PROYECTO 4S3S1N0[BORRADOR][+21]

Ipsum lumen (Muy claro)

Sé que todo son órdenes. Hay que seguirlas al pie de la letra, respiro hondo. Mis recuerdos se mezclan en mi cabeza, pero hasta mí viene uno muy feliz.

《La brisa, las olas de fondo, puedo sentir la arena entre mis dedos de los

pies. Nuestras risas son muy huecas. Se escuchan a través de, ¿altavoces?.

—¡MAMÁ, ESPÉRAME!— Una niña de pelo cobrizo, ojos azules y tez clara, corre detrás de su madre. Su tierna sonrisa denota felicidad en su

rostro, me voy acercando cada vez más a esa niña y a su madre, puedo reconocer sus rostros.

—¿Mamá, eres tú? —Me oigo de fondo, pero cuando vuelvo a mirar a la niña ya no está.

—Hija, ¿seguimos jugando? —Ahora soy yo esa niña pequeña.

—¡Nereida!—Oigo a mi padre llamarme. Lo puedo ver dentro del agua. Agita sus manos, pidiéndome que me adentre en el océano. Cuanto más me intentó acercar a él, más lo pierdo y es imposible continuar hacia adelante después sé desvanece. Me doy la vuelta buscando de nuevo a mi madre y ahora es ella la que no está. Una fuerza que emerge del fondo

del mar se aferra a mi tobillo e intenta sumergirme, cuanto más lucho e

intento soltar la atadura invisible que me arrastra. Es peor. Peor que cualquier otra horrible experiencia que logré recordar. Esa fuerza invisible que me arrastra lo está consiguiendo y poco a poco me falta el oxígeno, impidiendo luchar, perdiendo mis fuerzas y sintiéndome cada vez más derrotada. Al final dejó de luchar cediendo ante lo que quiera que me esté llevando, y mi final es hundida. Cambiando este feliz recuerdo, por uno verdaderamente terrible.》

Me despierto agitada, sin poder volver a moverme, toda mojada, mi

respiración alterada retumba con fuerza en mi cabeza, mis gritos están saliendo fuera de ella y mis ojos van percibiendo los colores y las luces de mi

alrededor. La pantalla me ciega un poco, debo de volver.

Mi nariz vuelve a percibir ese hedor, el recuerdo me va viniendo.

—Alicia, no sé si ya estás de nuevo aquí. Solo quiero que me escuches y que cuentes mi historia si consigues salir de aquí. Aguanta, eres más fuerte que yo y conseguirás salir de este lugar.

《Ese día me desperté calada de la cabeza a los tobillos. Me había tirado un cubo de agua turbia encima. El olor tan repulsivo que ahora está en mí, hacía que mi estómago se revolviese, queriendo incluso vomitar.

—Pensé que ya no estabas en este mundo, llevas todo el día sin comer. —Miró a Ernesto mostrando mi desprecio.

—Volviste a atarme. ¿Qué soy un preso del Medievo? Quítame los grilletes. ¿Serás mi verdugo? —Tiro de mis articulaciones, queriendo escapar de mis ataduras. Saliendo de mi garganta, un gran gritó. No sé si es el eco o producto de mi imaginación. Un segundo grito se escucha al final del pasillo.

—La única manera de que me dejes darte de comer, yo solo quiero cuidarte. Nunca me dejaste realmente, solo sabias hablar. ¿Realmente alguna vez me escuchaste?

—¡Ja! No me hagas reír ridículo.— inmediatamente su expresión cambió y fue más brusco al moverse de nuevo. Su forma de hablar, su expresión facial, al ver otro lado de él, no lo conozco y siento estoy con un verdadero desconocido.

Ahora mismo habla y habla. Está claro que su obsesión nos llevó a todo esto. O

eso creí.

—¡Estás enfermó y necesitas ayuda!, ya no sé si tengo odio hacia ti o me das lástima.— Todo remezclado en mi cabeza, no sé si odiarlo o no.

Realmente él podría estar muy enfermo. Él me mira y es boza una sonrisa, que para nada resulta tranquilizadora. Acerca a mi boca una cuchara. No tengo ningunas ganas de comer. Lo intenta de nuevo varias veces.

—¡YA TENDRÁS HAMBRE!—Tira la bandeja al suelo, con todo lo que tenía encima. El estruendo del plato contra los ladrillos para mis oídos es atronador, me colocó de rodillas en el colchón y hundo mi cabeza entre mis rodillas. Entre sollozos, oigo la puerta como se cierra. Por el rabillo del ojo, detecto como Ernesto se marcha. Mi vista va nublándose, mis ojos se van empañando por las lágrimas que sé originan.》

—Solo puedo pensar en si me estarán buscando, si sé habrán dado cuenta que he desaparecido. ¿Alicia?— No escucho respuesta, pero si puedo escuchar ruidos al otro lado. ¿Estará bien?

—Puedo entenderte, este tiempo aquí es horrible. Pido

morir cada día. —La oigo por fin, después de tantos días.

—Y esto no ha hecho nada más que empezar. Eso es lo que presiento. ¡AH! ¡ME LLEVA!— Dice ella a voces, de manera fugaz a penas habíamos cruzado unas palabras y de nuevo la iba a torturar.

***

Y han pasado los días sin que nadie aparezca por la habitación contigua, yo sigo hablando sola para no perder la cabeza, 《más todavía》

Me encuentro atada y sin fuerzas, quiero seguir luchando pero no sé hasta que punto merezco tanto vivir. Y él Por mucho que diga cuidarme solo venía a dejar un plato de comida diaria. Pasado unos días más por fin decidió pasar de visita, ninguno de los dos nos dirigimos la palabra, simplemente nos aguantamos la mirada y después la puerta se cierra de golpe de nuevo.

Se puede escuchar a alguien gritar al fondo del pasillo, ¿será Alicia? De nuevo unos pasos se aproximan hacia mí. El tranco de la puerta de al lado suena y escucho un ruido seco de algo que cae de golpe, después solo se escucha cerrar el mismo seguro y los pasos dando la vuelta.

—¿ERNESTO?— Digo a voces para que pueda escucharme. La persona regresa y se para en mi puerta que escucho como abre el seguro de esta. La puerta chirría al abrir y justo escasa luz desaparece, escucho pisadas dentro del lugar, pero todo está muy oscuro. Palmo por las paredes el interruptor, que parece no funcionar en este momento, después de varios intentos finalmente la luz parpadea y más o menos se ve algo. Sé que escuche a alguien más, pero ahí no había nadie y la puerta estaba abierta. Fue entonces cuando una respiración reposaba sobre mi nuca.

—¿Ernesto?— Dije con temor.

—¿Me buscas?—Efectivamente, la voz venía de mi espalda. Tenía que correr ahora era el momento, con la luz titilando otra cosa que pude ver era mi bandeja de la comida, que tenía un tenedor. No lo pensé, lo agarre y con un movimiento hacia atrás se lo clave en el costado y después salí corriendo por el pasillo oscuro y estrecho del lugar. No sabía en qué dirección ir, solo seguía mi instinto. Solo pedía que no me fallase.

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¡Gracias!