Los siguientes meses estuvieron llenos de gozo para las tórtolas. Cada día emergían nuevos detalles de ellas que volvían loca de amor a la otra. Era cierto, en ocasiones discutían, pero generalmente era Lexa preocupada por el bienestar de Clarke, o Clarke preocupándose por el de Lexa. Se querían tanto que Octavia y Raven no lograban descifrar quién era la más sobreprotectora de la relación.
Se miraban con adoración, preocupación y amor. Indra estaba feliz de ver esas miradas en la isla de la cocina en cada desayuno que compartía con las chicas, Nyia estaba tan acostumbrada a la presencia de Clarke, que cuando desaparecía unos días para ir a ver a su padre, sentía que a la casa le faltaba vida.
Todo iba viento en popa, se estaba terminando el penúltimo año de universidad de Clarke y Lexa y de alguna manera milagrosa, Clarke no estaba reprobando ninguna materia; el padre de la rubia parecía estar bien y era frecuente la presencia de Meredith supervisando que se encontrara bien. A Clarke le hacía feliz ver como se reencontraba con una vieja amiga para tener un nuevo apoyo.
Después de tanto sufrimiento y años de angustia en el pecho de Clarke, por primera vez, el aire recorría sin dificultad sus pulmones, pulmones que se llenaban de emoción cada vez que la rubia se daba cuenta que el cuarto de Lexa tenía cada vez más cosas de ella, más cosas de ambas. Fue un pacto silencioso en el que decidieron que ya no podían separarse, la convivencia era parte de la vida de ambas, la necesidad del beso cada mañana y cada noches, las madrugadas haciendo el amor, las duchas de Lexa en las cuales Clarke siempre se entrometía, los último mejores seis meses en la vida de ambas, meses que parecían años de comodidad. Lexa estaba convencida de que en esa y en otra vida, quizás en una línea temporal altera, Clarke ya había sido suya.
Indra no dejó de notar esta situación, una tarde mientras Lexa estaba aun en la universidad y Clarke había llegado más temprano, hubo una conversación de la cual la morena no se enteró jamás.
Clarke estaba sentada en la misma mesa donde por primera vez conoció a Indra, estaba a punto de prender un cigarro cuando un encendedor de zafiro iluminó su rostro, era Indra, ofreciendole fuego y acomodándose en la silla de enfrente, imitando la acción de Clarke.
- Espero que no te moleste que tomara un cigarrillo, realmente no debería, la última vez que fumé Lexa tenía 15... tal vez 16 años.
- Por su puesto que no, Indra. Aunque sí me pregunto cuál es la razón para volver a ese hábito.
- Miedo.
- ¿Miedo?
- Así es.
- ¿A qué?
- A que te vayas. No solo por Lexa. También por mí. Peor. A que te quedes... por las razones equivocadas.
- ... - Clarke no estaba entendiendo nada.
- No quiero que creas que pienso mal de ti. Quiero que te quedes. Quiero que sientas este hogar como tuyo, algún día, cuando yo no esté, lo será, tuyo y de Lexa. Quiero que te quedes porque nunca había visto tan feliz a Lexa, quiero que te quedes porque sumas y no restas y porque en estos meses te he llegado a querer como una hija. - Clarke sonrió y tomó la mano de Indra. - Pero no quiero que esa sea la razón por la que te quedes. No quiero que esta gran casa y sus autos y sus joyas y cuadros caros sean la razón. Tiene que ser Lexa.
- ¿Crees que sería capaz de utilizar a Lexa así? - dijo con evidente pena en la voz.
- No. - rió. - No lo creo. Pero a lo largo de mi vida he visto a tanta gente querer ser su amiga solo por lo que ofrece, por lo que tiene, por lo que es. He visto a gente querer enamorar a una persona que tiene sus convicciones tan en alto, que jamás caería en eso. Pero contigo, Lexa botó todas sus murallas. Podrías destrozarla y ella te daría las gracias. Mantén ese amor, Clarke. Todo esto es tuyo, porque mi hija es tuya, esta es tu casa, porque tú eres su hogar y sus nuevas paredes, eres noble, buena, considerada. Pero el dinero puede llegar a cambiar a la gente, y tú ahora lo tienes. - Alzó su mano y acarició maternalmente la cara de la rubia. - No dejes que te cambie y no te vayas, pero si alguna vez sientes que te quieres ir, busca en tu corazón y quédate, pero por las razones correctas.

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Mi refugio - CLEXA AU
Hayran KurguClarke es una joven con muchos problemas, el dinero no abunda, las calificaciones bajan y su familia está en un hoyo. La soledad le abraza el alma y la desmotivación pinta sus días. Los días pasan y está nublado, Clarke no debe olvidar que siempre h...