6. En eso estamos de acuerdo

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Yeonjun respiró tranquilo cuando llegó a su casa. Había conseguido no perderla. «¿Pero a qué precio?», se preguntó contemplando el cheque que Choi le había dado.

Se sentía vejado, humillado, frágil. Aunque por increíble que pareciera, tampoco podía dejar de pensar en esas manos fuertes y grandes acariciando su trasero. Ese olor varonil inundándole los sentidos mientras lo poseía contra los fríos azulejos del baño. Cerró los ojos tratando de entenderlo. Era una sensación brutal. Era como si hubiera descubierto el sexo de verdad. No con el que todos soñaban cuando imaginaban esa primera vez especial y resultaba ser un gran fiasco, sino con ese sexo que no se puede describir, solo sentir. Sexo con un hombre guapísimo que sabía meterla bien. Lástima que ese hombre fuera un hijo de puta al que al mismo tiempo odiaba.

Despertó al día siguiente con el zumbido de su móvil. Abrió los ojos, somnoliento, y cuando leyó el mensaje el sueño se le esfumó de un plumazo.  

Señor gilipollas:
Buenos días. Esta noche te recogeré a las nueve en la puerta de tu casa. Por favor, sé puntual y no me hagas esperar. Me he tomado la libertad de concertarte una cita a las doce en el salón Magnolia. La señora Priston conoce mis gustos y te asesorará como es debido. De todas formas, procura que el traje no sea excesivamente impúdico, pero sí lo suficiente para que pueda presumir de acompañante. Ah, y también quiero que escojas un buen conjunto de lencería. Me gustan las bragas y los ligueros de encaje. 

P.D. No te hará falta llevar dinero. 

Yeonjun le contestó muerto de rabia...

Mi putita:
Aún no he decidido si quiero ser tu zorra. Así que métete tus exigencias por donde te quepan, cabronazo. 

P.D. Aquí el único impuntual eres tú. 

Tan pronto le dio a enviar se tiró de los pelos. ¿Pero qué había hecho? Acababa de mandar a paseo al hombre del que dependía su suerte.

Un minuto después su móvil volvió a vibrar. Sabía que era él y se echó a temblar. 

Señor gilipollas:
¿Te has despertado de mal humor? Pues espérate a ver lo que es dormir a la intemperie. No me desafíes, Yeonjun. Sabes que puedo sacarte de tu casa de una patada en el culo. 

P.D. Ni se te ocurra escoger un conjunto de lencería blanco. No me gusta follar con puritanos. Además tú y yo sabemos que no te va ese color. 

A Yeonjun le volvieron a rechinar los dientes mientras su pulgar volaba por el teclado táctil. 

Mi putita:
Que le den, señor banquero. 

P.D. El blanco me queda de maravilla, aunque es cierto que estoy lejos de ser puro. De hecho, tú no eres el primer gilipollas al que me tiro. 

Hala, ya se lo había soltado. Le importaba un carajo si se enfadada. ¿Pero qué se creía ese idiota? Entonces salió de su autoengaño cuando dio un respingo al escuchar el zumbido del móvil. 

Señor gilipollas:
En eso estamos de acuerdo. Te sueles tirar al primer memo que se te cruza delante. Lo dicho, esta noche a las nueve pasaré a recogerte. Ahora tengo una reunión importante  y no me puedo entretener con estas tonterías.

P.D. Guárdate esa lengua viperina para después de la recepción. Te acabo de subir los intereses. 

Ahí estaba esa forma de hablarle como si lo conociera de toda la vida, lo que lo irritó más si cabe y tuvo el impulso de volver a contestarle. Hasta que lo pensó mejor y se contuvo. Sabía que estaba jugando con fuego y no le convenía enfadarlo, por mucho que le dieran ganas de estrangularlo.  

𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐃𝐄𝐁𝐈𝐓 © soojunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora