Capítulo 40: Soy tuyo

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"Sus ojos me miraban con tanto cariño, de un color tan claro y tan dulce como la miel, dorados y brillantes, llenos de sincero amor que sólo es para mí, de amor incondicional, de deseo tan intenso que penetra cada parte de mi ser. Y sé que podría vivir eternamente con tan sólo esa mirada... y mientras esos ojos me miren así jamás desearé la muerte, jamás"



Cuarto Arco: El fugitivo

«Año 946, Era Slorrance»


—Ahh...por favor, detente Ethan—se quejaba Aris fatigado sobre el suelo.

Pero Ethan hacía caso omiso a sus palabras, y seguía moviéndose.

—Ya...no lo soporto—sollozó suplicando.

—Ah...Aris, sólo un poco más, y termino...Aah—respondió con la respiración cansada y el sudor goteaba de su frente.

—Eso dijiste hace media hora.

—...

—Ethan, para por favor.

—Aris—llamó suspirando y bajó la espada.

—Quiero que me prestes atención—se quejó con un puchero.

Ethan lo vio con una sonrisa decepcionante mientras negaba con su cabeza. A unos metros de él Aris estaba tirado sobre el suelo, con su cabello disperso y usando sólo una camisa blanca, siempre evitaba usar ropa la mayor parte del tiempo, ya que nunca se acostumbró a ella.

—Necesito practicar con la espada, tengo que ser fuerte para poder protegerte—explicó Ethan secando el sudor de su frente—además, si no entreno me quedaré atrás.

—No necesitas ser más fuerte, yo puedo protegerte, y no me molesta hacerlo—sentenció con convicción y se sentó. Sus largas y tonificadas piernas pálidas se cruzaron, haciendo que la camisa cubriera lo importante.

—Pero Amanzi me dijo que cuidara de ti, y también lo hago porque quiero. Es natural que quiera el bienestar del amor de mi vida, tú me entiendes mejor que nadie—añadió tomando de nuevo la pesada espada, moviéndola con agilidad y rapidez.

—Pero no es justo—dijo desanimado—esa espada ha separado nuestro matrimonio.

Ethan se sonrojó al extremo y su cuerpo se tambaleó un poco.

—Y yo que planeaba fabricarte una espada genial—añadió jugando con su cabello.

—¿Enserio? —interrogó Ethan con deleite.

—Pero ya no.

Aris abrazó sus piernas con molestia y lo observó desde lejos.

Ethan practicaba desde muy temprano, y ya llevaba varias horas así; al principio Aris disfrutó verlo entrenar sin camisa, luciendo su fuerte y tonificado cuerpo, pero de qué servía si no podía tenerlo en sus manos. El sólo verlo era demasiada tentación.

Siempre era así.

Y Ethan también sufría, ya que tenía que soportar la intensa mirada de Aris, que lo observaba muy atento estando casi desnudo. Siendo una tentación también para él.

Y justo cuando iba a dejar la espada de lado y prestarle atención escuchó un chapuzón. Miró rápidamente y notó que la camisa de Aris estaba tirada sobre el suelo.

Príncipe rebelde© ✓ [Secuela]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora