Capítulo 35: "Verdad o reto".

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SCARLETT

Apenas han transcurrido dos minutos y ya me encuentro ubicada en una ronda a la espera del inicio de algún juego típico de fiestas y sosteniendo con una mano un vaso lleno de cerveza, el cual obviamente no me lo he llevado a la boca.

—¡¿Qué les parece si jugamos "verdad o reto"?! —exclama un chico parado sobre un tronco llamando la atención de todos los demás.

—Me parece una estupenda idea. —establece Augustus, el organizador oficial de "mi fiesta".

Obviamente, no todos los chicos se suman al juego, por lo que al iniciar este mismo formamos un conjunto de alrededor de veinte participantes, incluidos Augustus, Milo, Jacob, Bruce y yo. La dinámica de aquella actividad consiste básicamente en elegir entre responder una pregunta con sinceridad o realizar un determinado reto que proponga la persona que te escoge. Pero no todo es tan sencillo, sino que hay algunos trucos, como por ejemplo, luego de responder dos verdades deberás elegir obligatoriamente un reto, y en caso de no querer cumplirlo solo tienes una oportunidad para evadirlo tomando un shot de alguna bebida alcohólica.

A medida que el juego se desarrolla, mi miedo mezclado con ansiedad aumenta cada vez más al escuchar y ser partícipe de aquellos desagradables retos e impensadas preguntas que les realizan a algunos chicos. Por ejemplo, enfrente mío se encuentra ubicado un muchacho de tez blanca y cabello oscuro a quien lo retaron a lamer los dedos de los pies de tres de sus amigos. El pobre chico apenas pudo contener las arcadas.

El momento que más he intentado retrasar en mi mente, finalmente llega. Un compañero con quien nunca he hablado, luego de cumplir su respectivo reto, me señala con el dedo mientras me mira con una mezcla de malicia y picardía.

—Scarlett. —llama mi atención su voz casi afónica, todos allí presentes voltean a verme con expectativa. —¿Verdad o reto?

Mierr... miércoles.

Se hacen unos segundos infinitos de silencio donde mi cerebro se encuentra debatiendo la mejor opción.

—Verdad. —respondo, finalmente, con duda.

—¿Cuál es tu posición favorita en la cama? Y no hablo de una posición para dormir, ya sabes a lo que me refiero. —establece el muchacho y yo me pregunto interiormente: ¿qué mal le habré hecho yo para que me haga semejante pregunta tan incomoda?

Los demás varones, algunos ríen, y otros vitorean como si la pregunta fuera sumamente inteligente y hubiera sido formulada por alguna especie de genio. Por otro lado, fijo en mi mirada en Bruce, quien se halla sentado justo enfrente mío. Distingo fácilmente que por sus labios se escapa una maldición mientras fulmina con los ojos al chico que me hizo aquella desubicada pregunta y que, supongo, tengo que responder.

Cuando todos guardan silencio y enfocan sus ojos en mi, decido hablar y responder (con completa honestidad) lo siguiente: —Yo debajo.

—¿Tu debajo y él encima tuyo? —indaga alguna voz masculina y yo asiento con cierta timidez. —Muy buena elección.

Aquel embarazoso momento se va disipando rápidamente y llega mi turno de elegir a alguna persona. Mi mirada recae en Milo y decido elegirlo a él, no por mala amiga sino que todo lo contrario, para salvarlo de algún desagradable momento. Él se sorprende ante mi elección pero, luego, sonríe como si supiera lo que estoy pensando. Ante mi pregunta, el rubio escoge reto y yo lo desafío a bailar la "Macarena" durante veinte segundos. Algunos chicos protestan por lo suave de mi reto pero la mayoría estalla en carcajadas viendo a Milo bailar. Cabe destacar que a esta altura, mi amigo lleva un par de vasos de alcohol de más, lo que se traduce en él moviendo sus caderas con entusiasmo y exageradamente.

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