Capitulo 12

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Veo que su expresión es relajada mostrando una sonrisa en sus labios. al mirarlo desde la posición en la que me encontraba podía notar lo realmente atractivo que es Ethan, sin duda no tiene nada que envidiarle a nadie, y lo más impresionante de todo esto es lo perfecta que es nuestra historia de espera, el esperó en Dios, yo esperé en Dios y el señor obró a su tiempo y a su voluntad, nunca me cansaré de decir que Dios sabe tener detalles bonitos con sus hijos.

No tomé en cuenta el tiempo que había pasado, solo que cuando regresé de mi pequeño viaje mental Ethan ya se estaba despidiendo de la persona del otro lado del auricular.

— Sí, esta noche regreso, hasta luego.

— ¿te he dicho que realmente eres bonito?

Mi pregunta lo hace carcajearse un poco, se baja un poco hasta llegar a mi nivel y besa mi nariz.

— Quizás no lo suficiente, ¿me lo quieres repetir? — en mi rostro no se puede ocultar la sonrisa que genera el solo estar cerca de él.

Seguimos caminando y conversando, me explico que quien lo llamó fue su líder juvenil para solicitarle que lo cubra en una actividad de adolescentes a la que se había comprometido a asistir el próximo sábado, pero que se le presento un asunto familiar de salud para ese mismo día y no podía asistir, así que mi buen chico asistirá por ella.

Al momento de despedirnos me costó mucho ya que su cercanía produce en mi un sentimiento de paz y de pertenencia tan único que creo que lo único que lo supera es estar sumergido en la presencia de Dios.

— Nos vemos pronto princesa mía — Dice al momento que deposita un beso en mi frente — No quiero alejarme de ti, en serio estoy pensando la manera de secuestrarte. —

Lo único que logro emitir en ese momento es un quejido de lamento que le hace reír y me acerqué mas a él en nuestro largo abrazo frente a mi casa.

Antes de llegar aquí pasamos a casa de mis padres a recoger mi caro y mi cartera.

— Todo es hasta un día señor Ethan, llegará el día en el cual ya no tendremos que separarnos. Y desde ya te digo, que si tardas mucho en proponerme matrimonio lo haré yo, y juro que te pondré una gran piedra en esa mano.

— Eso no va a suceder, así que sácatelo de esa cabecita tuya — vuelve a besar mi frente — me tengo que marchar, descansa mi Reyna, te quiero muchísimo.

Dicho esto, pone distancia en nuestros cuerpos y se aleja en dirección a su auto, una vez en éste gira hacia mii y me lanza un beso al aire, común de un adolescente enamorado.

Entro a mi hogar y doy por finalizado este día tan maravilloso.


El esposo que pedí - ROMANCE CRISTIANODonde viven las historias. Descúbrelo ahora