Alguna vez has dicho algo segura de que es una buena idea y luego cuando la cabeza se enfría te has dado cuenta de que dijiste una tremenda gilipollez.
A mi casi nunca me sucede, pero ese día en que asugure que me quedaría cinco días más, hablo una Genobeba idiota e inconciente. Una que se olvido de que Londres es la tierra que la vio la nacer, el hogar de la familia más calida que ella había conocido, su lugar favorito del mundo y al mismo tiempo, era la jaula de oro mas grande de la que ella había tenido que escapar.
Entre nerviosa y asustada termine de colocarme el pijama y me mire al espejo.
Más días en Londres podían significar peligro, podían significar que mi padre encontrará otra vez la manera de retenerme. Y me aterraba pensar en eso.
Me mordí una uña asustada y solté un largo suspiro.
-Venga Genobeba, serán solo unos días, estarás todo el rato con Salvador y no te pasará nada malo.
Repetí esa frase diez veces más y aún así no logre creérmela del todo.
Londres era la cuna de todas mis desgracias y el hogar de mi mayor temor. Por eso estar en casa era un lujo que duraba algunas horas, pero nunca días.
Aturdida y cansada de andar en círculos en el baño, tome el teléfono y marque el número de la única persona que sabía mi secreto.
Después de dos tonos contestó.
-¿Hola?
La voz le sonaba ronca, así que supuse que la había agarrado dormida.
-Ann, soy yo. Te necesito.
La suplica en mi tono debió asustarla, porque a los pocos segundos la escuche moviendo cosas a su alrededor. Quizás encendiendo una luz.
-¿Estas en Londres?
Interrogó curiosa y yo asentí enérgicamente. Luego recordé que ella no podía verme.
-Sí, aquí estoy. Llevo seis días aquí y me tendré que quedar cinco más.
Estaba aterrada, no quería quedarme, pero tampoco podía irme. La suplica en el rostro de Alene era demasiado para mi.
-Cariño, tienes que calmarte. Si ya llevas seis días, podrás con cinco más.
Sonará extraño. Pero cinco días más significaban el doble del riesgo inicial.
-Anika, odio cuando me hablas como si yo fuese una de tus pacientes. Recuerda que soy TÚ prima.
Del otro lado se escuchó su risa e instantáneamente sonreí yo también.
-¿Estas en tu casa?
-No, pero es una historia larga. Ahora necesito que me digas que hacer para poder dormir.
-No puedo ayudarte como prima. Pero...si quieres te doy un par de consejitos así, ya sabes...como si fueses una de mis pacientes.
Yo tuve que volver a reír y ella conmigo. Siempre que me encontraba en estado de pánico solo ella lograba sacarme una sonrisa.
-Bien, dime que hago para relajarme.
Ella suspiro y tardó un par de minutos en responder.
-Por ahora intenta distraer la mente con otra cosa. Date un baño de tina con el agua caliente, con espuma, pétalos de rosas y pon velas e inciensos. Coloca música, suave y relajante. Y ya luego ponte una que te guste hasta que el suelo se apodere de ti.
Al escuchar lo que me indicaba sonreí, porque esa técnica ya la había usado muchas veces y sí, funcionaba.
-Gracias Ann. Te quiero.

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Heridas Del Alma
RomanceSalvador Hell y Genobeba Rosindwl son dos personas que sin saber como ni cuando se verán envueltos en una mentira bastante real. Genobeba tenia un problema gigante y estaba desesperada por encontrar la solución. Salvador estaba en un apuro y no sab...