Capítulo 3

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Jules estaba cansado, y no solo tenía que ver con las seis horas de clase que llevaba acumuladas en ese día.

A él le encantaba enseñar, le gustaba su materia y le gustaba conectar con los estudiantes.

Al fondo vio a Ethan, su antiguo amante, y ahora solo su alumno.

Y desgraciadamente no era el único, sabía que corría un grave riesgo de perder su trabajo involucrándose con estudiantes. Quizás no fuera ético, pero siempre había tratado no ser su profesor en esos momentos. Se daba cuenta de que buscaba parejas donde quizás no estuvieran, agarrándose a unos años que ya habían pasado.

Era con 28 años el profesor más joven del claustro, investigador y cara visible de muchas entrevistas. Le gustaba, no lo negaba.

La química era su pasión pero tenía talento para la gente, y sabía aprovecharlo.

Vio como Ethan se iba, la verdad era que había esperado que con él funcionara. Sin duda era una persona especial camuflada en alguien que no lo parecía. Estaban en esa fase extraña, en la que encontrarse era incómodo y más sabiendo que ahora estaba con ese tipo que era demasiado mayor para él.

Jules tenía una muy buena relación con todas sus ex parejas, o al menos, casi todas. Se vanagloriaba en que sobre todo él era un buen amigo y que compartir su vida, aunque solo fuera por un momento, con otra persona era especial, motivo para que eso bonito que habían encontrado juntos se mantuviera.

Jules odiaba perder a la personas, esa era la explicación más sencilla y realista.

Pero de vuelta al motivo de su cansancio no era por las clases, no era por el programa de radio en el que había intervenido esa mañana temprano.

Era Niko, el ruso mafioso que aparecía en su vida para ponerla de vuelta, a su vida y a él mismo.

Estaban en un pulso constante, no era el tipo de relación que le gustaba. No eran amigos, no tenían nada en común, hasta le sorprendería que Nikolai tuviera el graduado escolar. Y sin embargo, se sentían atraídos el uno al otro desde que los presentaron en una fiesta.

Era rudo, era mal educado, no sabía comportarse en lo más mínimo. Y hacía con Jules lo que le daba la gana, en demasiados aspectos.

Jules no solía tener problema en ser versátil de vez en cuando, reconocía que la parte activa en sus relaciones sexuales era la que más disfrutaba. Pero es que ni siquiera era eso, es que se transformaba en alguien que no le gustaba.

Era un hombre de ciencias, de modales y protocolos, de encanto, no de poner una pistola y dinero sobre la mesa y montar a otro tipo como animales.

Y sin embargo, Jules siempre caía. Siempre, a regañadientes, sintiéndose inapropiado después.

Era solo atracción, y él estaba por encima de eso. Las relaciones personales eran otra cosa, siempre habían sido otra cosa.

—Profesor Brown, ¿tiene un minuto?—Era uno de sus alumnos de último año. Su sonrisa era ancha y atractiva. Stuart, Davis Stuart.

—Claro, ¿qué duda tienes?—Al joven los ojos le brillaron.

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Sugardaddy: Edimburgo (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora