♥ Capítulo 9

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Moon trataba de deshacerse de esos hombres pero sus dedos sobre los brazos de ella la presionaban con mayor fuerza cada vez que intentaba forcejear con ellos.

–Quédate quieta, puta.

–¡Suéltame! – gritó ella.

–Cuando respondas a unas preguntas. –le informó el otro.

Moon lo miró con cara de pocos amigos. No los conocía bien pero los había visto con Alex cuando éste iba a verla al apartamento.

–¿Qué quieres?

Uno de los hombres le hizo señas al otro y la soltaron pero estaba arrinconada entre la pared y sus cuerpos. Moon se abrazó a sí misma en un intento de sentirse protegida.

–¿Dónde has estado esta noche? No has ido a casa a dormir.

–¿Acaso me estás vigilando?

–Si Alex se entera de esto...

–¡No soy propiedad de él! –bramó con furia.

–¡Moon!– grito Donghae.

Ella lo miró llena de alivio por saber que estaba cerca y empezó a respirar con tranquilidad. Estaba allí... con ella.

–Donghae...– susurró.

–¿Te acuestas con éste tío? –le preguntó uno de los hombres mirándola con intensidad.

–Eso no le importa a nadie.– respondió Donghae en su lugar.– Ahora déjenla ir en paz.– añadió dando un paso hacia ellos.

Moon se apartó de la pared hacia él cuando uno de los hombres la agarraron y tiraron de ella de nuevo. Chocó con el cuerpo del otro hombre y éste la inmovilizó agarrándola del cuello.

Donghae soltó un gruñido al ver cómo zarandeaban a Moon y estuvo a punto de gritar por ello. Avanzó con decisión hasta el primer hombre y afianzó sus piernas para soportar el embiste de su ataque. Eso le hizo estar preparado para el contraataque y aprovechó para darle un rodillazo en el estómago lo cual hizo que se doblara hacia delante.

Un golpe seco con su mano en la nuca dejó inconsciente al hombre.

–Esto no es asunto tuyo tío. Ella ya tiene un hombre en su cama.– argumentó el hombre mientras retrocedía con Moon en sus brazos.

–Yo no soy de él, ¿por qué no puedes entender eso? –contestó ella.

–Suéltala, imbécil. –masculló Donghae.

–Te arrepentirás de esto, Moon. Se lo contaré a Alex. –le susurró antes de empujarla hacia delante al tiempo que él escapaba por el lado contrario.

Los brazos de Donghae la rodearon con suavidad y ella chocó con el duro torso de él. Indirectamente le pasó los brazos por su cintura y se aferró a él como si fuera su pilar de apoyo. Los sollozos salía de su boca sin poder evitarlo.

Donghae le acarició la cabeza y calmó con palabras dulces. Para él era tanto o más importante que para ella. Había visto a esos hombres y sabía que tenían armas escondidas. No quería ni pensar que hubiera pasado si ella se hubiera seguido resistiendo y ellos sacando sus armas. Cerró los ojos y la abrazó con más fuerza.

Hasta que no estuvo seguro de que estaba recuperada lo suficiente como para separarla un poco de él no dejó de hablarle y tocarla.

–¿Estás bien?

–Gracias...

–¿Tu casa está cerca?

–Sí.

–Entonces vamos al coche. Hablaremos ahí. –Contestó él recogiendo la bolsa del supermercado y pasándole el brazo por los hombros acercándola de nuevo a él.

Moon dejó que su cuerpo se apoyara en el de Donghae y la embargara la seguridad que emanaba su cuerpo lo suficiente para sentirse protegida. Si ese hombre le contaba a Alex que no había dormido en su apartamento y que además iba con un hombre... no quería ni pensar en lo que le haría.

Donghae le abrió la puerta y ella entró en el coche sin decir ni una palabra. Dio la vuelta al coche y abrió la puerta trasera para dejar bolsa antes de meterse dentro y arrancar el coche.

–¿Te hicieron algo esos hombres?

–No, tranquilo. Seguramente tendré moretones en los brazos, pero se curarán en unos días.

Él apretó con fuerza el volante y su mandíbula se tensó. ¿Qué habría pasado si él no hubiera estado ahí?

Cinco minutos después Moon le avisaba que su apartamento estaba cerca. Parecía más nerviosa que antes y no dejaba de mirar alrededor. Donghae analizó la zona como casi siempre que iba a un lugar desconocido para él pero no vio nada fuera de lo normal.

Siguió a Moon dentro del edificio y de su apartamento. Ella dejó las llaves en una concha que había encima del mueble recibidor. Recordaba esa concha... Tahiel se pasó todo el verano anterior recogiendo conchas de mar en la playa hasta encontrar la que le pareció más hermosa para regalársela a Moon. Y ella la conservaba.

–Mi casa no es muy grande, pero es acogedora. –le dijo al ver que se quedaba parado en la entrada.

–Lo siento, estaba mirando la concha. Es la que te regaló Tahiel.

–Sí –dijo con una sonrisa.– la tengo ahí desde que me la regaló. Supongo que tienes que irte. Tahiel debe estar esperándote.

–Siwon está con él. Es un buen amigo mío y conoce a Tahiel desde pequeño. Seguro que si Tahiel está bien, están jugando alguna partida de videojuegos.

Ella se rió. Se acercó a él y le rozó la mano. Su tacto era suave y caliente e hizo que la sangre comenzara a reunirse en sus pelotas...

–Donghae... suelta la bolsa... –murmuró ella mordiéndose el labio inferior.

Él miró hacia la mano que ella tocaba y vio que la bolsa del supermercado estaba ahí.

–Lo siento.– dijo abriendo la mano y pasándosela a ella.

Moon se apartó de él en cuanto tuvo la bolsa y se perdió por la puerta que, suponía daba a la cocina.

–¿Quiénes eran esos hombres? –lanzó al aire esperando que la distancia entre ellos y el hecho de que él no pudiera mirarla le diera la valentía de responderle.

–No te preocupes. Son amigos de mi ex novio. Creen que, aunque ya no esté con él, sigue teniendo derechos sobre mí.

–¿Te está molestando? –soltó en un tono más grave.

–Estoy bien– respondió en cambio. Lo que quería decir que sí, la estaba molestando peor no quería reconocerlo. Ya se encargaría él de hacer averiguaciones y dejarle las cosas bien a ese ex novio suyo.

–Debería irme... –murmuró él.

Ella salió de la cocina y vio en sus ojos algo de tristeza. ¿No quería que se fuera?

–Tahiel te espera. Dile que le llamaré mañana para ver cómo está; si no te importa.

–No, puedes llamar cuando quieras.

–Siento mucho que te hayas tenido que tomar la molestia de traerme. Mi coche...

–Mañana le pediré a Siwon que venga conmigo y te lo traemos. Dejaste las llaves en casa, ¿verdad?

–Si, donde me dijiste que lo hiciera.

Donghae asintió y empezó a darse la vuelta. Ella llevó una de sus manos al brazo y siseo ante el contacto. Se volvió y fue hacia ella.

–¿Te duele?

–No es nada.– contestó quitándole importancia– es solo que no me acordé.

No quedó satisfecho con esa respuesta pero no podía verle las heridas con la camiseta puesta.

–Quítate la camisa. –ordenó con voz profunda y sus intensos ojos prendados en los de ella.

Una clase de amor y pasión | DonghaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora