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Pov Genobeba

El miedo es un enemigos demasiado grande contra el que no todos podemos luchar.

Yo fui una chica con mucho miedo.

Primero, miedo a mi madre.

Cuando apenas era una niña y sus uñas largas y rojas se clavaban en mis brazos haciendo que dolieran, me preguntaba si ella era mi madre o una malvada bruja.

Pero ella no era fea, no tenia una horribles arruga en la nariz y sobretodo, jamás la habia visto con una escoba.

Asi que no, no era una bruja. Pero si que me daba tanto miedo como una.

Luego le temi más a mi padre.

Siempre con esa mirada fria en los ojos. Siempre enojado, siempre gritando.

Yo era pequeña y él para mi era un gran gigante aterrador.

Pero el resto de los adultos tambien eran de su tamaño.

Así que no, no era un gigante. Pero me daba tanto miedo como uno.

Y luego..luego descubrí que no le temía a nada, descubri que no conocia el miedo y que estaba a punto de conocerlo.

Él si era aterrador. Él era lo más aterrador del mundo y aunque lo intenté, jamás deje de temerle.

Sus ojos negros se colaron en mi pensamiento, y luego su voz, sus manos, su olor...todo él estaba grabado en mi a fuego y no conseguía quitarmelo de la cabeza.

Di una vuelta sobre mi misma y asustada abrí los ojos.

Me costo adaptarme a la oscuridad y mi corazón que latía frenético pareció encontrar el momento de escapar de mi pecho.

Me moví incomoda y choque con una calidez que ya conocía.

Era él, ese castaño hermoso, acostado de medio lado, con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

Por alguna razon me dio ternura verlo y el miedo comenzó a pasar a segundo plano.

Una sonrisa se colo en mi melancolía y estire la mano para acomodar el cabello de Salvador.

Habia sido una escena espantozas, pero sus nudillos ensangrentados me demostraron que no todo habia sido un sueño.

Me senté en la cama y me dediqué por algunos minutos a mirarlo. Era extraño y me daba pavor lo que estaba sintiendo. Y más aún después de la escena que acababa de vivir.

Me levanté de la cama y me encerré en el baño.

Abrí la ducha y deje que el agua caliente se llevará la sensación de ese hombre sobre mi piel.

Llevaba mucho tiempo muerta de miedo, culpandome sin darme cuenta de lo que había pasado. Pero esa noche, cuando ese hombre me abordo sin motivo alguno me di cuenta de algo importante.

No había sido mi culpa, no porque yo era una niña, no porque no existe justificación para algo tan cruel. ¡No! No, porque a pesar de todo... él lo habría hecho conmigo o con cualquier otra.

Salí de la ducha sintiéndome diferente. El agua se había llevado lágrimas, pero también frustraciones y un profundo dolor que yo creía que jamás se borraría.

Me miré en el espejo y decidi que era hora de que tomara las riendas de mi vida, de una vez y por todas.

Salí del baño y luego de ponerme una linda pijama me acomode junto a Salvador.

Pensaba dormir, pero él se movió y abrió los ojos sorprendiendome.

Al verme despierta se apresuró en sentarse y encender la luz. Se veía preocupado y antes de que yo pudiera decir nada me abrazó. Me estrecho entre sus brazos con ternura y una lágrima cayó por mis mejillas.

Heridas Del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora