Capítulo 21

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     - ¿Sabes ya cómo se lo vas a decir? Si prefieres estar sola con ellos...

    - No te escaquees, Killian. No le tendrás miedo a mi padre, ¿verdad?

    - ¿Sinceramente? Es tu madre la que me preocupa...

    Emma se echó a reír y se acurrucó más contra él. Hacía 10 minutos que había telefoneado a sus padres para decirles que estaba bien, y que fueran a su casa para hablar con ella, por lo que no tardarían en llegar, aunque Emma habría firmado por detener el tiempo unas horas y poder seguir tumbada en el sofá entre los brazos de Killian. Siempre había visto amor en los ojos de él, pero desde que le había dado la noticia de que serían padres, la miraba con verdadera adoración.

    Debido a su difícil infancia, nunca se había permitido pensar demasiado en el futuro, y menos en uno feliz, porque creía que ése no era su destino. Ahora, en ese preciso instante, con los ojos cerrados y la cabeza sobre el pecho del hombre que amaba, se permitió soñar despierta: una cocina enorme, olor a café recién hecho y una pequeña niñita rubia correteando por ella. "Mami, papá no me deja llevarme al Sr. Jones al cole". Ella se giraba hacia la niña, y le decía: "Cariño, los osos de peluche no van al colegio, pero yo cuidaré de él hasta que vuelvas, ¿vale?". Y entonces, Killian entraba en la cocina y cogía a la pequeña en brazos para subirla sobre sus hombros. "Señorita, las princesas no hacen pucheros. Y tú eres una princesa, no lo olvides nunca. - subía la mano hasta la tripita de su hija para hacerle cosquillas, y la niña empezaba a reírse como loca. - Venga, nos vamos". Se acercaba hasta Emma para darle un beso dulce en los labios, y salía por la puerta de casa para llevar a su hija a la escuela...

    Y entonces, el timbre de la puerta la hizo volver al presente. Hizo una mueca de fastidio, pero se levantó del sofá, y Killian con ella. En cuanto abrió, sus padres se lanzaron sobre ella.

    - Emma, cariño, ¿estás bien? ¿Qué ha pasado?

    - ¿Cómo te encuentras? Nos tenías preocupadísimos.

    - Tranquilos, estoy bien. - les respondió, abrazándoles. - Pasad, os lo contaré todo.

    Se sentó entre ellos en el sofá. Killian iba a ponerse en un pequeño sillón justo enfrente, pero algo en los ojos verdes de Emma le hizo ver que le necesitaba, así que se hizo hueco entre David y ella, se sentó y le cogió la mano. Ella le sonrió agradecida, y fue entonces cuando empezó a hablar.

    Como cuando se lo contó a Killian, empezó por la parte de Rumple y las brujas. Les describió a sus padres el secuestro, los planes que tenían para ella y cómo escapó. Vio el pánico en sus caras, así que antes de que pudiesen decir nada, les dejó clara su postura.

    - Antes de que lo sugiráis, Killian ya se ha ofrecido a matarle, y no es una opción. Vamos a hacer las cosas bien. No voy a permitir que ninguno de ellos se meta en mi cabeza y me convierta en otra persona. Tenéis que confiar en mí.

    - Por supuesto que confiamos en ti, cielo, pero en ellos no. - intervino Snow. - Si tu idea es plantarles cara sola...

    - No, no se trata de eso. Créeme, no tengo intención de ponerme... de ponernos, en peligro.  - y sin querer, sonrió emocionada.

    - ¿Cómo que "ponernos"? Emma, no tienes que preocuparte por nosotros. - dijo David, pero entonces miró a su mujer.

    No sabía muy bien si fue intuición femenina, o conexión madre-hija, pero Snow interpretó perfectamente ese plural y la sonrisa que le siguió. Se llevó las manos a la boca, emocionada.

    - ¡Oh, Dios mío, Emma! - y la abrazó con fuerza, al borde de las lágrimas.

    - Eh... ¿alguien podría explicarme qué me he perdido? - preguntó David, mirándolas.

Tú me has hecho mejorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora