Capítulo 3

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El viernes y el sábado también fue de bendición en la iglesia, los demás predicadores eran personas ungidas por Dios y la presencia del señor había sido manifiesta en esos tres días que fueron de bendición para muchas vidas. Más de 20 personas aceptaron a Cristo en su vida a lo largo de los tres días y yo no podía estar más feliz y contenta.

Ya hoy es domingo y aunque la actividad terminó ayer, Ethan y su hermana se quedaron un día más y otra vez le tocaba la prédica, los servicios lo hacemos por la mañana por lo que tuve que levantarme temprano.

Tengo que cantar hoy, porque una de las vocalistas no podrá ya que su garganta se vio afectada ayer por la noche en la presentación. No es común verme cantar, solo dirijo el ministerio, pero de vez en cuando lo hago y me encanta hacerlo, amo adorar a Dios.

Elijo mi vestuario para hoy, un vestido amarillo de falda ancha y larga atrás con mucho vuelo, me dejo el pelo suelto ya que es riso y un poco largo, solo me recojo un poco por detrás de las orejas y listo. No suelo usar maquillaje por lo que no me demoro cuando me alisto.

Llego a la iglesia con tiempo de sobra y me dispongo a acordar las canciones con los músicos y el equipo de tecnología, se les ve un poco agotados y los entiendo perfectamente, tres noches corridas de mucho trabajo y hoy temprano tienen que estar aquí sirviendo en sus ministerios, eso es de admirar; a mí me resulta un poco manejable ya que estoy más acostumbrada al jaleo y a los turnos sobre turnos del hospital.

Con el tiempo que me queda antes de iniciar el servicio me dispongo a orar en una esquina del segundo nivel, me arrodillo y empiezo a exaltar el nombre de Dios, a bendecir su nombre y a glorificarlo. Si algo he aprendido en la vida, es a engrandecer el nombre de Dios, a él le place cuando sus hijos vienen a él en humillación reconociendo su poderío y misericordia, a él le gusta que le agradezcamos cuando sucede algo en nuestras vidas, ya sea bueno o malo.

Termino de orar, el servicio comienza, empezamos a adorar y el tiempo se nos pasa en humillación a Dios. Cuando llega el momento de la prédica muchos corazones son quebrantados, muchas vidas ministradas, personas entregando sus cargas al Señor, en fin, se derramó sobre la iglesia el poder de Dios. Yo tomo mi micrófono y empiezo a cantar esta adoración de Marcos Brunet "nadie va a robar tu gloria"

"/////NADIE VA A ROBAR TU GLORIA, NADIE VA A ROBAR TU GLORIA, TODO VIENE DE TI, TODO VUELVE A TI/////

Ethan me acompaña a cantar y en perfecta sincronía seguimos cantando mientras vemos y sentimos la presencia de Dios hacer cosas con el pueblo.

"////TUYO ES EL REINO, TUYO ES EL PODER, TUYA ES LA GLORIA POR SIEMPRE AMEN////"

"/////NADIE VA A ROBAR TU GLORIA, NADIE VA A ROBAR TU GLORIA, TODO VIENE DE TI, TODO VUELVE A TI/////"

Cuando terminamos de cantar que todo se va calmando Ethan voltea a verme y mantenemos la mirada por más de un minuto, una mirada que dice mucho y a la vez no dice nada, donde no hay sonrisas, solo dos rostros en blanco que se miran como si se estuvieran dibujando entre sí.

Cuando hubo terminado el momento de ministración, Ethan le entrega el micrófono al pastor y este despide el servicio con una corta oración. Yo estoy segura que de este servicio todos salimos renovados, unos sencillos y otros más fuertes, pero diferentes de como entramos.

Cuando me estoy despidiendo de los muchachos de la adoración donde acordamos el día de ensayo veo que Ethan se acerca y lo saludo

- Hey, te llevo?

El esposo que pedí - ROMANCE CRISTIANODonde viven las historias. Descúbrelo ahora