Parte 1 Lexa y Clarke

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AVISO: ES UN FIC G!P (CLARKE G!P)

Contenido adulto explícito

Era injusto, injusto y cruel que tuviera que sentirse así, cada día de su vida se sentía un bicho raro y no hacía falta que los demás se lo recordasen a cada instante. Desde que nació supo que era diferente y así se lo hacían sentir, aunque sus padres se esforzaran para que fuera feliz y no lo pasara mal por su condición. A medida que iba creciendo se daba cuenta que lo mejor era mantener aquella parte de lo que era oculta, nadie tenía por qué saberlo. No quería sufrir más ni pasarlo mal, no se lo merecía, ella era una buena chica, nunca le había hecho daño a nadie y no entendía por qué la gente se empeñaba en hacérselo a ella. Nació en Jefferson un pequeño pueblo al sur de Texas, pequeño, como la mente cerrada de sus habitantes y desde que tenía uso de razón siempre había deseado salir de allí, no sabía por qué sus padres no decidían mudarse cada vez que se lo suplicaba llorando, tenía claro que les dolía, pero aún así no era suficiente, lo que no le contaban era que no podían permitirse dejar aquella humilde casa y el único trabajo que su padre había conseguido después de varios años. Todo se vino abajo cuando ella tenía un año, todavía no era consciente de ello, era una niña rubia preciosa con ojos grandes azules como el océano, llamaba la atención y tal vez por culpa de eso todo se empezó a ir a la mierda muy pronto. Sobre todo cuando tuvo edad de empezar a ir al colegio, apenas eran once en clase y ella no sabía que hacía mal para que ninguno de sus compañeros quisiera jugar con ella, intentaba ser lo más simpática que podía, pero si se acercaba mucho le decían cualquier comentario hiriente que no llegaba a entender. Le preguntaba a sus padres por qué la trataban así y le decían que era especial, y la gente tiene miedo y envidia a lo que no pueden entender.

Se miraba al espejo y no veía que tenía ella de especial, era una niña normal que solo quería tener amigos. El primer año se lo pasó en un rincón de la clase y los recreos sola con su almuerzo sentada en las escaleras o con alguno de los profesores. Veía a todos esos niñas y niños jugar y se sentía mal y muy sola, es que ni si quiera uno solo era capaz de acercarse a ella. La llamaban "Bicho raro" y se reían de ella. Se estaba empezando a acostumbrar a aquello, pero odiaba el colegio, no podían cambiarla porque allí solo había uno y de todas formas algo le decía que de ser posible, todo sería igual que en aquel horrible lugar. Cuándo entraba al baño de chicas, gritaban y le decían que se fuera y si intentaba hacerlo en el de chicos porque no se aguantaba más, no la dejaban pasar y la empujaban. En casa todo era muy distinto, ahí sentía todo el amor que sus padres de daban, el cariño, las risas, la vida de una niña normal solo estaba entre esas cuatro paredes, porque cuándo salían a la calle el ambiente se enrarecía de nuevo.

El primer día del curso siguiente, cuándo tan solo tenía seis años llegó una niña nueva a clase, una niña morena de ojos verdes, pero la ignoró, no merecía la pena llevarse otra desilusión, además parecía que a sus compañeros les había caído bien, así que lo mejor era ahorrarse que también la insultara, otra más de la que esconderse.

A la hora del recreo sus compañeros jugaban al fútbol y sus compañeras algunas jugaban a balón prisionero y otras a recrear escenas domésticas. Ella también quería jugar, le daba igual a qué, el futbol le gustaba y lo que hacían sus compañeras le llamaba la atención, en casa tenía miles de muñecas, le gustaba jugar con ellas porque sentía que eran las únicas amigas que tenía. Vio a aquella niña nueva perfectamente integrada con el resto de niñas y le dio un poco de rabia, no por ella, tampoco quería que discriminaran a nadie más, pero se volvía a sentir realmente mal porque a ella se lo hicieran sin ningún motivo. Estaba harta de pasarse los recreos sentada y comiendo el almuerzo sin ganas y por eso decidió que probaría suerte otra vez, al final tendrían que dejarla jugar. Pero los chicos la echaron de allí y las chicas dejaron de jugar en cuanto ella llegó. Pues genial, se volvió a sus escaleras con un nudo en el estómago, apretando la mandíbula y los puños y conteniendo las ganas de llorar, no iba a darles el lujo de que la vieran hacerlo.

You are my everything (Clexa) (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora