Yeonjun gimió contra su boca mientras las manos del azabache se perdían por su espalda y su trasero. Luego abrió las piernas instintivamente al notar la dureza de su miembro rozando contra el suyo. Pero cuando Soobin hizo el amago de prepararlo, Yeonjun rodó de costado, rectó hacia abajo y se detuvo frente a su entrepierna.
De repente le dio una lenta lamida y el pelinegro abrió la boca por la impresión. Esperaba de todo menos aquello. Pero le gustó que tomara las riendas de la situación, y lo observó con lascivia mientras se dejaba complacer.
El castaño agarró su erección e intentó metérsela casi entera en la boca. Aunque era demasiado grande y le costaba, ya que no tenía experiencia. Escuchó que a Soobin se le escapaba un gemido de placer, y sonrió. Sí, no lo estaba haciendo tan mal después de todo. Y chupó, succionó, movió la lengua con esmero por su glande y su tronco grueso. Lo notaba salado y caliente. El olor masculino que desprendía era maravilloso.
Ahuecó sus mejillas y engulló su falo hasta la garganta, algunas lágrimas abandonaron sus ojos pero continuó succionando el miembro de Soobin con más fuerza, con sus manos masturbaba el resto de la erección que no lograba adentrar en su cavidad bucal y daba algunas caricias en sus testículos.
Soobin sujetó su cabello en un puño, al tiempo que seguía contemplando como la cabeza de él subía y bajaba por su miembro erguido. El castaño comenzó aumentar la velocidad de sus succiones y a recorrer en forma circular su glande con la lengua, dejando pequeños besos para luego tragarlo todo de un golpe de nuevo. Hasta que el mayor tuvo que detenerlo para que no sucediera lo inevitable.
―Ye-Yeonjun...
El chico siguió sus acciones, devorando su pene como si fuera el dulce más delicioso que hubiera probado nunca. Entonces supo que no tendría mucho tiempo para detenerlo cuando sintió el calor comenzando a aumentar en su parte baja. Y no, él de ninguna manera se correría en su boca, por muy tentadora que sonara esa idea, él no lo haría, quería durar un poco más y hacerlo dentro del castaño que definitivamente lo estaba llevando a la locura.
―¡Para, para! ―le suplicó.
―¿No lo hago bien? ―le preguntó preocupado.
―¿Eh? ―parpadeó―. ¡No, no es eso! La chupas de miedo ―le aseguró.
―¿Entonces qué sucede?
―Joder ¿tú qué crees? ¡No me quiero correr! ―confesó irritado.
Yeonjun rompió a reír.
―¿Sabes? Para ser un hombre elegante e influyente, a veces te expresas como un vaquero de Texas.
―Qué curioso, porque tú para ser una putita no tienes ni idea del sexo ―lo rebatió con aspereza.
Lejos de ofenderlo su comentario avivó su carcajada. Después observó su expresión dura y su risa se apagó de golpe. Había algo escondido bajo aquella mirada oscura... Algo infantil y tierno que no dejaba de resultarle familiar.
―¿Qué ocurre? ―inquirió el pelinegro.
―A veces creo que te conozco de toda la vida ―declaró en voz alta.
La mandíbula de Soobin se tensó por un segundo pero contempló el rostro del joven por el que suspiraba en su juventud y se inclinó para besarlo. Yeonjun le correspondió con la misma dulzura. Era la primera vez que su piel se estremecía con el roce de otra piel. Ni siquiera Bogum, el único hombre al que había amado, logró despertar una emoción tan profunda. Y comprendió que en realidad nunca había estado enamorado de él. Lo que sentía ahora era mucho más intenso. Era inconfundible.
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𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐃𝐄𝐁𝐈𝐓 © soojun
Hayran Kurgu𝐋.𝐃 | Kim Yeonjun tiene un mes para embalar sus cosas y dejar la casa donde ha vivido desde niño. Su última opción para impedir el embargo es presentarse en el despacho del banquero y suplicar por primera vez en su vida. Pero lo que no sabe es que...