IV

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Kenma sintió como todo su cuerpo chocó contra algo y entró en pánico, otra vez sus pesadillas lo habían arrastrado a caminar dormido

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Kenma sintió como todo su cuerpo chocó contra algo y entró en pánico, otra vez sus pesadillas lo habían arrastrado a caminar dormido.

- Mierda, perdón. - Dijo en la oscuridad, mientras se paraba del suelo.

Un fuerte aroma a valeriana ahogaba lo que imaginaba era la sala del quinto piso, pero su vista no dilucidada más que una gran sombra en la inmensa oscuridad.

En un segundo oyó una tecla ser presionada, y luego de varios pestañeos pudo enfocar sus ojos en la persona con la que se había topado.

Que lo partiera un rayo si es que esto era un castigo divino,tal vez sería más rápido.

- Kuroo-san yo... ¡Perdón! - Fue lo único que pudo decir frente al alfa en pijamas justo frente a él.

Sentía por todo su cuerpo correr su sangre, su respiración era tan consciente que creía que estaba muriendo, ¿Acaso eso que veía eran sus recuerdos de la infancia?

- Oh... Kenma-kun, perdóname a mi. - Dijo el mayor jugando con su cabello. - Mi vista nocturna da asco, ¿Te encuentras bien?

Quiso contestar, al menos asentir a la pregunta y escapar de la vergonzosa situación, pero el aroma que poco a poco inundaba sus fosas nasales le prohibía siquiera balbucear palabra alguna.

Nunca había estado agradecido del fino olfato que le pertenecía, menos cuando el aroma de un alfa se hacía paso.

Lo atemorizaba.

Sabía bien el poder que las feromonas de un alfa tenían sobre él, pero nunca en su vida se había sentido tan sometido aún sin esfuerzo del otro.

La mano del jefe salió a su auxilio, pero la única reacción que su cuerpo encontró fue la de encogerse más hacía el suelo y alejarse algunos centímetros hacia atrás.

- Lo entiendo. - Masculló algo cansado. - ¿Quieres que llame a Akaashi?

Negó tan rápido como su cuerpo lo permitió.

No quería molestar, en ningún sentido, ni mucho menos sumar puntos negativos.

Kuroo dió el ademán de que volvería a hablar, pero la puerta por la que salió Kenma rápidamente fue abierta, salvando al joven de que su ansiedad aumentara.

El cabello platinado de Lev fue lo primero en asomarse, y a tropezones poco coordinados el joven apareció en medio de la escena que estaba dando lugar Kenma y Kuroo.

- ¡Kenma! - En un parpadeó Lev ya estaba en el suelo abrazándolo con recelo, sin despegar la vista del suelo. - ¿Qué ocurrió?

Realmente su garganta taladraba queriendo hablar, pero le parecía imposible hacerlo, más ahora con una mezcla de olores tan fuertes, de un segundo al otro la valeriana se vió opacada por el aroma a pino de su hermano.

Thank you for the venom ꈍ KuroKenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora