Después de que Alastor confesara sus sentimientos a Charlie, ella aceptó pues sentía lo mismo que el, aunque él fue el causante de que Vaggie y ella terminaran.
Ellos mantenían su amor en secreto pues Charlie quería mantenerlo así ya que su relaci...
-Charlie, querida ¿estás bien? —preguntó Alastor entrando a la oficina de la princesa con unos papeles en mano—. Escuche un grito de tu parte.
-No... bueno, es que... —pausó un momento la rubia—. Mi padre dijo que algún día vendría a visitarme para ver el proceso del hotel.
Al terminar de hablar la princesa, Alastor se sorprendió, pero aún así mantuvo su típica sonrisa.
-Y ¿eso es malo my dear? —cuestionó el de orejas de ciervo—. Debería estar orgullo por lo que has logrado.
-Si, pero el problema sería que sepa que tú estás aquí ayudándome y todavía no le he dicho que somos novios —bajo la cabeza.
-Querida —habló Alastor dirigiéndose a Charlie—. Si tu padre no acepta nuestra relación o que yo esté aquí ayudándote y causa una pelea, no me importaría, yo estaré siempre a tu lado, pase lo que pase —los dos sé acercaban lentamente, pero lamentablemente interrumpieron su momento.
-Charlie tengo una pregun...ta —Diana había entrada a la oficina de la rubia sin tocar y vio a los dos demonios muy cerca—. Lo siento, debí tocar la puerta —dijo ella apenada.
-¡Oh claro que debiste hacerlo! —Alastor le grito a la azabache asustándola.
-¡Alastor! —le hablo la princesa—. Diana ¿podemos hablar después?, tengo que hablar con Alastor sobre algunas cosas —dijo la rubia dándole una sonrisa que le brindaba confianza.
-Claro claro —y sin más se fue la demonio en forma de gato.
-Tengo un mal presentimiento sobre esa chica querida —dijo Alastor mirando la puerta.
-Bien Al dime tus propuestas para el hotel, por favor querido —Charlie le sonrío y Alastor agrandó su sonrisa.
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Vaggie iba bajando de su habitación, de ahí encontró a Diana.
-Hola —saludó la azabache—. Disculpa ¿trabajas aquí?.
-Si ¿y tú eres? —cuestionó la albina.
-Mi nombre es Diana, acabo de llegar al hotel y no sé mucho sobre este lugar, tal vez ¿tú podrías darme un recorrido? —preguntó un poco tímida, eso se notaba porque bajó sus orejitas de gato.
-Emmm..., claro porque no, ven sígueme —le dijo Vaggie mostrándole una sonrisa para que no se sintiera incómoda.
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-¿Y?, ¿qué opinas? —preguntó el de orejas de ciervo a la princesa.
-Son muy buenas tus ideas Al, aunque pienso quitar lo del castigo a los demonios, sería un poco cruel que los torturemos —dijo Charlotte.
-Tienes razón querida, me tengo que ir, voy a ver a Rosie, me dijo que vio demonios que no querían estar aquí y pensé que los podría traer —le sonrió.
-¿En serio?, ¡muchas gracias Al!, te diría que también le des las gracias a Rosie, pero no la conozco del todo.
-Si quieres puedes acompañarme, yo te ayudaré con el papeleo cuando regresemos.
-¡Si!, voy a cepillarme un poco el cabello, ¡no tardo! —fue así como la rubia salió de su oficina para dirigirse a su habitación corriendo.
-Espero y no este Mimzy, no quiero tener problemas con mi querida Charlie —se dijo a si mismo.
