𝙻𝚒́𝚖𝚒𝚝𝚎𝚜 [𝚂𝚎𝚟𝚖𝚒𝚘𝚗𝚎]

¡Qué mañana!✳

Me desperté envuelta en una masa de túnicas negras. Era tan acogedor y me hacía sentir inusualmente segura. Y el olor, mmhh... pergamino, hierbas y pasta de dientes de menta.

Me giré para mirar el reloj y fue el momento en que me di cuenta de que algo iba mal. No tenía sábanas negras y tampoco podía descifrar el olor familiar que perduraba en el aire.

Abrí los ojos por completo, ajustándome a la brillante luz de la mañana y miré hacia abajo de mi cuerpo.

Dos fuertes brazos me sujetaban suavemente y podía oír la respiración uniforme de alguien detrás de mí.

Me giré lentamente y fui recibida con una cortina de pelo negro que colgaba desordenadamente en un rostro familiar.

Snape.

Dejé escapar un jadeo de sorpresa, Snape se tensó por un momento pero no se despertó.

Oh, maldición. Supongo que era él quien estaba aquí esta noche.

Qué vergüenza.

Me considerará aún más patético después de los acontecimientos de esta noche.

¡Maldición, maldición, maldición!

Volví a mirar hacia él. El hecho de que estuviera dormido me dio la oportunidad perfecta para estudiar sus rasgos de cerca.

Era guapo.

No el típico guapo, sino el misterioso y extraordinario guapo.

Su pelo negro como el cuervo, que por cierto no era ni mucho menos graso, sino que parecía la seda más suave, hacía un contraste asombroso con su piel pálida.