Capítulo 16

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Nikolai miró su teléfono móvil, uno que solo usaba para asuntos personales y vio la llamada entrante de alguien que pensó no le volvería a contactar.

De hecho, solo había recibido una llamada de ese número una vez.

Nikolai lo miró, pero no atendió la llamada. Miró el nombre que aparecía hasta que la llamada se cortó.

La imagen de aquella hermosa mujer, con la que había empezado todo, una que descubrió que no era otra que la madre de Richard Taylor, y nueva jefa de la mafia irlandesa.

Que le volviera a llamar no era algo bueno, cada uno tenía su propio territorio, y estaban lo suficientemente alejados para que tuvieran que volver a estar en contacto.

Ella le había dado una opción, y aunque tuviera sus propios motivos, Nikolai sabía que los favores se devolvían y solían ser con altos intereses.

Esa llamada no era de cortesía, Erin Fitzgerald llamaba para cobrarlo. Y Nikolai no tenía el día.

Delante de él tenía a uno de sus topos, uno heredado, pero que le había funcionado realmente bien.

Sinclair era uno de los policías más duros de Edimburgo, pero hasta los más fuertes caen si le pones una buena suma de libras sobre la mesa.

Era día de pago y de información, sin la policía de su lado sus negocios no proliferarían, y esa asociación Vladimir la había tenido muy clara.

Ese hombre delante de él le había facilitado muchos trámites y se había encargado de quitarle ojos de encima.

Como por ejemplo al agente Abercrombie, un pequeño perro de presa que se le había enganchado al tobillo hacía meses. Ese agente tenía buen instinto, pero no tenía nada que hacer con el entramado que en esa ciudad tenían tejido.

Ambos lados salían ganando, era mejor tener a una organización como la de Nikolai controlada que muchas otras danzando a sus anchas.

Hacía solo unos días del encuentro con Lascia y Abercrombie, y a pesar de saber que solo había sido un invitado, lo recordaba con demasiada frecuencia.

Su propuesta de ayudar a salir de aquello a Austin era cierta, pocas personas le habían inspirado esas ganas de ayudarlas como lo hacía Austin. Ya le había ayudado en el pasado, no sabía cuánto había tenido que ver en los planes de su jefe la colaboración de Sinclair en quitárselo de en medio, pero que Erin Fitzgerald le hubiera llamado en el mismo momento en el que trataba asuntos con Tom Sinclair, y hacía solo días había estado con Austin le parecían algo más que coincidencias.

O quizás solo estaba siendo paranoico, aunque esa misma paranoia era la que le había mantenido todos esos años vivo.

No fiarse de nadie ni de nada era fundamental.

De hecho, aunque tratara de disimular, su topo estaba molesto y deseando irse de allí.

—¿Podrías contarme cómo sigue nuestro joven agente Abercrombie? Hace mucho que no lo tengo siguiéndome el rastro.

Algo en la expresión de Sinclair cambió, para luego volver a esa expresión de tipo duro al que todo le soplaba un huevo.

—Ya no está en tu camino, es lo único que tienes que saber.

Nikolai sonrió, y la molestia volvía a su rostro. Iba a tener que hacer sus propias investigaciones sobre Austin, que estaba en peligro, de nuevo, era más que evidente.

Que fuera una delicia en la cama, solo era una espinita en su dedo que acababa de descubrir.

Un buen sobre de dinero en la mesa acabó con la conversación y con la visita.

Sugardaddy: Edimburgo (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora