Capítulo 7: Declaración de guerra.

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SCARLETT

—¿Estás con un chico? —gruñe.

—Puedo explicarlo. —me excuso, y él dando zancadas se dirige al baño.

Abre la puerta y yo me quedo helada.

—¿Qué haces tú aquí? —escucho su voz contenida.

Me quedo atónita cuando Bruce saca a Matthew del baño, lo toma de la camiseta y lo apoya agresivamente a la pared.

—¿Qué haces aquí? —repite furioso.

—Scarlett me invitó. —logra murmurar un asustado Matthew.

—Bruce, suéltalo. —le digo con tono firme.
Él me hace caso y voltea a mirarme serio.

—¿Él iba a dormir aquí? —pregunta tratando de reprimir el enojo. Veo como cierra los puños  de sus manos.

—Si. —contesto en voz baja, pero él logra escuchar. Suelta una risa irónica y, sin mirarme, se dirige hacia la puerta de salida de mi habitación. —No, espera Bruce. Déjame explicarte, no es lo que piensas. —le pido mientras me interpongo en medio de su camino.

—No me tienes que dar explicaciones de nada. Sólo somos compañeros. Puedes hacer lo que quieras, no me importa. —me dice con dureza. Y luego, me esquiva y se va.

Sus palabras recientes dichas se clavan en mi pecho como cuchillos. Me duelen. Una gran sensación de decepción me inunda.

Me dijo que no le importa lo que haga. En otros términos, no le importo. Mientras que para mí, él me importa demasiado. Desde que lo conocí, él es todo lo que pienso y quiero.
Por un momento, creí que él estaba interesado en mi.

Estoy tan desilusionada.

—Lo siento de verdad Scarlett. Todo es mi culpa. Muchísimas gracias por ayudarme, pero es mejor que me vaya. —suelta Matthew con tono afligido.

—No es tu culpa, es mía. Por favor, no te vayas. No quiero estar sola. —susurro con la voz rota.

—Yo tampoco quiero estar solo. —me responde, y lo siguiente que siento son unos brazos rodearme en un cálido abrazo.

Finalmente, dormimos. Matthew en el sillón y yo en mi cama, aunque insistí en que fuera al revés, él se negó alegando que no quería molestarme más.

Despierto de mi profundo sueño cuando oigo que alguien me llama y me palmea las mejillas. Abro los ojos y distingo a un Matthew alterado.

—Scarlett, ayer olvidamos poner la alarma, nos quedamos dormidos. —apenas entiendo esas palabras, salto de mi cama.

Me fijo en el reloj de la pared y distingo que son las 8:20 am. Tendría que haber desayunado a las 7:30, y estar en este momento en el laboratorio de química, ya que las clases comienzan a las 8:00.
Nunca fui tarde a un sitio, mi padre e institutriz se encargaban de ello. Por lo que llegar con casi media hora de retraso a la clase de química, me estresa demasiado.

—Mierda. —se me escapa la mala palabra, mientras corro hacia al baño a prepararme.

Lavándome los dientes a toda velocidad, escucho que Matthew del otro lado de la puerta, se despide y me avisa que luego vendrá a buscar ropa suya.

Ni bien estoy lista, salgo de la casa y me dirijo apresurada al segundo piso. Cruzo un largo pasillo y al final de este, observo la puerta del laboratorio. Me acerco y la abro.

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