Capítulo 16

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Ellos duermen.

~o0o~

Eran más de las nueve y Wangji estaba completamente despierto. Miró la oscuridad malhumorado, preguntándose qué había sucedido para alterar su horario de sueño una vez increíblemente regular. El insomnio era nuevo para él, al igual que este extraño calor hirviendo a fuego lento bajo su piel, se movió inquieto bajo las sábanas, rodando para acostarse de lado.

Contó ovejas durante diez minutos más antes de darse por vencido y levantarse de la cama. Encendió la lámpara junto a la cama, parpadeando a raíz de la repentina explosión de luz.

La casa estaba en silencio. Se preguntó dónde estaba Wei Ying. Se había ido a tomar una ducha después de que Wangji se había ido a la cama, pero el ruido blanco del cabezal de la ducha se había detenido hace un rato.

Metió los pies en sus pantuflas de conejito y caminó suavemente por el pasillo hasta la sala de estar.

—¿Wei Ying? —llamó suavemente.

La sala de estar estaba en penumbra y oscuridad, la única iluminación era de las farolas fuera de la ventana y las ocasionales luces intermitentes de los automóviles que pasaban. Wei Ying vestía una camiseta holgada con pantalones de pijama, su cabello todavía estaba ligeramente mojado y pegado a su rostro y hombros. Estaba arreglando el edredón rojo del sofá.

Wei Ying lo miró con ojos sorprendidos, sus manos quietas.

—¿Lan Zhan? ¿Por qué sigues despierto?

—Wei Ying...—Wangji se calló, su mente en blanco mientras luchaba por decir lo que quería decir, las palabras eran incómodas y tropezaban con su lengua torpe—¿Por qué... estás durmiendo aquí?

Wei Ying guardó silencio durante mucho más tiempo del necesario. Sus grandes ojos plateados se movieron entre el sofá y Lan Zhan, en conflicto.

—Lan Zhan...—trató de soltar una risita que no llegó a sus ojos—¿Qué quieres decir? Por supuesto que estoy durmiendo aquí, no te preocupes...

—¡Wei Ying!

Wei Ying dejó de hablar.

La sala de estar estaba dolorosamente silenciosa. El fuerte pitido de la bocina de un coche sonó en la distancia. Alguien gritó algo obsceno en respuesta. Un bebé lloraba ruidosamente en algún lugar del vecindario.

Wei Ying se sentó en el sofá y abrazó el edredón para sí mismo.

—¿Qué quieres que haga?

Sonaba cansado, resignado. Su expresión era ilegible, protegida por sombras profundas mientras miraba hacia abajo.

Wangji lo odiaba.

—Quiero que duermas en la cama, ¡conmigo! —soltó, las palabras salieron de su boca sin filtro. Sus oídos se sentían al rojo vivo a pesar del aire fresco de la noche que entraba en la casa por las ventanas abiertas.

Wei Ying se quedó quieto, un leve resoplido de incredulidad abandonó sus labios—¿Qué? —dijo débilmente.

—Deberíamos compartir la cama—Wangji repitió con determinación, sus manos sudorosas y temblorosas donde las estaba escondiendo detrás de su espalda—. Como lo hubiéramos hecho si no hubiera perdido la memoria. No es justo, para ti.

No puedo dormirme y creo que puede ser porque no estás allí, no lo dijo. No puedo soportar pensar en ti durmiendo solo en el sofá con solo un edredón mientras yo duermo en nuestra cama.

Recuérdame porqué te amo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora