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Pov Salvador

Horas antes

Reencontrarme después de doce años con mis amigos fue para mí lo más extraño de la noche. Pero sin lugar a dudas era de las cosas que más necesitaba.

Los dos me recibieron con entusiasmo, sin reclamaciones ni comentarios incómodos y cuando vieron a Genobeba se relajaron incluso más.

Aquello había sido lo mejor de la noche y después de encontrar a mis padres sentí que me había quitado diez años del cuerpo.

Volví a mi hogar después de años y me quedé estático al comprobar que todo seguía igual.

- Cariño esa chica es preciosa.

Me dijo mi madre cuando Genobeba ya no estaba.

Elene la había llevado a la habitación para que e diera un baño y se pusiera cómoda.

- Es preciosa, pero tiene un carácter de los mil demonios.

Mi padre se sirvió una bebida y se sentó junto a mi madre en el gran sofá. Ya estaba frente a ambos en un asiento personal.

-Ya te hacía falta una mujer con las cosas claras.

Añadió mi padre sonriendo y pasando una mano tras la cabeza de mi madre.

-Una vez escuche que se cambió el apellido a los dieciocho años porque no se lleva con su padre.

-Hasta donde se, no tienen la mejor relación.

Confirme algo incómodo con el tema. Pero ya sabía que mi madre lo tocaría. Para ella era de suma importancia la familia y la educación de una persona.

- Pero...también sé que es sobrina de Katia y Lucas así que ya solo por eso me parece una chica estupenda para ti.

- ¿Seria igual de adecuada si fuera hija de un obrero o de un simple jornalero?

Interrogué frunciendo el ceño.

Mi madre era noble y siempre trataba con cariño y respeto a todas las personas. Pero eso no quitaba que ella era una delicada flor inglesa. Criada para ser una dama de sociedad perfectamente fría y llena de prejuicios.

- ¡Eso no es lo que quice decir! Ya sabes que valoro a cualquier persona que se valga por sí misma y trabaje para sustentarse. Pero...bueno...tal vez me abría costado un poco asimilar la idea de verte con una chica de otra esfera social.

Mi padre asintió y yo sonreí de medio lado. Ya sabía que ella daría una respuesta así. Pero estaba seguro de que si yo me hubiese enamorado de una chica humilde, sin un centavo, sin estudios, educación y con dos hijos por criar, ella la abría adorado siempre que fuese de buen corazón y me amara.

Mi madre era así, solo necesitaba vernos feliz para aceptar lo que sea que lo este causando.

- Espero que estos días que estaremos aquí la conozcas mejor, que la valores como persona y no por su familia y se hagan amigas. Nada me haría más feliz.

Mi madre asintió y por algunas minutos seguimos hablando de cosas triviales. Ella repitió cuanto me había extraño y lo feliz que estaba.

Mi padre fue el primero en irse a dormir y luego mi madre se despidió de mi con un sentido abrazo y un profundo beso en la frente.

-Te amo hijo, hasta mañana.

-Yo tambien te amo mamá. Que tengas dulces sueños.

Había sido un día largo, pero también había sido sumamente productivo. Ya había pasado lo más difícil. Lo único que restaba era convivir con aquella rubia de los mil demonios que tenia el rostro más angelical del mundo.

Heridas Del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora