El tiempo no iba deprisa, volaba, estaban a una semana de celebrar su boda, por lo tanto aquella misma noche celebraban su despedida de soltera. Había sido un poco estresante organizarlo todo, pensaba que le sobraría tiempo pero fue más justo de lo que imaginaba, al final agradecieron la intervención de las metomentodo de sus madres. Clarke hacía medio año que había empezado a trabajar en una clínica de rehabilitación, estaba encantada, así que ella también, porque verla feliz era lo que más le importaba en la vida, su mundo en aquel momento era perfecto, ambas tenían un trabajo estable que les apasionaba, se amaban más que nunca y no estaban solas, a su alrededor había gente que las quería tal y como eran. Habían empezado a buscar casa, su intención era mudarse las dos solas cuando volvieran de la luna de miel, eso había añadido un poco de presión y estrés a toda la organización de la boda, al final se lo tomaron con más calma y quizás aquello las llevó a encontrar una casa con un pequeño jardín trasero, para empezar su vida en solitario no estaba nada mal, a las dos les encantó. No se creía que por fin todo aquello estuviera pasando de verdad, que fuera a ser tan fácil, aunque la rubia siempre había hecho que pareciera así a pesar de todas las circunstancias, ella estaba segura de que lo conseguirían y ya lo tenían entre sus manos. Octavia no quería que se mudaran tan rápido, pero ellas creían que era el momento perfecto.
La única condición que puso Clarke, era que le gustaría que la boda se celebrara en Austin, tenía hasta el sitio elegido porque desde que empezó a imaginarse una posible boda con ella se interesó en investigar un poco, hasta dar con el Rancho Pecan Springs, iban a casarse al aire libre, bajo un arco floral, aprovechando que lo harían cerca del verano. Solo de imaginarse aquel momento le temblaba todo el cuerpo y su estómago se volvía loco, esta ansiosa por que llegara aquel momento y a la vez quería detener el tiempo para siempre, esa sensación le gustaba demasiado. Estar tan segura de que iba a estar con ella toda su vida era la mejor sensación que había experimentado nunca.
A los diecisiete, en el peor momento de la vida de ambas fue cuándo lo tuvo claro del todo, que tenía que ser así, que iba a ser así. Recordaba lo mal que había estado Clarke los primeros meses después de aquel percance, ella lo sufría en silencio por no empeorar el ánimo de su novia, iba a estar a su lado pasara lo que pasara, para siempre, para recuperarla y seguir con la vida que ambas merecían. Al menos a ella en el instituto ya no la insultaban de hecho es que ni se atrevían a acercase a ella, el tiempo no pasó rápido pero tampoco se le hizo eterno aquel último curso. El baile se celebraba la semana anterior a la graduación, su novia no iba a asistir a ninguna de las dos cosas, ella tan solo iría a recoger su diploma y pediría que dieran el de su novia y volvería con ella lo más rápido posible. Sabía que a Clarke esas tonterías de bailes y chorradas de fiestas siempre le habían hecho ilusión, después de su época en el colegio se imaginaron cómo sería ir a un instituto, aquel mundo nuevo y por descubrir, en las películas parecía ser un sitio de puta madre, de hecho los primeros años fueron así, bastante buenos, su novia esperaba con ganas cualquier acontecimiento, siempre habían estado las dos solas y asistir a aquellos bailes, rodeadas de gente y de "amigos" a la rubia le hacía especial ilusión, a ella le daba más igual, pero verla así le pegaba aquel sentimiento. Aunque en el momento que pensó que podían elegirla reina del baile con aquella tal Tara, no le hacía demasiada gracia ni ilusión, hacía tiempo que pensaba que ellas dos harían la pareja perfecta, todavía se sentía culpable por lo que había pasado después, fue ella quién la empujó hacia aquella animadora cuando lo que en realidad quería era acercarla más a ella, si le hubiera dicho lo que sentía antes a lo mejor todo habría cambiado y Clarke nunca hubiera tenido que sentirse así. Pero de nada servia ya pensar en aquello, lo mejor era dejarlo atrás y centrarse en el presente porque era demasiado ilusionante. El día del baile del último curso, le dijo a la rubia que estaba ocupada, y lo estaba, preparando su habitación, creando un ambiente solo para ellas dos, su madre le había ayudado a decorar la parte trasera del jardín, se inventó una excusa malísima y su novia le dijo que si quería ir al baile podía ir, que no le iba a importar, pero aquello era lo último que ella quería, bueno, al menos no quería el baile de aquel estúpido instituto, quería uno con ella, no iba a dejarla sin asistir a su baile de graduación solo porque no fueran a pisar más aquellos pasillos. Le mandó un mensaje de texto sobre las nueve de la noche "¿Puedes venir a mi casa? Tengo que enseñaste algo" y esperó nerviosa a que sonara el timbre y comprobando una y otra vez que todo estaba como tenía que estar. Se había puesto uno de los vestidos que a su novia más le gustaban, quería que aquella noche le valiera la pena. La rubia tocó a su puerta y cuándo la abrió lo primero que hizo fue mirarla algo sorprendida y le hubiera gustado grabar su su cara al ver como había dejado la habitación. "Lex ¿Qué es esto?" Le dijo "Bienvenida a tu baile princesa" y la rubia le sonrió super bonito mientras ella le ajustaba una corbata al cuello. Había pedido su comida favorita y robado una botella de champagne a su padre. Ver flipar a su novia con esa cara de felicidad mantenía todo su interior revolucionado. joder, es que la amaba demasiado, lo había hecho desde siempre y tuvo la suerte de darse cuenta pronto, aunque le hubiera gustado hacerlo antes.
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You are my everything (Clexa) (G!P)
FanfictionSe conocieron a los seis. Lexa entró en la vida de Clarke para quedarse y salvarla, Clarke siempre supo que Lexa era la mujer de su vida. Dos almas destinadas a encontrarse y cuidarse frente a cualquier adversidad.