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Sexto Capítulo.
Mack, la peliladrillo.

Stacey.

¿Sabían que si meten en recipientes iguales la vainilla y la salsa de soya, y no las identificas, podrían fácilmente confundirse?

Cuando la amada de mi hermano y yo bajamos haciendo caso a los suplicantes gritos de mi hermano vimos el desastre que había en la cocina.

Aderezo en su ropa, harina en polvo en el aceite, chocolate en toda la mesa... Y SALSA DE SOYA EN LA MEZCLA DE PANQUEQUES.

—Oh por dios, Nathe ¿¡Qué haces!? —le reclamo exaltada. Hasta Mack en este momento está impactada.

—Yo les dije que no sabía cocinar e igual me mandaste a hacer pinquiquis —repuso poniendo cara de michi triste.

—Mackenzie, anota en tu lista “razón número 5089 para no casarme con Nathe”.

—¿Bien? Pero yo no... —la interrumpo diciendo—: Hablo en serio, Nathe te va a destruir la casa.

—Pero es que yo no... —debate otra vez Mackenzie y la interrumpo, otra vez.

—Oh tranquila, ya verás que sí.

Momento para un breve silencio incómodo.

—¿Por qué eres así Stacey? —pregunta mi hermano un poco incómodo.

—Por qué no ser así, Nathe.

—Bien —interfiere miss Backend— ya que al parecer Nathaniel no jugaba con que no sabe cocinar y Stacey no parece querer ¿Vamos a por ahí?

—Yo apoyo eso —sonríe Nathe.

Fuimos a prepararnos y salimos al rato.
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—Podrían decirme la razón por la cuál estamos caminando y sudando como cerdos —pregunto más en forma de reclamo a la parejita que iba compartiendo audífonos más adelante, los cuales no me pararon mucho.

Acepte venir ya que quería hacer un tipo de análisis completo a la peliladrillo. Más que nada, porque Nathe esta pirado por ella, y nada más he llegado a una primera conclusión...

Nathaniel es ¿masoquista?

Hablo en serio, hasta ahora Mack ha actuado como cualquier persona en el planeta, pero cuando le pides la hora. Sí, así de seca es.

—Vale Mackie, tú aguantas escuchar una canción de rock and roll repetitiva por 7 minutos sin aburrirte, pero escuchas una de electrónica por medio minuto y te aburres —decía exaltado con una sonrisa irónica, mientras veía a Mack, la cual parecía estar aguantando las ganas de reírse—. De verdad eres increíble.

Y en eso se han mantenido hasta ahora, teniendo mini debates donde cada quien defendía su punto.

Ah y, no me hacía notar.

—Hey señores —carraspee la garganta tratando de llamar su atención, cosa que no paso—. Hey, ¿si saben que vine con ustedes? ¿no? —y aún nada, así que me fui por mi último recurso y el más eficiente, por cierto.

Grité, y muy alto.

—¿Se te ofrece algo, Puberta? —voltea Nathi con “ojos láser”.

—Un descanso por favor.

—Pero si apenas vamos a mitad de camino —repone él.

Justo ahora estamos en una calle rodeada de una gran arboleda, sin rastro de vida, sólo en los carros.

Memorias de un ayer y de un por venirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora