Capítulo 18

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Mi compañera de banco…

Capítulo 18

-Voy a ir a comprar ahora. ¿Necesitas algo hijito?

-No mamá, ya fui la semana pasada y traje todo lo que necesitaba.

-Ah, bueno, nos vemos en unas horitas entonces. –Dijo guiñándome un ojo-

-Sí mamá, suerte.

-Hasta luego.

Apenas ella salió de casa pude sentir como toda la tensión desaparecía y al fin pude relajarme, me tiré en el sillón largo de mi sala de estar y respire profundamente. Escuché un poco de ruido en dirección al pasillo pero no le di importancia y cerré mis ojos por unos segundos. Pude oír como Antonella se sentaba en el sillón contiguo y fue en ese momento que las dudas sobre la conversación entre ella y mamá empezaron a asaltarme.

-¿Cómo sobreviviste?

-De verdad no quiero hablar sobre eso, la guerra fue muy dura para mí…

-No seas tonta, dale decime como lo lograste. –Dije mientras me reía-

-No sé, simplemente dije la verdad, hable, escuche lo que ella dijo y eso es todo.

-¿Qué te dijo?

-No mucho, hablo sobre ella y su trabajo, me conto un poco de todo, nada más.

-¿Te dijo algo sobre él?

-¿Sobre quién?

-Sobre mi padre…

-No, prácticamente no lo nombro, es como si no existiera.

-Exactamente, se fue cuando tenía once y nunca más lo volví a ver.

-Oh… Em… Yo… Lo siento.

-No digas eso, estoy cansado de que la gente lo diga cuando no saben nada.

-Perdón, de verdad no tenía idea de esto, me acabo de enterar.

-No, está bien, es bastante duro pero con el tiempo aprendí a sobrellevarlo.

-Claro. –Dijo con una pequeña risita-

PUNTO DE VISTA DE ANTONELLA

Por más que él lo ocultara, su voz no sonaba como la de siempre, era diferente, podía notarlo mucho más débil o frágil, como si estuviese cerca de romperse.

No entendía porque pero se me hacía muy difícil verlo de esa forma, parecía muy vulnerable, el era definitivamente el chico más feliz que conocía y verlo así me estaba partiendo el alma.

Tuve un impulso enorme de ir y abrazarlo, era como si me estuviera llamando para que lo haga, vacile durante unos segundos hasta que empecé a caminar, el se había levantado de su posición original en el sillón para colocarse de espaldas a mí y dirigir su mirada hacia la ventana que daba a la calle. Me empecé a acercar lentamente a él, cuando estuve a uno o dos pasos recordé lo bastante más alto que era, por unos momentos pensé en volver a sentarme y sacar de mi mente esa idea, pero mi cuerpo no estaba de acuerdo con ese pensamiento y siguió avanzando. Levante los brazos para hacerlo pero me di cuenta que era imposible abrazarlo desde el cuello, entonces opte por el camino más vergonzoso y lo abracé por la cintura, pegando mi cabeza a su espalda para que el no pudiera ver lo roja que estaba.

-Ya está… Toda va a estar bien, lo prometo.

Fui una tonta, creo que olvide lo mucho más fuerte que él era, con unos simples movimientos se libero en mi patético intento de abrazo, se volteo y me pregunto qué estaba haciendo.

-Yo… Lo siento, pensé que podía… Que tal vez querías un…

Las palabras no terminaron de salir de mi boca que el ya estaba abrazándome fuertemente, fue algo inesperado por lo que me asuste un poco, pero cuando me di cuenta de lo que estaba pasando solo pude corresponder esa muestra de cariño, envolvió sus brazos alrededor de mi y yo escondí mi cabeza en su cuello, en ese momento pude sentir de nuevo el increíble aroma de su piel recorriendo mis fosas nasales enviando un escalofrío a través de mi cuerpo.

-Gracias…

Esa fue la única palabra que dijo, pero de nuevo su voz se oía extraña, esta fue mucho más masculina y grave, todo eso combinado a que la pronuncio cerca de mi oído dieron como resultado otro de mis escalofríos. Al final llego el momento de romper el abrazo.

-Gracias Anto, de verdad lo necesitaba.

-Para eso están los amigos…

Mis palabras salieron por inercia de mi boca, sinceramente el no tenerlo cerca y sentir su calor me estaba matando.

Mi compañera de bancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora