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Décimo quinto capítulo.
Plan Nosoytanbobalicon.

Nathaniel.

Les voy a contar más o menos como fue que encontré las agallas para declararme, y para eso necesitamos retroceder. Hace dos semanas, un día después de la discusión en la heladería, comenzó la cuestión.

—Vamos pequeño Nathe, dile a tío Khristopher que te acontece.

Aquella tarde Khristopher estuvo invadiendo mi habitación, como habitualmente lo hace, sólo que esa vez lo único que pensaba era en echarlo a patadas.

—No estoy de humor.

Fue lo único que dije, con mi cabeza enterrada en mis almohadas, deseando dejar de padecer la vida mía y morirme.

Pero, como obviamente hablamos de Khristopher, en vez de respetar mi espacio personal y sentimental se acercó hasta que sentí su aliento en mi oreja.

—Cuéntame todos tus pesares —susurro con voz de serpiente, al estilo Nagini—. Sucumbe ante la desesperación de desahogarte.

Me senté de un salto, por poco desviándole el tabique a Khristopherita, el cual se había apartado e instalado en el suelo.

—No entiendo a Mackenzie —suelto como granada—. No, más bien no entiendo es a Ethan, tu querido amigo. Dicen que es bien puto, y si eso es verdad, se esta aprovechando de la inexperiencia de Mackenzie para usar sus sucios trucos, ¿verdad?

Fijo mi vista en Khristopher, para encontrar que sólo esta parpadeando, una y otra y otra vez.

Así que continuó con lo mío.

—Ethan es un jugador y punto, entonces ¿por qué Mackenzie no lo ha mandado a freír espárragos? Bien rata era ella conmigo, y yo no soy un jugador ¿cierto? Pero con él obviamente esta súper bien hablar a un palmo de distancia.

Vuelvo a pausar para tomar aire, y me encuentro a Khristopher haciendo la misma acción que antes.

—Y además con risitas que no me dejan concentrarme en mi trabajo. Pero eso no es lo importante, lo importante es que estoy molesto, irritado y le hable feo, y ni se por qué. En fin, soy un imbécil que merece fallecer.

Terminando mi discurso, vuelvo a mi posición de avestruz con la cabeza hundida en la almohada.

Tal vez así deje de respirar.

Desde mi posición, oigo el suspiro de Khristopher y como toma aire para decir:

—Espero que esta vez no te pongas a la defensiva, pero debes entender pibe, que usted no ve a esa muchacha como amiga —la frase fue soltada con sus diversos léxicos, pero con más seriedad que ninguna—. Y sé que te vas a esforzar para llevarme la contraria, pero esa es la única verdad y voy a hacer que te des cuenta de ello.

—¿Exactamente cómo planeas hacerlo? —pregunto, con la voz amortiguada y opacada por mi almohada.

¿Cuánta saliva llevará recolectada hasta ahora?

—Cómo no puedes verlo en vivo, te recomendaré unas cuantas películas y series románticas para que te des cuenta que usted esta hasta la coronilla de enculado* —eso hace que desentierre mi cabeza, para verlo a él con el entrecejo fruncido—; una lista que haré con ayuda de Stacey y te hará abrir los ojos.

Khristopher cumplió su palabra, y esa misma noche me envió un montón de links por telegram.

Abrí el primero, el cual me mando a una de las típicas páginas para ver películas online, y la película se llamaba A dos metros de tí.

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⏰ Última actualización: Sep 21, 2021 ⏰

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Memorias de un ayer y de un por venirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora