09

13 9 0
                                    

Noveno Capítulo.
Dependencia.

Mackenzie.

Mi plan era quedarme todo el fin de semana encerrada en mi casa, en una post crisis mental que continuaba en proceso así que no es tan post, pero salió lo suficiente de crisis para avanzar a tristeza, pero Roseline Mailard no tenía los mismos planes.

No les miento, no estaba bien pero trataba de estarlo, sin embargo en mi conciencia seguía repitiéndose el último momento que compartí con Nathaniel, limitando mis sonrisas y como una forma de auto-traición, incitándome a escribirle un texto. Roseline se dio cuenta a través de mis mensajes cortos y sin escencia, por lo tanto se apareció un sábado a las dos de la tarde en mi casa.

—Señora Madie, perdón por secuestrarle a Mackenzie en fin de semana, pero es algo de suma urgencia. Prometo pagarle más tarde con cualquier favor que necesite —Roseline desprendía sus más confiadas sonrisas, tratando a mi mamá con una dulzura con la que parece haber nacido—. También le iba a comentar que si Mackie linda llega con muchas bolsas fue pagado por mí. ¿Tiene alguna prenda o comida que le guste?

—Linda, de verdad no puedo permitir que hagas eso —debate mi mamá mientras le entregaba un vaso del jugo que quedo del desayuno.

—Ni modo, tendré que sacarle información a Mackenzie —después de pronunciar mi nombre volteó a verme. Como no tenía ganas de pensar estaba con un conjunto deportivo y una coleta, mientras Rose poseía las acostumbradas faldas acampanadas—. Levanta tu trasero que se nos hace tarde, y las horas pasan volando querida.

No más saliendo de la casa, no más empezando a caminar, Rosie atacó con sus preguntas.

—Esta bien Mackenzie, no digo que te conozca del todo pero definitivamente se que algo no esta bien —hace un gancho con su brazo y el mío, como es costumbre en ella—. Y como no es la misma emoción hablar con una pantalla que cara a cara, he venido hasta acá rastreando tu teléfono con ayuda de Khristopher, perdón. Por lo menos se que tu familia y los asuntos con ellos estan bien, pero de verdad me preocupas porque las últimas horas no has sido tú, o bueno, si eres tú pero no la que sueles ser, sino una faceta gris. Lo que digo es ¿te encuentras bien?

Siguió su paso relajadamente, mientras esperaba paciente que le respondiera.

—Sí, estoy bien —mi tono y mi postura no la convencieron así que se detuvo y se volteó para poder quedar literalmente cara a cara.

—No quiero que te sientas presionada a decirme lo que te esta pasando, aunque me cueste trataré de respetar tu espacio, así que esta va a ser la última vez que pregunte: ¿Estas bien? ¿Necesitas desahogarte? Porque estuve años ahogándome en mis pensamientos y se que no es lindo. Si te sientes mal, dilo, así sea la más mínima cosa, ya que si afecta tus sentimientos es importante —el cariño con el que dice las palabras, además de la seriedad de su rostro me infundieron la suficiente confianza como para pensar que mi desgano no era una estupidez.

—Solo han pasado quince horas desde que sucedió pero cada segundo pierdo un gramo de autoestima. Me prometí a mí misma que si algo así llegaba a pasar en mi vida lo iba a entender y tomarlo de la mejor manera, pero resulta que también tengo sentimientos —suelto una risa, aunque sé que mi voz se oye quebrada. Rosie tiene una mirada comprensiva pero aún se ve confusión en ella, así que decido decirle sin dar más vueltas—: Nathaniel dijo que deberíamos parar. No sé si se refiere a que no piensa hablarme más nunca, o si solo esta pasando por un mal momento, pero aún así estoy preocupada y no sé si debo confiar en sus palabras de que no hice nada malo, tal vez no lo trataba lo suficientemente bien para que se sintiera cómodo o tal vez malinterpreté su actuar pero...

Memorias de un ayer y de un por venirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora