Capítulo 8

1.3K 73 12
                                    

    Tardó unos segundos en recordar lo que había pasado. Le dolía la cabeza y estaba un poco mareado. Abrió los ojos, y la potente luz de la habitación le deslumbró por un momento. Estaba en el hospital. Vio a Emma en un sillón, dormida, a su lado. Se quedó mirándola un momento... madre mía, era preciosa. Ese era su pensamiento cuando de repente ella abrió los ojos y se encontró con los suyos.

    - Hey... ¿me estabas viendo dormir? Eso siempre me ha dado escalofríos.

    - Oye, no me ataques... acabo de despertarme, y soy un pobre enfermo - dijo Killian poniendo pucheros.

    Emma se derritió. Se puso de pie y le cogió la mano.

    - ¿Cómo te encuentras? ¿Te duele el costado?

    - Lo cierto es que no... sólo me duele la cabeza.

    - Es porque te diste un golpe contra el suelo al caer. Ese cabrón no te hizo un corte muy profundo, pero perdiste bastante sangre, lo que te hizo desmayarte. Pero te han cosido la herida, te han hecho una transfusión, y deberías estar bien en un par de días.

    - Muchas gracias por el parte, doctora Swan.

    - ¡No tiene gracia, Killian! Me has dado un susto de muerte.

    - Créeme, no ha sido por gusto...

    - Lo sé... lo siento. Estoy un poco nerviosa por todo lo que ha pasado.

    - Es normal... pero no deberías haberlo hecho.

    - ¿Hacer qué?

    - Darle el escarabajo a ese tipo. Sé el cariño que le tienes a ese coche.

    Emma suspiró, y su mirada se perdió por unos instantes. Recordó cuando tenía 17 años y forzó la puerta de ese coche, recordó cómo Neal apareció por sorpresa... y todo lo que vino después.

    - Mira... tienes razón, ese coche era especial para mí. Creo que no lo sabes, pero... era de Neal. Bueno, Neal lo robó y luego yo se lo robé a él. Y cuando me dejó y fui a la cárcel, se aseguró de que ese coche me esperase a mi salida. Sin duda, está relacionado con una parte muy importante de mi vida...

    Guardó silencio un momento, y miró a Killian. Quería ver su reacción. Éste, aunque intentaba que no se le notara, había tensado la mandíbula. Sin duda, Neal, en su día, había sido también una parte importante en la vida de Killian, pero obviamente no de la misma manera. Sentía que ese era aún un tema tabú entre ambos, que a él le creaba mucha inseguridad. Aquel hombre que tenía ante ella era un mar de inseguridades... y a Emma eso le dolía. Le dolía porque ella también lo era, por lo que para cubrir los miedos de él, ella tenía que abrir un poco más su corazón, y le costaba muchísimo. Ya le había dicho que le quería, sí, pero aquella no era una frase mágica que solucionara años de heridas. Cogió aire y recordó el pinchazo en el corazón que sintió cuando Henderson le clavó la navaja a Killian. Había estado a punto de perderle, otra vez... por lo que siguió hablando.

    - ¿Sabes? Antes de que Neal me abandonase, habíamos decidido ir a Tallahassee juntos. En aquel momento, nos parecía el paraíso. Cuando pasó lo de Zelena, antes... - se tomó un segundo para tragar el nudo que se le había formado en la garganta - antes de morir, Neal me dijo que quería que encontrase Tallahassee, aunque no fuese con él. - Apretó más fuerte la mano de Killian, esforzándose en contener las lágrimas, y le miró a los ojos. - Tú eres mi Tallahassee, Killian. Neal querría que fuese feliz, y puede que una parte de él ya intuyera que sería contigo. Sé que estaría de acuerdo en que entregase el escarabajo a cambio de mi felicidad... y es lo que he hecho. Después de todo, tú entregaste el Jolly Roger por mí, ¿no? Era mi turno.

    Se decían mil cosas con la mirada en aquel momento. Killian siguió su impulso, se incorporó, cogió la cara de Emma y la besó con fuerza. Una vez más, se olvidaron del resto del mundo, sólo importaban sus labios. Emma le rodeó con el brazo y apretó sin querer su herida, lo que hizo que Killian se apartase con una mueca de dolor.

    - Auuu... ahora sí me duele.

    - Lo siento... - pese a haber interrumpido el beso, seguían muy cerca el uno del otro, frente contra frente.

    - No te disculpes... ha sido uno de los dolores más placenteros de mi vida.

    - ¡Eres un idiota! - si aquello debía sonar como un insulto, Emma fracasó estrepitosamente, pues era pura dulzura.

    - ¿Sabes? Tengo un extraño sentimiento de deja vu. Ya me entiendes... tú, yo, una habitación de hospital... ¿no te suena?

    - Sí, me resulta familiar... aunque yo no te soportaba en aquella época, y estábamos muy lejos de besarnos.

    - Eres una mentirosa, Swan. ¿Crees que no me daba cuenta de que me mirabas con deseo? Estos camisones dejan poco a la imaginación, y me ponías unos ojitos... - Killian hizo ese gesto tan suyo, subiendo la ceja y sonriendo de medio lado.

    - Deja de flipar, Jones. En serio, no me caías nada bien.

    - ¿Por eso ponías tanto interés en mantener al cocodrilo lejos de mí? No disimules...

    - Sólo cumplía con mi labor como sheriff. ¿Cambiamos de tema? - Emma notó cómo se ponía colorada.

    - Jajaja, muy bien, cambiamos de tema... - Killian se puso serio. - ¿Has hablado con tus padres estos días?

    - No... sé que llevo varios días fuera de casa y debería llamarles. Mientras te atendían los médicos, llamé a Henry y le puse al corriente de la situación, así que ya sabrán que estoy bien y que volveré pronto. Tengo que tener una conversación en serio con ellos, Killian... se perdieron 28 años de mi vida, pero no por eso pueden tratarme como una niña. Vivo con ellos y se creen que eso les da derecho a...

    - Múdate. En cuanto lleguemos a Storybrooke, deberías buscar casa. Yo te ayudaré.

    Por un momento, a Emma le entró el pánico y se tensó, incorporándose. Killian se dio cuenta.

    - Eh, eh, respira, Swan. No te estoy pidiendo que nos vayamos a vivir juntos.

    - ¿Ah, no? - ella volvió a relajarse.

    - ¿Te crees que estoy loco? No tengo ninguna prisa contigo, y empiezo a acostumbrarme al colchón de Granny's. Simplemente creo que Henry y tú necesitáis vuestro propio espacio y... - se acercó de nuevo a ella, mordiéndose el labio, provocándola - creo que ya va siendo hora de que tú y yo tengamos un poco de intimidad.

    Emma tuvo que recordarse dónde estaban para no lanzarse directamente sobre él.

    - Sí, sin duda, necesitamos intimidad - respiró hondo para recomponerse - y mudarme será lo mejor para todos. Pero antes tendré una larga charla con ellos.

    - Me parece perfecto - la besó en la mejilla y volvió recostarse sobre la almohada. - ¿Cuándo crees que me darán el alta?

    - Me han dicho que si no pasa nada, en 48 horas. Quieren asegurarse de que estás bien. En cuanto puedas marcharte, sacaré un par de billetes de avión y nos marcharemos de aquí. ¡Esta vez no voy a echar de menos Nueva York!

    Se sonrieron. Tenían algo bueno, algo real... pero muchas cosas les esperaban a su vuelta a casa, y no sería fácil. Aunque en ese momento, ambos deseaban afrontar lo que sea que les viniera, porque se sentían fuertes... juntos.

Tú me has hecho mejorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora