Capítulo 14

1.8K 236 38
                                    

Tom estaba casi seguro de que el sospechoso no era Lascia, ni siquiera sus hombres.

Ya no, y aquello le tenía molesto. Estaban detrás del tipo equivocado, como en cada encuentro que tenía Austin con Lascia no le tocaba más que escuchar y grabar por si finalmente ocurría algo y tenía que intervenir.

Tenía uno de los AirPods en su oído, el otro tuvo que retirarlo. No quería volverlo a escuchar, y mucho menos con ese nuevo integrante.

Llevaba mal que Lascia se lo follara, lo llevaba cada vez peor, y ya no tenía nada que ver con el caso, nada que ver con los asesinatos.

Tenía que ver con Austin, y sobre todo tenía que ver con él.

Con lo que estaba sintiendo, y lo que sentía eran unos celos tremendos, tan ridículos e inadecuados.

Como siempre, en un piso franco cerca de Lascia, como siempre queriendo entrar en escena. Pero teniendo que calmarse y esperar, como siempre.

Se pasaba las horas escuchando a Austin gemir.

Pero en su mente, con Lascia era una cosa, no le gustaba más ni menos, de hecho lo odiaba y ya estaba investigando como poder joder a ese tipo, aunque no fuera por asesinatos.

Lo que le jodió de verdad fue aquel otro, Nikolai Ivanov. Aún no llegaba a entender cómo sus caminos se habían cruzado, precisamente él.

Iba a tener que informar a su jefe de su doble misión, pero ahora intentaba hacer cualquier cosa para no imaginarlos a los tres.

Hijos de puta con aguante, ¿cuántas horas llevaban alargando el desenlace?

Estaba harto del ruido de besos, de cuerpos chocar, de la sarta de estupideces que decía Lascia mientras follaba. Y de los gemidos de Austin.

La calma llegó y el ruido de pasos, de puertas cerrarse.

Austin ya no estaba en la habitación. Los micrófonos que ellos había colocado se limitaba a las habitaciones principales, en el baño no había ninguno.

Supo que Ivanov fue detrás de Austin al baño, y por un momento tuvo una mala corazonada, ese ruso no pintaba nada allí, no debería haber entrado en la ecuación.

Necesitaba salir de allí, respirar aire fresco, pero una llamada telefónica llamó su atención.

Que Lascia era un cabrón ya lo sabía Tom, pero que alguien pudiera hacerle perder los nervios en tan solo segundo y medio era nuevo.

El italiano no perdía los nervios nunca, miró el número y lo comprobó entre los contactos que tenía.

Luca Lascia, el hermano pequeño de la familia.

Hasta a él le cayó mal el tipo.

Las mejores familias solían tener una oveja negra, y en esta era Lucas. Nunca pensaron en él porque estaba en Italia, no había salido de allí en los dos últimos años y no tenían motivos reales para sospechar de él en el caso.

La justicia italiana sí tenía buenos motivos, también debían de tener grandes sumas de dinero en sus bolsillos.

Luca Lascia era un delincuente de la peor calaña, la que tenía dinero y se sabía inmune. Y acababa de aparecer en la puerta de su hermano.

Pietro lo quería fuera, Luca no se iba a ir.

Aquello cambiaba las cosas, realmente cambiaba las cosas.

Sacó los prismáticos y se acercó a la ventana, un tipo igual de alto, igual de rubio e igual de capullo estaba en la puerta de la residencia rentaba por Lascia.

Sugardaddy: Edimburgo (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora