Capítulo 4

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Ya es sábado por la noche, los jóvenes de la iglesia vamos a ir a comer pizza y a jugar a un establecimiento cristiano que hay cerca por aquí, frecuentemente vamos allá ya que es un ambiente agradable y sano, donde van jóvenes y adolescentes de otras iglesias a divertirse.

Ya hace dos semanas desde que Ethan estuvo aquí, todos los días por la mañana me deja un mensaje diciendo "PASA LINDO DÍA" y yo le dejo uno todas las noches diciendo "TEN LINDO SUEÑO", solo eso, todos los días sin fallar.

En el trabajo ya estoy un poco más regulada, voy a psicología lunes y miércoles en la mañana y de lunes a viernes en la tarde estoy como médico general en el mismo hospital. Realmente llevo una rutina bastante cómoda y que me genera muchísimo dinero. De hecho, hoy desde que me levanté ha sido con una idea bastante loca en mi cabeza, comprar un terreno en el campo y hacer una cabaña de vacaciones, mañana se lo plantearé a mis padres a ver qué opinan.

Hablando de mi mamá, todavía no le he preguntado eso de que Dios le reveló que me casaría pronto, no pienso tampoco decirle nada, si ella quiere hablar del tema, lo hablo, de lo contrario, no diré nada, total, quien espera lo mucho espera lo poco.

Ya estando en el lugar de encuentro disfruté muchísimo del ambiente, jugamos a los bolos, o por lo menos eso intenté, ya que soy malísima para el deporte, me caí como dos veces, otras tantas ni siquiera alcancé a tumbar uno, pero me reí bastante, porque en el juego no se trata de ganar siempre, sino de disfrutar la jugada, al menos es lo que yo pienso.

Pasadas las 11 llego a mi casa y me dejo caer en el sillón agotada.

Mi casa realmente es una casita, un espacio individual de no muchos metros cuadrados, una sala de estar pequeña, cocina, lavadero, habitación, baño y closet, me encanta porque lo compré de oportunidad a una pareja que se estaba mudando porque ya el apartamento les quedaba pequeño y lo que para unos no funciona para otros sí, y así fue como con 23 años ya tenía mi hogar propio cerca de la ciudad y de la iglesia. No me di cuenta en qué momento, pero me quedo dormida de a poco ahí en mi cómodo sofá y con la ropa puesta.

Al día siguiente en la mañana, me coloco una falda tuvo y una blusa floreada y salgo con dirección a la iglesia; mi cuerpo amaneció adolorido, porque por más cómodo que resulte el sillón para dormir no lo recomiendo a nadie, o capaz soy yo que no se dormir en sillón, pero, en fin, me duele todo hoy.

Al llegar a la iglesia me pongo a hacer mi trabajo hasta la hora de inicio, cuando empieza dejo todo me dispongo a disfrutar del servicio de Adoración a Dios, realmente me gusta estar en su casa, me gusta poder cerrar mis ojos y cantarle, adorarle, levantar mis manos y glorificar su nombre, eso me llena cada vez que lo hago.

Cuando finaliza el servicio me voy a casa de mis padres y como siempre enciendo el horno

Subo a mi habitación para refrescarme la cara en el baño, cuando lo hago me tiro de espalda en la cama y me es imposible no evocar los recuerdos de ese bendito día. Mi mente me traiciona cuando pone en mi ese pensamiento negativo que me hace sentir acalorada. Me siento en la cama y cierro los ojos, me permito pensar en él como hombre, es bonito de cara y de personalidad, es cristiano, alto, fuerte, tiene buen pecho y parece que está bien dotado de otra parte del cuerpo, ok cabeza mía, no vayas por ahí.

Me levanto y bajo a la sala justo en el momento en el que mis padres están entrando por la puerta:

— Ma, quiero hacer una casa en el campo ¿Qué opinas? — su cara es de puro asombro y me mira encajando una ceja, mira a mi papá en una extraña mirada que no logro descifrar.

El esposo que pedí - ROMANCE CRISTIANODonde viven las historias. Descúbrelo ahora