17; capítulo largo.

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  Aizawa regresó e hizo pelear a los vencidos, luego, los que quedaron pelearon con los últimos ganadores. A mei le toco pelear con Tokoyami, lo que se le hizo difícil. Perdío, aunque estaba cansada y no tenía consciencia de cuanta fuerza necesitaba para dar un buen golpe. Cuando regresaron al aula, Mei se fue algo preocupada. Por Momo y Todoroki. El no le había hablado desde que Momo fue a la enfermería. Aizawa no le dijo nada acerca de Momo, ni una sola palabra.
  Cuando entro a su casa, sintió un escalofrío y un aire intenso proveniente de su habitación. Solo se imagino que había dejado la ventana abierta, pero era mucho viento y aunque hacia calor ya estaba helando su cuerpo. Se dirigió a la habitación y cerró la ventana. Se cambió, tomó su celular pero no lo uso, lo dejo encima de la mesita de luz. Tuvo una siesta, y al despertarse se cambio para luego salir a la calle. Cerca de su casa estaba la plaza en la que había peleado con Todoroki, fue allí con el propósito de contemplar las flores que que habían y luego pasearse un poco por las calles. Para ella era un barrio alegre y lleno de negocios lindos. Pues era verdad, por la noche habían muchas luces, gente disfrutando del sabor de los helados, y mucho más. Pero, había un callejón oscuro lleno de personas con capucha, todos vestidos de negro. Tuvo una experiencia allí, dos hombres intentaron llevársela, pero actuó rápidamente y se liberó. Incluso, al recordar ese callejón un aire que daba cosquilludo recorrió su cuerpo.
  Estuvo sentada allí hasta que se paró y se estiro, para luego abandonar el parque y recorrer la zona mientras el sol se escondía. Los faroles se iban encendiendo de a poco y las luces de todos colores de los negocios lucia el lugar:

Olvide decir que, Mei vestía unos pantalones de color negro, y una remera ancha que llegaba un poco más allá de su cintura

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Olvide decir que, Mei vestía unos pantalones de color negro, y una remera ancha que llegaba un poco más allá de su cintura.
  Mientras se paseaba por ahí, se detenía delante de vidrieras para observar ropa y luego continuaba. Más tarde, frente a un local gigante lleno de gente adentro, Mei había comprado  un accesorio para el pelo en forma de corazón, aquel tenía manchas blancas y lo demás era rojo, lo que le hizo acordar a Todoroki antes de comprar unos aros para salir de fiesta. Llevaba los dos accesorios en una bolsita pequeña que colgaba de su mano mientras caminaba hacia una vidriera llena de collares, anillos y más cosas.
  Volvió a su casa y paso por enfrente del callejón tenebroso y oscuro que había, echo un vistazo y luego se volvió a caminar. Al llegar a su casa algo alegre, comenzó a probarse las cosas que había comprado. Luego escucho que su celular vibraba. Al prenderlo, vio un mensaje de Mina que la invitaba comer soba mañana a la tarde junto a otros compañeros de la U.A, Oshina aceptó, quedando en verse mañana. Mei comió fideos, y luego de lavar el único plato que uso, se desvistio y se dejó caer en su cama. Tiro al suelo una frasada calurosa para ella en ese momento, y durmió destapada. Al día siguiente se levantó pensando que sus piernas eran un tipo de plomo. Cepillo sus dientes, se baño, después se vistió para irse. No comió nada en su casa, se llevo un pan que lo termino de comer antes de entrar a la Academia.
  Faltaban bastantes chicos, incluyendo a Momo, la compañera que había golpeado el anterior día. Solo vio a Mina, Todoroki, Midoriya, Uraraka, Denki, Kirishima, Bakugou y Jirou. Ella se sentó donde le correspondía. Deku, Uraraka, Denki y Kirishima estaban hablando en un círculo cerca de el asiento de Bakugou, que al parecer estaba aguantandolos, y luego estaba Todoroki, sentado adelante de Jirou. Estaban hablando. Mei achico los ojos, fastidiada. Miró de reojo a Jirou, y corrió un poco su banco para escucharlos. Estaban hablando de Momo, Todoroki se lamentaba y esperaba que se mejore. Jirou, algo molesta, fruncia las cejas cuando hablaba de Mei. Y en un momento, la volteó a mirar. Mei clavo los ojos en la mirada de Jirou, abriendolos más que nunca. Tenso la mandíbula y par creo una ola de viento afuera de la ventana al mirarla. Los demás, silenciosamente, la miraron con asombro menos Bakugou que escondía su rostro pegándolo a su mesa.
Todoroki giró la cabeza, pero Mei ya no estaba mirándola.
  El resto de la clase, Jirou no hizo más contacto con Todoroki y cada tanto miraba por la ventana como las hojas del árbol se caían y los árboles se sacudian. Estuvo toda la clase con la mente fijada en nada más ni nada menos que en el estado de Momo.
  Al terminar la clase, Mei se dirigió a su casa esperando tener a Todoroki detrás, pero esta vez no estaba allí, fue un camino largo y aburrido. Se desvió sin darse cuenta y se dirigió al bosque que se encontraba super lejos de la U.A. Allí, se encontró con un edificio grande y de aspecto viejo, pero desde adentro, se oían voces que murmuraban. Se quedó unos minutos parada, inmóvil, hasta que echo un vistazo que le dio curiosidad. Desde un orificio que había en una ventana completamente destruida, se abrió paso al interior del edificio. Lo recorrió lentamente, guardando cada detalle en su mente, desde que las voces se silenciaron. Llegó a un punto, donde se encontró con un bar aislado, habían vasos servidos arriba de la tabla del bar, y una tele prendida. Ya no tenía duda de que había alguien con ella, o más de alguien, ya que además de un vaso, habían 5 más servidos. Se acercó a la tabla, agarró un vaso que después olio;
《Vodka.》Se dijo a si misma. Regresó el vaso.
Para luego mirar atras y encontrarse con un hombre de pelo celeste, pálido, que vestía una túnica de color negro. Que después de eso acerco a ella una mano, que encerró a Mei entre sus brazos.
     — ¿Q-Quién eres? —Murmuró ella, mientras forzejeaba para liberarse de su agarre—.
     — Eso deberías contestar.
  La pelinegra abrió los ojos como platos. Golpeó con su codo la costilla de aquel hombre, el se inclinó bajó el dolor del golpe, dejándola así, suelta. Se reclino, luego le dirigió una mirada amenazadora.
     — Ya no se escondan. Ya lo sabe —Dijo él.
     — ¡Hubiera sido más divertido si salíamos para salvarte, Una entrada epica! —Exclamó una rubia al salir de su escondite junto a un pelinegro altísimo para Mei—.
     — ¿Que haremos con ella?
     — No me tocarán ni un pelo, atrevanse —Dijo con valentía—.
     — Que rabia. —Dijo uno, que traía puesto un traje todo negro.
     — No. Parece valiente.—Dijo el hombre alto—.
    — Les vendría bien una paliza —Ella se lanzó arriba del primer hombre que se presentó, con un grito de motivación—.
  Golpeó en el estómago al primero que se le lanzó, que se inclinó de dolor nuevamente. El hombre alto extendió la mano, y de su palma, salio un fuego de color azul que llegó hasta afuera del edificio. Mei se agachó para que sólo pudiera tocar su cabello. La rubia rozo la herida donde Momo había tirado su arma. La pelinegra tomo su muñeca, de una ventana rota entro un aire que le dio una fuerza para que luego la golpeara, hasta llegar a una pared con la que se golpeó. Vio un bidón de agua, se acercó a el rápidamente y lo rompió. Tocó el agua y sintió como se penetraba en su cuerpo, dándole fuerza para un próximo golpe que utilizó contra un hombre que al que se le expandian unas llamas negras ocupando su cabeza. Pero un agujero negro lo sustituyó, y detrás de el agujero estaba él. Su mano apareció cerca de la rubia que se estaba poniendo de pié. Mei se lanzó aproposito en ese portal y golpeó a la rubiecita lanzandola nuevamente al suelo. El hombre alto agarro a Mei furiosamente de la cintura, como si fuera un juguete.
     — ¡SUELTAME! —Exclamaba Mei sobre su hombro—.
     — Ya has hecho bastante, pequeña. —Dijo, para luego acorralarla y golpearla.
  Mei cayó en el suelo desmayada, con la mejilla colorada.
     — ¿Que hacemos con ella? —Preguntó.
     — Lleva a esta india al sótano, y atala en una maldita silla. —Ordenó el de pelo celeste.
  El pelinegro miro de reojo al de pelo celeste, la tomó y la subió a su hombro, llevándola al sótano. La ató, y luego la dejo sola, encerrada. Antes de irse, noto unas gotas de sudor que quito pasando un dedo por encima.
  Ella despertó algo cegada. Su estómago rugía, pero sus manos estaban fuertemente atadas. Y no sólo tenía una soga, tenía varias sogas que la apretaban.
Espero unos minutos para ver si alguien entraba ahí, pero nadie lo hizo hasta que se durmió, nuevamente. Cuando se despertó vio al primer hombre que se le cruzo en el edificio. Estaba sentado, junto a un hombre y una chica más, los mismos que había visto antes: el pelinegro y luego la rubia, que estaba sonriendo forzadamente.
     — ¿Cómo llegaste aquí? —Preguntó uno—. ¿Te perdiste?
  Hubo un silencio de respuesta. La pelinegra, algo asustada, bajo la cabeza e intentó liberarse desesperadamente. Se irgio en su asiento, y derrepente noto una cinta adherida a su boca.
     — Me dicen tomura, a él le decimos dabisito, y está loca se llama toga.
     — ¡MUCHO GUSTO! —Exclamó Toga exitada.
     — No digas eso. Esta mujer te golpeó y te dejo una marca. —Dijo Dabi, sin apartar la mirada de Oshina.
  Shigaraki hizo un silencio junto a los dos, se aclaró la garganta con una tos falsa.
     — ¿No dirás nada?
  Mei levantó la cabeza con la frente arrugada, pensando que se estaba burlando. Pero en realidad Tomura no había notado la cinta. Dijo algo bajo la cinta, y enseguida el chico pálido se levantó a quitarle la cinta. Luego se sentó.
  Oshina largo una respiración agitada.
     — Me perdí, y entre aquí de casualidad —Relató cortante Mei, apuntó de soltar lágrimas—. Déjenme ir, yo nunca quise llegar aquí, no me gusta cuando me subestiman, así que me puse nerviosa y los..los golpee. —Se agitó nuevamente en la silla, sintiendo como una gota de sudor se deslizaba hasta llegar a su cuello.
     — No te irás de aquí tan fácilmente. —Toga sonrió—, Verás: somos los enemigos de los héroes más famosos de aquí, pero últimamente estamos necesitando una persona más.
     — Yo no quiero unirme a ustedes —Murmuró—. Estas algo confundida, rubia. Voy a una Academia de héroes, con el propósito de luchar contra villanos atacando a la gente porque si, pero nunca me metería con un villano que no ha hecho nada malo aún, no atacaria primero —Explicó ella, tratando de caer bien—. Por ejemplo. Entre aqui por error, y sólo me defendí. Era obvio que ustedes me querían matar o algo asi. Y me están lastimando, estoy muerta de hambre.
  Los dos villanos sentados enfrente de ella hicieron silencio mirandola fijamente, mientras que Toga se reia en silencio, también.
Tomura decidió hablar, alzo una mano cubrida por un guante blanco y la otra mano sobre su regazo.
     — Entonces... —Murmuró con la voz débil—. ¿Quieres comer, y qué te mimemos? —Preguntó sarcasticamente—.
  Dabi solto un suspiró entre una sonrisa silenciosa, y Toga se reia carcajadas.
     — Puedo liberarme sola. Agradece que no lo hago, sólo provocame, maldito —Mei se desvió con unas palabras vulgares, y en cuanto Toga paro de reir acercó su cuchillo a el cuello de Mei, haciéndole brillar la punta amenazadoramente.
     — ¿Qué has dicho?
     — Me suelto, ¿O no?
  Toga se alejó boquiabierta, mientras asentía. Mei cerró los ojos y suspiró. Hizo una pausa, luego tiro de la soga unos segundos y una de estas se cortó.
Tomura y Dabi dejaron caer sus sillas poniéndose de pié. Dabi, con su mano extendida amenazando a Mei, le dijo que se quede quieta. Pero no obedeció. Rodo por el suelo antes de que el fuego la toque, y Toga, a unos metros de distancia, tiro su cuchillo, que en vez de clavarse en la piel de Mei, se cayó a tocar la pared. Ella huyó subiendo las escaleras que la llevaron hasta arriba, donde estaba el bar anterior, escapó de aquel edificio por el mismo orificio por el que había entrado allí. Pero se encontraba rodeada de árboles que la mareaban. Cuando recordó la casa de Todoroki, era especial en esa ocasión. Se sabía el camino de memoria. Se dirigió a la casa de Todoroki directamente sin parar hasta encontrar su destino. Cuando por fin, la vio a unos metros de distancia. Una sonrisa aliviadora, la llevó corriendo hasta la puerta. Golpeó la puerta y se apoyó en sus rodillas. Vio que estaba toda sucia y le caían varias gotas de sangre, que por suerte, Toga no había conseguido.
Una chica de pelo blanco la atendió, similar al de Todoroki.
     — ¡Oh dios mio! ¿Estás bien cariño? —Ella se lanzó sobre Mei, apoyando una mano sobre su hombro.
     — ¿Quién es? —Preguntó una voz que Mei reconoció en un segundo: Todoroki.
  El apareció detrás de la mujer que estaba abrazandola y mirando sus heridas. Abrió los ojos como platos y la mujer se apartó, dejando a Todoroki pasar. El paso un brazo por sus hombros y la llevó hasta el interior de la casa. Mei le explico que se peleó con unos tipos y la atacaron.
  Ella ya estaba llorando, y, con la voz avergonzada, Todoroki agregó:
     — Dejémoslo descansar. Que duerma aquí hoy.
     — No...Todoroki, yo no quiero molestar.
     — No molestas. Mi hermana te prestara ropa, y te puedes bañar si quieres.
  El se fue, antes de irse agarro el celular que al parecer le pertenecía.
     — Ven, yo te prestare ropa.
  Mei se quedó excesivamente pegada a la hermana de Shoto. Cada cosa que le pedía ella se lo daba, aunque sea algo imposible. Esa noche iba a dormir en el sofá cama. Ceno unos sabrosos fideos, para luego irse a dormir. Todoroki había curado sus heridas, y cuando comieron, ella le pedía hielo para agregarle a su bebida.
  Antes de irse a dormir, Todoroki charlo unos minutos con ella.
     — Entonces. ¿Los derrotaste?
     — Si —Contestó entre un bostezo Mei.
     — Que bien.
  En un instante, luego de que Shoto la felicitara amargamente, Mei acerco su rostro al de Todoroki inconscientemente.
     — Tu manchita es muy linda. Tu cabello también.
  Ella sonrió. El se sintió alabado, entonces le dedico una sonrisa, que no todos la obtenían después de hacerle un cumplido pues ella era especial para todo el mundo.
     — Gracias. Buenas noches.
  Finalmente se despidió y rápidamente se fue a dormir.  Al igual que Mei.

𝐎𝐛𝐬𝐞𝐬𝐢𝐨́𝐧 [𝐓𝐨𝐝𝐨𝐫𝐨𝐤𝐢 x 𝐓𝐮]    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora