3🩸Esperanzas

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Tras caminar y caminar, volvió al mismo lugar donde llegó.

Revisó la hora con solo ver la luna, esperó unos diez minutos en lo que llegaba Narumi, pero este idiota no se presentaba.

Espero otros veinte, e igual manera no se apareció.

Suspiró sabiendo que aquello pasaría, camino hasta un callejón, abrió sus alas y escuchó gritos de un tipo, pero éste estaba drogado, igual se lo llevarían al psiquiátrico si lo contaba. Comenzó a moverlas para emprender vuelo, creó el hechizo de bloqueo de percepción con una piedra mágica que le regaló el menor de los Kobayashi, fue así como comenzó a volar por toda la ciudad sin que nadie le notará.

Tras unos minutos sobre las nubes, logró divisar la cabaña. Comenzó a descender, hasta llegar al césped, guardó sus alas y rápidamente entro a la cabaña, deshizo aquel hechizo y se tiró en la cama. Tomó entre sus brazos una de las tantas almohadas y la apretó con fuerza, sus sollozos los ahogó en ella.

Era muy iluso, él lo sabía, pero aún así, tuvo la mayor ilusión de encontrar a su madre aunque sea en la calle, pero no encontró nada que le diera una pista de su paradero.

Le dolía no haberla conocido, no haberla escuchado, no sentir un abrazo de ella. Lo único que tenía era la manta que le hizo para cuando naciera.

Se quedó dormido en medio de su llanto y dolor.

🩸

Unas suaves manos estaban acariciando su cabello, no podía abrir sus ojos. Pero escuchaba un raro canto.

Se quejó un poco, recibiendo como respuesta un shusheo para calmarlo.

-Debo... Encontrarla... -murmura el moreno.

-La paciencia es una ciencia -dice aquella voz, parecía de otro sujeto que no era su padre, pero tampoco parecía de mujer. Simplemente sonaba extraña.

El morocho abre sus ojos y se sienta con rapidez, no había nadie. A menos que la uva se halla dado cuenta.

-¿Hola? ¿Hay alguien aquí? -cuestiona, pero nadie responde, analiza el cuarto desde la esquina izquierda hasta la derecha y la devuelve hacia la primera dirección. Solo que ahí ya vio a alguien, y era ese mismo tipo de la noche anterior -. Maldición, me visitó un muerto -bromea y el chico deja de cruzar sus brazos.

-Meikiro Izumi -hace una reverencia ante el moreno -. Morí al inicio del siglo veintiuno -dice después de erguirse -. Sin embargo, me dejaron estar hasta este año en el mundo humano, para después poner mi alma en una arma para un príncipe de otro universo -informa -. Eso es todo lo que querías saber de mi, ¿Cierto? -cuestiona cruzando nuevamente sus brazos.

-Vaya~ ¿Cómo entraste? Se supone que no tienes poderes, ¿o si?

-De hecho, mis poderes son inútiles, mi alma está en un esqueleto de madera -responde, aclarando el porque estaba presente -. Ni siquiera puedo comer comida humana, así que siempre digo que no tengo hambre o que olvidé que me habían invitado a comer, y ya estaba lleno.

-¿Y cómo para qué me viniste a buscar? -inquiere nuevamente el morocho más pequeño.

-Parecías buscar algo anoche, noté todos tus sentimientos negativos controlados, príncipe de las tinieblas -responde, Yuu quedó en blanco, okey, ya se había dado cuenta que es mitad demonio y ángel, ¿ahora qué? Hacerse el muerto no es una opción, los dragones no son nada fáciles de engañar, a menos que sea un idiota, claro -. Al parecer di en el blanco. ¿Qué es lo que estás buscando? Puedo ayudarte en lo que pueda.

-Eso a ti no te importa -responde molesto el joven demonio.

-De hecho me importa, ya que yo tenía como misión, desde hace mucho, ayudarte en lo que necesitaras, si Michael moría, claro, pero el que murió fui yo... Lo protegí a él en medio de una batalla contra humanos que intentaron cazarlo, fue así como di mi vida por mi mayor -relata. Los ojos de Yuichirou estaban abiertos como platos. Sabía que a la lagartija negra le pasaba algo que tal vez sentía culpa, ahora ya sabía la razón.

El Hijo de Satanás «MikaYuu» [Concluida]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora