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Segundo Capítulo
Acosador

—¿Cómo te fue en tu primer día de clase? —pregunta mi madre cuando entro a la casa.

—Normal, supongo —agarro un vaso de jugo de la isla y empiezo a tomarlo.

El primer día nunca es la gran cosa para el nuevo. Normalmente los viejos amigos se reciben con un súper abrazo de oso y contando a lujo y detalle lo que no pudieron hablar antes.

Como es obvio, ese no es mi caso.

Sin embargo, aquel chico Nathaniel, se dió el tiempo de orientarme en lo que podía cosa que de verdad agradezco, y también me brindó un buen rato mientras hacía chistes de todo lo que le desagradaba de aquel lugar.

—Claro —dijo mi padre en respuesta, de forma irónica—. Y ¿entonces por que vienes con una sonrisita? —pregunta pícaro.

En ese momento me ahogó torpemente con el líquido y mis padres se miran cómplices.

—Está bien. Me agrada que tu día fuese normal —dice mi madre resaltando el normal con ironía.

—Me voy a arreglar mi cuarto —ruedo los ojos sonriendo y subo las escaleras rápidamente.
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—Ya salgo, nos vemos en la tarde —me despido tomando las llaves.

—Hasta luego —grita Madie.

—¡Cuidate!

Camino por la acera. Es mi trigésimo día con esta nueva rutina y apenas me acostumbro. Los primeros dos días mi papá, Kendrick, me llevo al instituto. Ayer desafíe a la suerte llendo sola, y que bueno que no me perdí, mucho.

Sonaba la canción Hey We Okey de Never Shout Never cuando siento que alguien me agarra por los hombros y grita en mi oído. Pues, pegue el grito al cielo.

Voltee y estaba el Torpe riendo a más no poder. En estos doce días, su tarea favorita ha sido molestarme, y es muy responsable con ella.

—Muy gracioso, ¿no? —lo veo con mala cara.

—Debiste ver tu cara y escuchar tu grito —continúa riendo—. Fue épico.

—¿Y tú que haces aquí? ¿Me estabas acosando?

—Yo no te acoso, no como crees —para de reír.

—Eso es como un sí —sonrió victoriosa—, pero no.

—Claro, mejor solo caminemos —me jala del brazo y retomamos el camino en silencio.

—Entonces... —habla él— ¿vives en la casa 17?

—¡Ja! Sabía que me estabas acosando.

—No despistada, somos vecinos —bufa—. Yo vivo diagonal a tí, es decir, en la 15.

Vale, tal vez mi apodo de "despistada" está muy bien merecido.

—Igual cuenta como acoso. ¿Me ibas a secuestrar o algo?

—Vivimos en la misma dirección —resalta afincando cada palabra.

—Ya, entiendo tigre.

Suspira fastidiado y suelto inevitablemente una pequeña risa. Se creo un silencio medianamente cómodo, ya que si bien es el único con el que he convivido estas dos semanas, no estamos de lleno en confianza.

—A ver que escuchas —me quita un audífono y se lo coloca. En ese momento sonaba Heavydirtysoul de Twenty One Pilots—. Entonces escuchas música fuera del común —sonríe.

Memorias de un ayer y de un por venirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora