Recuérdame porqué te amo.

Capítulo 11

Wangxian hace lo que se suponía que debían hacer en el orfanato... y también algunas cosas que técnicamente no debían estar haciendo.

~o0o~

Lan Wangji había olvidado que no estaban ahí con el único propósito de encontrarse con A-Yuan. De hecho, se suponía que iban a ser voluntarios en el orfanato. Un hecho que la encargada ahora les estaba recordando con una mirada severa que recordaba inquietantemente al tío de Wangji.

—Ejem—ella miró fijamente donde Wangji todavía tenía un brazo alrededor de los pequeños hombros de A-Yuan.

Wangji soltó a A-Yuan apresuradamente.

A-Yuan hizo un puchero, pero se acercó a la encargada de mala gana.

La encargada hizo una mueca de desaprobación al chico que arrastraba los pies por el suelo—Vuelve a la sala de juegos, Yuan—dijo ella severamente—Kiki necesita tu ayuda para ordenar. Si no vas, empezará a llorar de nuevo.

—Ustedes dos—volvió sus ojos penetrantes hacia Wangji y Wuxian—, vengan conmigo.

Los llevaron a una habitación llena de niños y cojines. Un pequeño estante lleno de libros para niños se encontraba en una esquina de la habitación, mientras que una guitarra estropeada estaba en otra. Varios niños se levantaron y victorearon cuando vieron a Wei Wuxian—¡Xian-gege! —gritaron. Algunos otros tiraron tímidamente de los pantalones y la camisa de Wangji, murmurando holas en voz baja.

Wangji se quedó quieto, desconcertado por la fácil bienvenida que le dieron los niños, la simple confianza que brillaba en sus ojos, los toques casuales de consuelo que buscaban de él sin pensarlo. Le dio unas palmaditas en la cabeza a uno de los niños más pequeños, una niña pequeña y delgada de no más de seis años. El resto de los niños inmediatamente lo rodearon, buscando sus propias palmaditas en la cabeza.

Una risa silenciosa se deslizó impotente de sus labios.

Nunca se había atrevido a ser tan cariñoso de niño.

Miró hacia arriba y se encontró con los ojos brillantes de Wei Ying al otro lado de la habitación. Quizás no importaba que su padre no hubiera sido el mejor ejemplo para él. Quizás podría aprender a ser un buen padre de estos niños. Les daría lo que necesitaban, los escucharía cuando hablaran y les daría el consuelo que buscaban. Quizás eso sería un comienzo.

La encargada se aclaró la garganta con fuerza. El clamor de los niños se calmó un poco, pero no se detuvo. Alguien se rio. Alguien más se quejó.

La encargada frunció el ceño—¡Silencio! —dijo con una voz tranquila y aterradora que de alguna manera se las arregló para cruzar la habitación. Los niños se quedaron quietos. Un zapato se arrastró tímidamente por el suelo alfombrado.

—Se comportarán—la encargada dijo firmemente en el silencio de la habitación. Hizo un gesto a los dos hombres que estaban incómodos en medio de su propia pila de niños—. Los dejaré a todos al cuidado de estos dos durante dos horas más o menos. Espero no escuchar ninguna queja sobre su conducta cuando regrese.

—¡Estoy seguro de que no lo harás! —Wei Ying dijo alegremente.

La encargada le dirigió una mirada sombría y salió por la puerta sin decir una palabra más.

Wei Ying sonrió y les guiñó un ojo alegremente a los niños—Entonces, chicos, ¿qué tal si les leo algo, hmm? ¿Les gusta eso?

Hubo una ruidosa votación sobre qué libro se leería. Cuando fue elegido, Wei Ying hizo que todos se sentaran en sus cojines. También tiró de uno hacia Lan Zhan—Siéntate—dijo, poniendo el libro que habían elegido en las manos de Lan Zhan—. Vas a ser mi soporte de libros.