Capítulo 2

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—Soy... soy tu compañero de cuarto. —Wei Ying dijo, perfectamente serio.

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N/T: Como recordatorio, el fic original está en emisión todavía.

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El hombre se levantó del suelo y le sonrió alegremente. Un pequeño rasguño enrojeció su mejilla derecha. Sus ojos se veían un poco hinchados e inflamados. La mayor parte de su cabello se había escapado de su moño y caía desordenadamente por sus hombros.

Lan Wangji tragó saliva ante la vista, su corazón latía un poco más rápido en su pecho. Bien, entonces el hombre de ojos plateados era ridículamente guapo. Todavía no negaba todas sus otras cualidades menos que aceptables ¿Su yo futuro se había vuelto tan superficial que se había casado con el hombre más bonito que pudo encontrar?

—Soy Wei Ying—dijo el hombre (Wei Ying, su esposo)—, soy... soy tu compañero de cuarto.

El mundo se detuvo tartamudeando. Wei Ying estaba negando su matrimonio ¿Su yo futuro había tenido problemas matrimoniales?, ¿Wei Ying había estado a punto de divorciarse de él?
Xichen suspiró profundamente, deslizando una palma con cansancio a través de sus rasgos resignados.

—No eres mi compañero de cuarto—Lan Wangji dijo rotundamente.

Wei Ying miró de un lado a otro entre su hermano mayor y él—¿Le dijiste? —dijo obviamente a su hermano. Xichen suspiró de nuevo y asintió lentamente. Los ojos de Wei Ying se abrieron, su boca se abrió y se cerró con indignación—¡Sí lo soy! Yo... yo soy tu compañero de cuarto. En cierto sentido.

—Eres mi esposo—Lan Wangji dijo, una emoción desconocida subiendo por su garganta y asentándose caliente y pesada en su pecho. ¿Por qué Wei Ying todavía lo negaba? ¿No quería estar casado con él? Nunca había sido una persona muy popular o simpática, pero ¿era demasiado pedir tener un marido que realmente quisiera estar casado con él?

—Ah... bueno, sí—Wei Ying se levantó del suelo y se sacudió los vaqueros gastados mientras se levantaba. Parecía estar mirando a cualquier otro lugar que no fuera Lan Zhan, sus ojos se movían de sus jeans al piso y viceversa.

Nadie dijo otra cosa durante tanto tiempo que Lan Wangji estuvo medio convencido de que se había quedado dormido y que esto era un sueño. Un sueño terrible. No la realidad. Intentó pellizcarse a sí mismo. Cuando eso no funcionó, intentó golpearse la cabeza con la palma de la mano.

La mano de Wei Ying se disparó para detenerlo—¡Lan Zhan! ¿Qué estás haciendo?

Miró con terquedad a Wei Ying, su hermoso esposo que era increíblemente molesto y aparentemente odiaba su matrimonio para empezar.

—¿No has tenido suficiente? —gritó, tirando bruscamente de su muñeca del agarre de Wei Ying.

La mano de Wei Ying se mantuvo suspendida por un momento o dos hasta que cayó a su costado sin fuerzas—Ah, Lan Zhan, lo siento.

Lan Wangji no quería escucharlo. No quería escuchar a su esposo diciéndole que lamentaba ser su esposo ¿Por qué se casaron en primer lugar si Wei Ying lo odiaba?

Un pensamiento aterrador se apoderó de él ¿Había hecho lo impensable y había seguido los pasos de su padre? Pensó en su pobre madre, atrapada en su casa por su padre dominante y consumiéndose día a día en su habitación, solo se le permitía ver a sus hijos una vez al mes cuando regresaban del internado. Ella había muerto cuando él tenía nueve años y Xichen tenía doce. Cáncer, dijo su padre. Desamor, dijo Nanny con exceso de trabajo (empleada de limpieza y de cocina) en voz baja, sacudiendo la cabeza lentamente mientras los metía en la cama para sus visitas mensuales a casa. Dejó su trabajo poco después y nunca la volvieron a ver.

Wangji recordó haberla visto peinar el cabello de su madre a través del ojo de la cerradura de su puerta cerrada cuando era un niño (demasiado pequeño para enviarlo a un internado todavía). Ella había estado arrodillada detrás de su madre en su cama, ambas mujeres bañadas por la luz amarillo pálido de una única bombilla de tungsteno que parpadeaba suavemente de vez en cuando. Nanny pasó el peine con cuidado por el cabello de mamá, con movimientos inusualmente suaves. Su madre se inclinó ligeramente hacia atrás en su toque, sus ojos cerrados y los labios entreabiertos. Era la primera vez que Wangji veía relajarse las líneas tensas del rostro de su madre, la primera vez que veía una pequeña sonrisa no forzada en la expresión desprotegida de su madre.

Se había quedado allí, mirando durante mucho tiempo mientras Nanny pasaba su peine por el cabello de Madre, arriba y abajo con un movimiento hipnótico y adormecido. Su tío se había fijado en él y lo castigó por estar parado frente a la puerta de su madre—Quieres demasiado, Wangji—su tío le dijo con severidad, con clara desaprobación en su voz—Si quieres crecer bien, debes aprender a parar.

El médico entró por la puerta abierta, todavía hablando por su teléfono—Quieren demasiado de mí—se quejó, la irritación tirando de las arrugas en su frente—, ya llevo aquí treinta y seis horas, no me quedaré para otro turno. Diles que pregunten a otra persona.

Lan Zhan miró a Wei Ying, que miraba fijamente al suelo, con la mano izquierda apretada con fuerza a la derecha.

—Lo siento, no puedo hacerlo. Sí. Gracias—El médico colgó y se acercó a su cama—¿Por qué no te dan el alta? —espetó con impaciencia, claramente más que listo para irse a casa.

Wei Ying se puso de pie, sus puños se cerraron brevemente antes de soltarse a su lado—Tiene amnesia.

El doctor frunció el ceño—¿Qué año es? —preguntó con brusquedad.

—2021—dijo Wangji con sinceridad.

—Sí, está bien. Reciba el alta ya, está ocupando un espacio limitado en la cama—El médico salió de la habitación sin decir una palabra más.

—Usted...—Wei Ying hizo ademán de salir corriendo por la puerta, balanceando el puño. Su puño se estrelló contra el marco de la puerta con un fuerte crujido. Wei Ying dejó escapar un chillido de dolor, sosteniendo su puño izquierdo en su brazo derecho—Estúpido—murmuró más bajo, soplándose suavemente en sus nudillos rojos e hinchados—. Odio las puertas.

Xichen suspiró por lo que se sintió como la centésima vez, luciendo agotado y frustrado. Juntó las manos y bajó la mirada a su regazo en silencio.

—Hermano—Lan Zhan susurró.

—¿Hm?

—Quiero ir a casa.

Wei Ying lo miró desde donde todavía se soplaba los nudillos junto a la puerta. Sus labios estaban presionados juntos en un movimiento redondo y soplando. Si Lan Zhan tenía la costumbre de engañarse a sí mismo (lo cual no era así), casi podía imaginar que Wei Ying le estaba lanzando un beso.

Recuérdame porqué te amo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora