Capítulo 23

22 3 2
                                    

Mi compañera de banco...

Capítulo 23

Entré en su desordenada habitación intentando hacer el menor ruido posible y lo pude ver tirado en su cama con la cara pegada a la almohada mientras gritaba y está contenía la mayor parte del ruido.

-Es raro... -Pensé en voz alta-

-¿Qué cosa?

-Nunca antes había estado en tu habitación a pesar de "vivir en esta casa"

-Es porque los simples mortales como tú no deberían pisar la tierra sagrada.

-Discúlpeme, no sabía que teníamos un Zeus entre nosotros.

-De ahora en más deberás dirigirte a mí como tu señor supremo creador del universo y las estrellas.

-En tus sueños tal vez, al menos podrías despegar la cara de la almohada para hablarme.

-No, soy tu dios y hago lo que quiero.

Dejé que siguiera con sus lloriqueos un poco más mientras me paseaba por la pequeña habitación que tenía un ropero, un escritorio y la cama. Sobre el escritorio se encontraban varios papeles escritos y con varias palabras tachadas, me acomode en la silla de la habitación y tome uno de ellos para leerlo mientras Alvaro ya no se quejaba, solo estaba ahí tirado.

Justo cuando estaba terminando de leerlo el poema fue arrebatado de mis manos... Parece que Zeus tiene un lado tierno que todos desconocemos.

-¿Se puede saber que estás haciendo?

-Leer

-¿Con el permiso de quien?

-Emmm... ¿Mío?

-No podes leer estas cosas.

-¿Por qué no?

-Porque no. –Respondió dándome la espalda-

-¿Acaso están todos los poemas con dedicatoria?

-No.

-¿Entonces por qué no me dejas leerlos?

-Hay cosas que no podes saber de mi.

-Ay, por favor, no seas tan misterioso.

En ese momento cuando intente volver a sacarle el poema de las manos Alvaro reacciono más rápido que yo y se dio media vuelta haciéndonos quedar muy cerca uno de otro...

-Hey, lo siento, no sabía que estabas tan cerca.

-No pasa nada, está bien.

-Si fueras más alta ese hubiese sido una muy buena escena para un beso de película.

-¿Entonces me hubieras besado? –Dije poniéndome en puntas de pie-

-Tal vez si, tal vez no, nunca lo sabremos. –Dijo agachándose-

-¿Ah sí...?

-Si...

En ese momento nuestros rostros se empezaron a acercar el uno al otro como tentándonos mutuamente y cada vez estaban más cerca y más cerca hasta que un sonido del timbre llamando en la puerta nos hizo dar un respingo a ambos y Alvaro salió prácticamente corriendo a abrirle la puerta a su madre dejándome sola en la habitación para que mis dudas me asaltasen...

Mi compañera de bancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora