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Cuarto Capítulo.
Rareza y Descartes.

Mackenzie.

Hoy el día fue realmente normal, lo cual es raro ya que yo no soy normal por lo tanto nada en vida debería ser normal, pero fue normal pero con tanta normalidad que parecería anormal; ¿y por qué tal normalidad? Por la falta del anormal.

Iba saliendo del instituto, con los audífonos medio puestos y con el suéter del acosador en manos.

Me gustaría quedármelo, pero no, la vida es cruel y tengo que devolverlo porque sino sería hurto, y la verdad no me importa mucho pero... Olvidenlo.

Bufé aburrida mientras bajaba las escaleras por el casual día muy normal, y al oír el grito de cierta persona voltee mi cara con una sonrisa irónica, y la verdad me sorprendió el hecho de que él también trajera audífonos.

—¿Te apetece compañía? —preguntó con una sonrisa alegre y hasta un punto sincera.

Lo analicé durante un rato para buscar un indicio de malicia, pero encontré no más que alegría.

—Porque no... —al decir eso ensanchó su sonrisa aún más lo que me hizo torcer el rostro y que él soltara una risotada.

Comenzamos a caminar...

—A ver, ¿qué hiciste hoy? —rompe el hielo Nathen.

—Vivir, respirar y escuchar música —conté con los dedos—; ah, y además fingir prestar atención, excluyendo literatura.

—Interesante —asiente con la cabeza—. Yo explote un proyecto con mi enfermito en la clase de química.

—No creí que estarías relacionado emocionalmente con ese lado.

Tardó un momento en entender lo que quise decir, al darse cuenta puso cara de desagrado.

—Le digo mi enfermito porque esta loco y es mi único amigo —explicó.

—Ah.

Siguió el silencio sepulcral que inunda el crepúsculo al instante de enmendar del vasto manicomio... Vale no.

—Dime la verdad, ¿los chinos son más chidos que yo? —rompió el silencio Nathe.

—Como te atreves de apenas comparar tu simple existencia con la de esas joyas —me mira indignado con cara de "no te atrevas a hablarme".

—Has herido mis sentimientos...

—Bien.

—Eso ha sido lo más cruel que he oído en mi vida.

—Fantástico.

—Aunque admito que su música es genial.

—¿Qué? —creo que he oído mal, un chico no suele decir que los grupos masculinos de k-pop o que los coreanos son geniales.

—Si, los investigue —dice relajado como si eso no fuera un mito hecho realidad.

—¿Y eso por?

—Me gustaron las canciones que escuche esta mañana —siguió caminando relajado con la vista al frente— contigo, ya sabes. Aunque solo eso, no soy fan ni nada.

El camino fue silencioso, entre nosotros. Ambos teníamos audífonos e íbamos cada uno en su propio son, y hasta podría decir que tenía cierta nostalgia por no escuchar la música con él.

Llegamos a donde comienza el camino de casa, todo el recorrido fue silencioso, no más que viendo ambos el mismo panorama pero cada quien en su propio mundo.

Memorias de un ayer y de un por venirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora