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A Clarke la invadió una parálisis de nervios como nunca antes, de espalda a ella se encontraba la mujer que le había dado la vida, los principios y los valores a quien podría considerar su salvadora. Sudó la gota gorda en menos de un segundo, ni siquiera se dio cuenta cuando Lexa brincó de la silla para colgarse al cuello de su madre.

Se incorporó rápidamente para presentarse y quedó maravillada con la imagen, hasta el momento, no había visto si quiera una foto de aquella mujer. Era de su porte, delgada pero estilizada, con el cabello corto pero femenino y su mirada estaba decorada por una gruesa cicatriz que comenzaba justo al final de su ceja, similar a la de Nyia, pero sin el detalle de la simetría de la empleada. Su piel era de un moreno oscuro pero lleno de vida, y su porte desplegaba elegancia y buen gusto. Imponía de tal manera que Clarke pudo ver su perfume y oler sus sonidos. No se parecía mucho a Lexa, pero no cabía duda de que había heredado su belleza. Se dio cuenta de que estaba intentando hablar cuando solo salieron balbuceos de sus labios.

- Me alegro de por fin conocerte, Clarke. Suena cliché, pero Lexa no ha parado de hablarme de ti... en serio, no ha parado, es un poco irritante. - dijo terminando la frase de modo amistoso para molestar a su hija.

- Es realmente un gusto, señora Woods, no tengo palabras suficientes para agradecerle toda la hospitalidad que usted y Lexa han tenido conmigo.

- Por favor, llámame Indra, cariño. - y posó afectivamente su mano en el hombro de la rubia. - Bien. - dijo tomando asiento. - quiero saberlo todo: qué ha pasado en mi ausencia, como van las clases, cómo se encuentra tu padre, cielo; qué hay de nuevo, cómo está Raven, Octavia y Lincoln y lo más importante... qué pedimos para cenar. 

La sesión de estudio de las chicas se transformó en una estupenda tarde. Indra era como ver y oír a una Lexa más madura, poseían los mismos encantos, los mismos gestos y el mismo don de hacer sentir a Clarke parte del mundo, del mundo de las Woods. Les cayó la noche cenando y enterándose de las polémicas reuniones del viaje de Indra, hasta que la sobremesa se aproximaba a su final.

- Estoy cansada, pequeñas, me iré a dormir. Pero antes, ha sido un gusto conocerte Clarke, realmente eres todo lo que Lexa dice de ti. Espero que no te moleste que Lexa me haya contado el contexto de tu visita y unos cuantos detalles de tu vida, pero como mi hija tiene la responsabilidad de hacerlo y me alegra que podamos ayudarte. No te sientas ajena a este hogar, de nada sirve que sea tan grande si nuestra felicidad y solo nosotras no alcanzan a llenarlo. Eres siempre bienvenida, a quedarte cuanto quieras y a regresar si decides volver a tu casa, así que conserva la llave, siempre tendrás el picaporte abierto. Buenas noches.

Clarke no dijo nada, la lágrima rodando por su mejilla y su completa cara de admiración hablaban por ella, e Indra captó el gracias como si la rubia se lo hubiera gritado.

- Ah, casi lo olvido, te necesito mañana para una cena de negocios, Clarke puede unirse como tu pareja, si así lo desea. Descansen pequeñas.

La mano de Lexa alcanzó el rostro de Clarke y besó sus labios con lo que Clarke entendía como amor y se dejó besar, se besaron recogiendo las cosas que habían ocupado, se besaron mientras lavaban los platos, se besaron de camino a la habitación de Lexa y al tocar la cama, sus bocas empezaron a besarse con necesidad. Era un baile de rodar por la gran cama de Lexa intentando descifrar quien tenía el control del beso, entonces, Clarke se sintió valiente de hacer cosas que había querido hacer desde incluso antes de besar a Lexa.

La morena la tenía acorralada entre el colchón y su propio cuerpo, pero eso no significaba que ella tuviera el control. Clarke, actuando más por el instinto que por razón, buscó la piel del vientre de Lexa por debajo de su blusa, apretando con suavidad la tersa piel desnuda que sus manos habían tenido la dicha de encontrar, su panza, sus caderas y la piel de su espalda eran más suaves que las sábanas de seda sobre las que descansaban cada noche. Lexa no se quedó atrás inmediatamente redujo la velocidad del beso, haciéndolo más intenso y provocativo y bajando su boca al cuello de Clarke, su mano abrió paso por la piel de la rubia acariciando el borde del sostén de Clarke, justo donde parte la curvatura de su cuerpo, pero sin tocar como tal el pecho de Clarke, solo recorría como un suave cosquilleo aquel límite de piel y tela, barrera que ambas estaban deseosas de atravesar.

Mi refugio - CLEXA AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora