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Pov Salvador

Esa noche, después de colgar con Jackson invite a mi familia a cenar.

Temí que Genobeba dijera que no y para obligarla a aceptar decidí pedírselo frente a mi familia.

Estaba siendo tramposo, tengo que admitirlo, pero necesitaba más días.

Quería pasar algo más de tiempo con mi familia y aunque es cínico admitirlo, necesitaba pasar más días con ella.

Q Teniendo derecho a rozarla en cualquier instante o mirarla fijamente a los ojos, a dormir con ella en la misma cama todas las noches aunque primero tengamos que discutir un poco.

No quería volver a la realidad y tampoco podía pedírselo a ella. Así que decidí que la mejor forma de hacerla quedarse era pidiendoselo frente a mi familia.

En el camino al restaurante ella miraba por la ventana y suspiraba de vez en cuando.

-¿Has hablado con tus padres?

Ella se sobresalto y me miro con los ojos abiertos. Había estado tan distraída que mi voz la asustó.

-Ellos no saben que sigo aquí. Si no hay algún evento no tengo porque llamarlos y ellos no me llamaran a mi.

Ella parecía segura de sus palabras y aunque no había dolor, si note que ella odiaba tocar el tema de sus padres .

-¿Y tus tíos? Dijiste que los visitarías.

Ella frunció el ceño y decidió dejar de mirar a la ventana para darme toda su atención.

-¿Por qué quieres saberlo? ¿Ahora de repente te preocupa mi familia?

-No es eso. Es que estoy aburrido y quería conversar, solo que no sabia de qué hablar.

Ella elevo las cejas y tomo la actitud defensiva que yo conocía tan bien.

-¿Quieres conversar? Pues hablemos de las noches.

Yo sonreí al darme cuanta del rumbo que estaba tomando.

-¿Qué pasa con las noches?

Ella abrió la boca ofendida y se cruzó de brazos.

-¡Me obligas a dormir contigo! Quiero que te vayas a otra habitación, que duermas en un sofa o que te vayas al suelo. ¡Pero deja ya de meterme en la cama cada noche!

Dormir con su cuerpo pequeño y calentito pegado al mio estaba siendo tan placentero como torturante.

Y aunque ella se quejaba, una vez la vencia el sueño se acurrucaba a mi costado y se abrazaba a mi cuerpo con manos y piernas. 

Yo podía renunciar a todo, menos a ese momento tan maravilloso.

-Puedes pedirme una estrella y te la daré. Pero no dejare de dormir en mi cama. Ya te dije que si quieres puedes seguir tus propios consejos. Puedes irte a otra cama, al sofa o al suelo.

Sus ojos azules se oscurecieron de rabia y se dio la vuelta en el asiento para no mirarme.

-¡Eres un idiota!

Dijo bajito con la voz ronca.

-Te repites rubia. Eso ya lo dijiste.

-¿Por qué? ¿Por qué no me dejas dormir sola?

Yo sonreí de medio lado recordando lo pequeños que eran sus pijamas y la respuesta llego a mi mente casi de inmediato. Pero no le diría eso a ella.

-¡Venga ya! Llevamos seis días aquí, cinco noches durmiendo juntos y todas las mañanas despiertas con una sonrisa. Duermes profundamente y nisiquiera te enteras de que estoy a tu lado. Asi que deja de quejarte. Además me gusta dormir contigo.

Heridas Del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora