchas de lacón parecían papel de fumar, y con la «magnífica» ensalada sólo podrían servirse unas hojitas de lechuga cada una.

—¿No me digas que Louis se ha vuelto a marchar? —inquirió Lottie mientras se sentaban, al ver que en la mesa sólo había tres servicios.

— Sí —asintió la mujer con un suspiro—, tenía que comprobar no sé qué de la auditoría que van a hacer de la empresa que tenemos en Montana.

_____ no quería ni oír hablar de auditorías. Aquel amigo de su tía que la perseguía para que saliera con él era precisamente auditor de una importante auditora de Nueva York.

Mi Enemigo-Louis & TU- TeRmInAdADonde viven las historias. Descúbrelo ahora