Parte sin título 27

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  Los ojos de _____ descendieron hasta los finos labios de Louis, y se quedó mirándolos con una intensidad de la que ni siquiera era consciente. Sencillamente no podía evitarlo. Hacía tanto tiempo desde la última vez que se habían besado, que la había estrechado entre sus brazos...

—¿Quieres que te bese? —le preguntó Louis en un tono quedo. Inclinó la cabeza hacia ella—. Vamos, dilo, no te contengas.

El labio inferior de _____ tembló ligeramente, recordando aquel día de Semana Santa, en los establos, el modo diabólico en que la había tentado, humillándola, para luego apartarse.

—No pienso suplicar —le dijo.

En un primer momento, Louis frunció el entrecejo sin comprender, y luego esbozó una sonrisa.

—Manda el orgullo a paseo, _____ —le susurró. Se inclinó un poco más y posó sus labios sobre los de ella, acariciándolos, separándolos con pericia.

—¿Qué importa quién empiece si los dos lo deseamos? —le dijo apartándose un instante mientras sus dedos se enredaban en el cabello de _____.

Él se colocó a horcajadas sobre ella y se inclinó de modo que _____ pudiera sentir los fuertes latidos de su corazón contra su pecho.

—Louis... —gimió ella subiendo las manos y despeinándole el cabello. Cerró los ojos y se arqueó, apretándose contra su cuerpo. Aquello era el paraíso...

Louis tomó sus manos y las colocó abiertas contra la pechera de su camisa de algodón.

— Acaríciame, _____ —le susurró—, frota tus manos por mi pecho.

Ella pasó las palmas por la tela despacio mientras Louis la besaba, y pronto él empezó a excitarse.

—_____... —jadeó.

Se incorporó un poco, desabrochándose impaciente la camisa, y volvió a tomar las manos de ella, poniéndolas contra su tórax sudoroso y desnudo.

— Sigue, _____, sigue...

Ella se quedó mirándolo fascinada, sintiendo que el deseo se encendía dentro de ella, como una llama, y se deleitó con la sensación nueva para ella. Tenía un aspecto tan masculino y sensual así, medio desnudo, con el cabello revuelto, los labios ligeramente hinchados, los ojos entornados con un ardor indisimulado en ellos...

Los labios de Louis volvieron a descender sobre los suyos, separándolos con una pasión casi salvaje mientras tomaba lo que necesitaba de ella. _____ notó el contacto aterciopelado de su lengua explorando cada rincón del interior de su boca, invadiéndola, y le clavó las uñas en el pecho antes de rodearle el cuello con los brazos para aferrarse a él, y arqueándose de nuevo hacia sus cálidas manos, esas manos que sabían dónde y cómo tocarla para volverla loca. Un gemido ahogado escapó de entre sus labios, y Louis se apartó un poco, preocupado.

—¿Te estoy haciendo daño? —le dijo, tratando de ir más despacio.

—Oh, no... —le contestó ella, estremeciéndose de placer con sus expertas caricias.

Los pulgares de Louis trazaron círculos en torno a sus pezones, y ella contuvo el aliento extasiada.

—Ya no me tienes miedo, ¿verdad? —le preguntó él.

_____ sacudió la cabeza lentamente, observándolo con el corazón en los ojos.

Louis la acarició con más sensualidad, y _____ se arqueó hacia él como un gato mimoso. Sus labios atraparon otra vez los de ella, y le desabrochó el camisón hasta la cintura, devorando con sus manos cada centímetro de piel que quedaba al descubierto.

Después, se inclinó despacio, depositando su peso sobre ella, y _____ pudo sentir cada línea de su masculino contorno. Parecía que su cuerpo se hubiera hecho uno con el de él, que estuvieran disolviéndose el uno en el otro, que las suaves curvas de ella encajaran perfectamente, como las piezas de un puzzle, con los duros ángulos de la anatomía de él. Se aferró a Louis sin temor alguno, deseándolo hasta tal extremo, que era una verdadera tortura estar tan cerca de él, y a la vez sentir que no era suficiente. Temblorosa, apartó escasos milímetros sus labios de los de Louis, moviéndose sensualmente debajo de él, tratando de pegarse aún más a él, y éste jadeó.

—Por favor —le rogó desesperada, sin saber qué estaba pidiéndole—, por favor, Louis... necesito... te necesito...

Él tomó su rostro entre sus manos, que también temblaban, y con el rostro contraído y el cuerpo tenso como un arco tensado al límite, la miró atormentado.

—No puedo —le susurró, apartándose de ella. Se tendió a su lado, y la atrajo hacia sí, abrazándola con ternura, acariciándole la espalda para calmarla, para acallar las voces del deseo en ella.

—Louis... —murmuró _____ contra su garganta, empapada por el sudor—. Louis...

—La próxima vez... —le prometió él al oído— no me detendré. Llegaremos hasta el final.

—Pero, ¿por qué, Louis? —gimió ella confundida—. No quería que pararas.

Él se rió suavemente.

—Lo sé, pero no quiero ni pensar en qué diría la señora Peake si entrara y me encontrara aquí contigo, dando rienda suelta a mis instintos.

—¿La señora Peake? —repitió _____, que en ese momento se había olvidado del resto del mundo.

—Le he pedido que te suba unas fresas con nata, ¿recuerdas? —le dijo él incorporándose y abrochándose la camisa.

_____ emitió un gemido ahogado.

— ¡Oh, lo olvidé! —murmuró incorporándose también en la cama, como un resorte.

Los ojos de Louis descendieron al pecho de la joven, y ella se sonrojó como una adolescente, apresurándose a taparse.

—No seas tímida conmigo, _____ —la reprendió él suavemente—. Eres preciosa.

Ella sonrió como una boba y se sonrojó aún más.

—Louis... —le dijo al cabo de un rato, alzando la mirada hacia él—. ¿Por qué?

—¿Por qué, qué? —murmuró él.

—¿Por qué has hecho esto? —dijo ella—. ¿Qué quieres de mí?

—Todo —le respondió él quedamente.

_____ escudriñó sus ojos azules confundida.

—¿Por cuánto tiempo?

Louis se encogió de hombros.

—¿Quién sabe?

—¿Y qué hay de lo que «yo» quiero?


Mi Enemigo-Louis & TU- TeRmInAdADonde viven las historias. Descúbrelo ahora