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Mi padre, es un hombre alto y de contextura robusta. Con un carácter que sin dudas es el completo perfecto para su estado de humor. Un hombre que ante el mundo es intachable, pero que en la soledad de su hogar sólo sabe amarse a su mismo y mover todas las piezas del tablero para ser él, el único beneficiado de cada situasión.

Por eso, él para mi nunca fue un padre, más bien es el claro reflejo de lo que para mi es un demonio. Un ser inescrupulosos y yo tengo la desgracia de ser su hija. La única que tiene y la que más odia.

Ese día lo vi acercarse con una copa en la mano, sonriendo ligeramente a quien se le cruzaba y sin dejar de mirarme a los ojos. Intentaba intimidarme, hacer que mi rostro perdiera el color y que finalmente la voz se me quedara pérdida en el miedo.

Ese era su mejor método, él lo sabia y siempre le funcionaba. Pero esa noche Salvador acarició mi espalda en cuanto empecé a ponerme nerviosa y cuando lo mire el sonrió, asintió y se acercó a mí hombro para depositar ahí, un beso. Luego se alejó y para nadie pasó desapercibida la mirada que le lanzó mi padre al atrevido que había tocado a su hija.

- Estas hermosa esta noche hija mía.

Dijo el demonio sonriendo un poco y dándome un corto abrazo. Aquello sería titular en los periódicos a la mañana siguiente, y eso era lo que él quería.

-Gracias papá.

Él sonrió un poco y luego fijo su mirada en Salvador que me había tomado la mano.

-¿No me presentarás a tu amigo?

Por años volver a casa había sido molesto para mi y sonreír siempre fue difícil. Pero esa noche sonreí ampliamente orgullosa por estar destruyendo los planes de mi padre. Él ya debía imaginar lo que yo diría, pero vi en su rostro que a pesar de todo seguía esperando que yo fuese la misma idiota asustada por sus malas miradas.

-Claro que si papá- Sonreí más ampliamente y le acariciaba mejilla al castaño- Este es Salvador Hell, mi novio.

Juro que sentí satisfacción al decir aquellas palabras e incluso más satisfacción cuando él se puso pálido y luego rojo.

Yo conocía esa reacción. Estaba soberanamente enojado y aquello era lo que yo había deseado.

-¿Dices que es tu novio?

-Sí, es mi novio.

Él sonrió de medio lado y se acercó a mí tomándome por un brazo con delicadeza para luego apretar el agarre sin que nadie lo notase.

-¿Estas bromeando verdad Beba?

Salvador que estaba a mi lado, pasó la mano por mi cintura y de forma sutil me alejo de mi padre.

-¿Por qué se sorprende tanto señor? No es ninguna broma. Genobeba es mi novia.

Gerad Divanti no es un hombre que dé explicaciones y tampoco es un hombre que en medio de una celebración, se ponga a discutir. Pero esa noche miro a Salvador y luego a mi como si ambos fueramos dos criaturas raras e inaceptables. Estaba demasiado enfadado como para pensar en formas o decoro y por eso nisiquiera se detuvo a pensar en lo que dirían los periódicos al día siguiente.

-Ella es mi hija y la conozco. Tú Genobeba, nunca has tenido un novio. Jamás has estado cerca de un chico. Así que no entiendo porque justo ahora te presentas aquí con...

-¡Con mi novio!-Exclame yo sin levantar mucho la voz. Ya todos nos miraban y eso no era bueno- Soy una mujer y tengo derecho a ESTAR con quien yo quiera. Él es el hombre que YO ELEGÍ.

Él dio un imperceptible pasó atrás y arrugó la frente. Estaba a punto de explotar y mi madre miraba nerviosa a todo el que nos dedicaba un mirada curiosa.

Heridas Del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora