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[No me gusta que toquen a mi familia sin saberlo. - Ya lo había oído. - Mucho menos a mis omegas.]
- ¿Kuroo-san? - Kenma sentía que su vista se perdería de tanto enfocarse en el minúsculo botón que cocía.
- Ya te he dicho mil veces que puedes dejar los honoríficos Ken. - El teclado de la computadora bajo las manos del alfa no daban respiro alguno. - Dime, ¿Ocurre algo?
Claro que lo hacía, y mucho.
En el exterior podía oírse la lluvia cayendo con violencia, y el joven omega podía jurar que aunque hubiesen pasado dos semanas desde la fiesta en la casa, el aroma a humedad solo había ayudado a intensificar el de alcohol, ya viejo, derramado. Pero ese no era el problema, sino uno mucho más grande.
- ¿Sabes cuando volverán Bokuto-san, Kiyoomi y Lev? - El primero no era de su interés, si no de Akaashi.
Ya hace diez días los tres alfas habían sido enviados a ''resolver un asunto'' a una región algo aislada de China con algún extraño socio que Kuroo juraba no poder ver el rostro, y para desesperación de los hermanos, Akaashi y Yakü, ninguno parecía tener recepción en el teléfono.
- ¿Te ha enviado Akaashi a preguntar? - Tal vez. - O es que... ¿Extrañas a tus novios?
Allí estaba el problema, y era el mismo desde hacía catorce días exactos, Kuroo había pasado de ser un estúpidamente moderado con sus emociones, a un simple estúpido en mayúscula por cada letra.
Todas las veces que alguien se había acercado a preguntar algo solo recibía un comentario irónico o de mala gana como contestación, Yakü y Akaashi se encargaban por completo de su agenda de reuniones y se negaba a despegarse de la computadora o el teléfono, comúnmente obligando a algunas personas a estar a su alrededor sin mucho más interés.
- ¿Tan poco duermes que solo sabes ladrarle al pequeño? - La mano de Oikawa impactó en la nuca de Tetsuro. - Si no quieres vernos las caras vete de nuestro espacio de trabajo.
Además, el jefe los últimos días ante las insistencias de muchas personas para que retomara una que otra responsabilidad, había descubierto que el estudio de Oikawa era algo así como una zona prohibida, donde nadie tenía permitido entrar si no era llamado, y la puerta al ser golpeada sin esperar a nadie no era abierta.
- De igual manera deberías estar en tu cuarto preparándote para el viaje. - La puerta abriéndose a espaldas de todos mostraba a un Yakü al borde de convertirse en un homicida, si es que ya no lo era. - No me hagas repetírtelo Kuroo.
