Parte 22 Deja de quererme tanto porque yo espero que al menos tenga tus ojos

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En el momento que les confirmaron que si, que estaba embarazada, que el día más feliz de sus vida era una realidad, sintió algo increíblemente denso y potente por dentro, algo que la impulsaba a querer llorar todo el tiempo, porque la felicidad y la emoción era tan grande que no podría contenerla dentro. Por fin, por fin se habían acabado los días de nerviosismos, de ver a Lexa pasarlo mal, por fin podían dejar un pasado que las atormentaba atrás porque el futuro que querían estaba en sus manos, podían tocarlo. Y sobre todo podía ver a Lexa, podía sentir lo que ella sentía y eso despertaba torbellinos en su estómago y su corazón se estaba acostumbrando a latir cien veces por encima de la media cada vez que la miraba.

Pasó a estar preocupada por otra cosa porque los primeros meses Lexa no lo pasó demasiado bien y la frustraba no poder estar cuidando de ella todo el tiempo, tenía la cabeza en otro sitio y no se concentraba en nada. Su mujer le mandaba mensajes o la llamaba siempre que podía, para asegurarle que estaba bien y que seguía más feliz que nunca. Aproximadamente al tercer mes les comunicaron que era un niño. ¡Un niño! El segundo hombre de su vida y al que ya quería más que a nadie en ese mundo y todavía no lo conocía, al menos no en persona, porque aquel niño se debía saber ya su vida de memoria y le había leído ya media colección de cómics. No quería parecer una blandengue y llorar cada vez que le tocaba la barriga, pero es que creía que sentía su energía a través de la piel de Lexa y aquello era pffff... encima era mitad Lexa y eso lo hacía todavía más increíble, eso hacía a su bebé mucho más especial y quizás por eso ya lo quería tanto. A veces esos sentimientos tan potentes la abrumaban un poco pero no quería dejar de sentirlos. ¿Era posible querer todavía más a Lexa? A priori no, porque su amor llegaba a límites insospechados, unos que ningún ser humano había alcanzado antes, pero creía que ella acababa de superarlos una vez más. Conforme su bebé crecía, su amor por los dos se hacía infinitamente más grande.

Afortunadamente "los meses de los que no volverían a hablar más" habían llegado su fin y Lexa volvía a sentirse bien, un poco más "gorda" pero era la Lexa de siempre, desde que empezó a notársele un poco la barriga ella se veía cada vez más incapaz de no tocársela o hablarle directamente. La verdad es que esperaba sentir una primera patada o algo que la hiciera saber que ese pequeño sabía que estaban ahí fuera.

Estaba despierta a las dos de la mañana porque a Lexa se le había quedado una cara de pena y decepción terrible cuándo le comunicó que después de cenar había acabado con la última chocolatina que quedaba, le dijo que podía conseguirle una, "Déjalo, da igual, me aguanto" Pero ella lo que creía que se estaba aguantando eran las ganas de llorar. Por suerte no muy lejos de casa había una de esas máquinas que expendían un poco de todo y en más d una ocasión no había resistido la tentación de sacarse una para ella. Así que se vistió y Lexa no intento disuadirla ni una vez. Las sacó todas, no dejo ni una y la sonrisa con la que la recibió al verla no tenía precio. Lo que le sorprendió un poco fue que las dejara sobre la mesita cuándo se las dio y lo que hiciera fuera sentarse sobre ella. El sexo había disminuido drásticamente los meses anteriores, pero hacía una semana que habían vuelto a retomar sus rutinas habituales. Lo agradecía, no iba a decir que no.

Lexa la besaba excitada mientras ella movía sus dedos lentamente por todo su sexo, estaba muy mojada y encima se movía contra su mano y los notaba en su pene, que hacía un rato que no podía estar más empalmado. Cuanto más la tocaba con los dedos más sentía como más le mojaba toda la palma, y la restregó entera presionándola contra su coño provocando que Lexa suspirara y le mordiera sutilmente el labio antes de embestirlos de nuevo. La dejó quieta y era Lexa la que seguía moviéndose lento sobre ella, desprendida un calor muy agradable y notaba lo inflamado que tenía el clítoris en cada centímetro de su mano por el que lo pasaba, la estaba mojando tanto que resbalaba muy fácil por ella. Tuvo la tentación de meterle los dedos pero justo medio segundo antes su mujer le dijo "Tu boca Clarke, necesito tu boca" Se le quitó de encima y tiró del cuello de su camiseta para seguir besándola basta húmedo y algo brusco mientras metía la mano por debajo de sus calzoncillos, suspiró sobre sus labios al notar como se la cogía. "Me encanta tu polla""Me pone muy cachonda tocarla y que la tengas tan dura" comenzó a hacerle una paja y jadeó esta vez. Por desgracia no duró mucho y la empujó con ambas manos y algo de prisa hacia abajo, cosa que le encantó, que la necesitara tanto era una sensación increíble. En su descenso de llevó la ropa de la morena, que abrió mucho las piernas en cuanto se sintió libre.

You are my everything (Clexa) (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora